Al apenas pisar el primer cuadrilátero le presagiaron como un niño prodigio. Peleando ante el cálculo de expertos, los gritos y recelos de fanáticos, lanzando golpes al aire, mientras corría bajo la lluvia por las calles de Santiago o en la soledad de su casa, el pequeño Yordenis Ugas soñaba ser como el guantanamero Félix Savón y otros de los grandes pugilistas que le dieron a Cuba los máximos títulos del boxeo amateur. Ese era entonces el cielo del mundo. Pero sólo entonces.
Creciendo en una familia muy pobre pero decente, el enérgico y diligente adolescente arrasó con todos los títulos que halló en el camino. Su anhelo era ser un campeón y cada día entrenaba para conseguirlo.
"Mi madre me lo decía y creo que lo aprendí bastante rápido: la dedicación es fundamental en todo lo que uno haga o quiera llegar a ser en la vida".
Así llegó, con sólo 19 años, a ganar el Campeonato Mundial de Boxeo Amateur de peso ligero en 2005.
Al recibir sus medallas en eventos internacionales, muchos de los deportistas cubanos del último medio siglo, como autómatas, por conveniencia o miedo, las dedicaban, revolucionariamente, al dictador Fidel Castro. Pero Yordenis soñaba dedicar sus triunfos a su familia.
"Nos criaron diciéndonos que teníamos que agradecerle todo a la Revolución, darle gracias a la Revolución toda la vida. Cuando uno se hace un hombre libre, que se va, se da cuenta del país donde vivimos. En cualquier parte del mundo, no importa dónde sea, si tienes talento, si trabajas fuerte y eres dedicado, vas a salir adelante, vas a lograr tus objetivos. Pero los comunistas no entienden eso y muchas de las personas que viven en Cuba tampoco lo entienden".
El niño adoctrinado ya había crecido y descubrió que aquel cielo que una vez soñó no era más que el techo que le habían construido, no sólo a él sino a todos en la isla comunista. Y decidió escapar. Para él, como para tantos otros, una balsa sería sinónimo de libertad.
"En Cuba nosotros nacemos con el techo, sólo hay boxeo amateur" y "para ser campeón mundial hay que salir de Cuba", dijo a Radio Televisión Martí el actual campeón peso welter de la Asociación Mundial de Boxeo.
En 2010 cruzó el mar para tocar, según se había propuesto, la infinitud del cielo que sus puños y sus ojos quisieran tocar. Era el comienzo hacia una meta que en su isla no existe. Le esperaba un sendero difícil, pero no imposible de transitar.
"Simplemente el régimen no quiere que uno sea libre. Las metas no son las de las personas, sólo puedes luchar por las metas que controla el Estado".
Yordenis dice vivir convencido de que la condición principal que le hizo llegar a la cima de su profesión es "ser un hombre libre. Eso es lo primero", pues "para los hombres libres, que se dedican y tienen disciplina, no hay límite. Es infinito el límite".
Hoy para Yordenis la libertad es el principio y el fin. Y no sólo la suya. También se siente comprometido por la libertad de su país y así lo ha expresado públicamente en muchas ocasiones, a veces recibiendo ataques.
"Nosotros los cubanos tenemos que pedir un mejor país, porque aunque uno se va de ahí uno sigue siendo esclavo, porque la gente de uno sigue viviendo ahí, y siempre hay que pedir la libertad".
Cuando escapó de Cuba en busca de libertad las autoridades del deporte castrista le llamaron "traidor, apátrida, de todo. Y no hay que sentir rencor, pero tampoco se debe olvidar porque eso no sólo nos pasó a muchos cubanos sino que sigue pasando hoy día. El sistema es lo que genera todo eso".
En julio pasado reaccionó a las declaraciones del ejecutivo del baseball en Cuba, Higinio Vélez, quien aseguró que el régimen tiene "los brazos abiertos" para los peloteros cubanos de Grandes Ligas que deseen regresar a la isla.
"Un comunista que odia a los exiliados, incluidos los atletas cubanos, dice algo y salen todos los cubanos libres a saltar de alegría. Somos un pueblo sin memoria, sin vergüenza ninguna, que la nostalgia nos supera y nos empequeñece. Si yo fuera un pelotero cubano de Grandes Ligas que en su momento demonizaron y me llamaron traidor, apátrida y humillaron e hicieron sentir a mi familia como que yo era un delincuente, lo primero y mínimo que exigiría fuera una disculpa. A mí me hicieron todas esas cosas y también amo a mi país, pero por mi cabeza nunca pasaría regresar a tirar un solo golpe por el equipo nacional. Me canso de ver años tras años este absurdo debate, esclavos que salieron huyendo y ahora suplican por regresar al matorral. Mi humilde mensaje para los peloteros cubanos es; que ahora somos hombres libres y tomamos una decisión difícil para poder serlo, para probarnos en el máximo nivel. ¿Por qué hay que seguir arrastrándose pidiendo una oportunidad a una dictadura que lógicamente no solo no la merece, sino que tampoco quiere darla? Ellos son los que tendrían que estar pidiendo perdón por todo sus errores para que nuestros talentosos deportistas regresaran a competir por nuestro país. Es una lastima y es tan decepcionante ver la actitud de algunos de nuestros atletas que el éxito y dinero no le ha dado vergüenza. Y, como siempre digo, igual cuando hablo de los reguetoneros que son otros que dejan mucho que desear. Ningún cubano es mi enemigo por su manera de pensar. Pero cuánto me gustaría que fueran diferentes las cosas", escribió en su cuenta de Facebook.
El pugilista suele compartir en las redes sociales criterios políticos sobre Cuba y Estados Unidos. Y aunque no pocas veces han arremetido contra él desde dentro y fuera de la isla, confiesa que las diatribas por razones ideológicas o políticas, lejos de afectarle o intimidarle, refuerzan sus razones para seguir expresándose.
"Pienso en las tiendas esas que han puesto en Cuba y mi tristeza, no puedo explicarla, me supera completo. En los años 90 yo tenía 6, 7, 8 años, y la verdad en mi casa nunca pasamos hambre, siempre mi mamá y mis abuelos inventaban algo, me recuerdo un chorote rico que hacían en la noche que siempre yo pedía la olla pa' rasparla... pero yo recuerdo que las shopping las veía de pasada, vine a tomar leche condensada y galletitas y maltas cuando tenia con 14 años en 2001 que me fui para la Habana por el deporte. Pasaron casi 30 años y la situación de mi país es la misma y lo más dramático es que la gobierna la misma gente. Ahora con la diferencia que fui bendecido en la vida y mi familia, que me tiene a mí que no me canso de trabajar por ellos, posiblemente pueda ir a esas tiendas. ¿los que no tienen a nadie que coño hacen? Hablando con una persona que amo, sacamos unas cuentas y se las voy a compartir. Un 15% están fuera del país. De ese 15% un 5%, por millones de razones, no manda nada. Entonces solo queda un 10% y entonces viene la pregunta que me imagino que todos se hacen: ¿cómo es posible que un Estado pueda ser tan desconsiderado con su gente y saque artículos de primera necesidad para un 10% de su población? ¿Y el otro 90% qué diablos hace? Mi repuesta es: parece que se tiene que seguir sacrificando por la revolución. Ok, bueno... No puedo seguir hablando porque entonces, salen los cobardes, los egoístas, y sobre todo los comunistas, que su familia está bien, a decirme que estoy lleno de odio, rencor y envidia por mi país. Buenas tardes", escribió en sus redes sociales debajo de una foto en la que se ve la bandera cubana detrás suyo.
En Estados Unidos descubrió la libertad, suele repetir con orgullo en sus charlas con amigos y con la prensa. "Aquí puedo hablar de todo lo que quiera. Unos dirán que están a favor, otros en contra, incluso habrá quién me ataque. Pero no importa. Yo seguiré diciendo con libertad todo lo que crea que deba decir".
En momentos en que en el escenario sociopolítico y en los medios de comunicación estadounidenses se habla de violencia policial y de racismo, Yordenis asevera que "el racismo sistémico no existe, es una falacia, una forma para causar división y pánico entre la gente".
"El racismo no se va a terminar nunca. Mucha gente lo tiene en el corazón y no puedes arrancarle el corazón a las personas. Pero estructuralmente, para mí, no existe ya. Todo el mundo tiene las mismas oportunidades aquí. Estoy en una compañía de boxeo que es de afroamericanos completa. La NBA, la NFL, son compañías llenas de negros, como decimos los cubanos. Y sobre lo que ha pasado con la policía, se ve: toda la policía no es mala. Son dos, un policía, manzanas podridas que están ahí, pero no quiere decir tampoco que en la policía haya racismo".
Sobre el papel de la prensa en la actualidad considera que "las noticias que convienen y que son amarillistas se agrandan más. Mira lo que pasó con el señor [George] Floyd. Y antes de eso había matado a una señora un afroamericano. Hace poco un afroamericano mató a un niño de 5 años y salió poco en televisión, y no pasó nada ni nadie salió a romper nada. Pienso que los medios de izquierda engrandecen más las cosas, buscando la alarma, el pánico. Pienso que han cambiado mucho. Yo llegué hace 10 años y siento que cada día que vamos por mal camino".
Advierte que Estados Unidos "no es una nación perfecta, pero aún así es la más hermosa y grandiosa del mundo, y la que más refugio da. Todo el mundo viene a vivir aquí".
"Estoy muy agradecido y orgulloso de defender los valores que hacen grande a este país. Es una bendición vivir aquí".
(Primera entrega de un texto basado en conversaciones del autor con Yordenis Ugas, y en una entrevista de la periodista Karen Caballero para el programa "El análisis" así como una serie de reportajes especiales que pronto aparecerán en Televisión Martí).