El eslogan "Cuba sí, yanquis no", repercutió por décadas en todo el país.
Es de esperar que la parafernalia gubernamental supere con creces el espectáculo que se ofreció cuando el cacique mayor de la URSS, Leonid I. Brejnev, viajó a Cuba, 1974.
La solidaridad con la Venezuela democrática es un mandato que todos los que aman la libertad deben asumir.
Los populistas más que ideas elaboradas sostenidas sobre pesquisas serias, trabajan con consignas, recurren a propuestas milagrosas sin aventurar el mecanismo y sostenimientos de las soluciones que pregonan.
La fortuna de las FARC se calcula que supera los $20.000 millones. Pero no pagarán sus crímenes con cárcel ni compensarán a las víctimas. Todo parece indicar que gozarán de gran impunidad.
No se debe perder la perspectiva qué el escenario y los actores del cambio están en la isla y no fuera de ella.
La democracia es alternancia en el poder, tolerancia, libre debates de propuesta, voto secreto y universal, pluralismo de partidos y respeto a las minorías.
El país, gracias al castrismo, era un paraíso donde todos se amaban y nadie mataba ni robaba.
El poder judicial ha sido la primera herramienta del gobierno para tratar de ilegalizar las decisiones de la Cámara, los magistrados hurgarán o interpretarán a conveniencia cualquier legislación que afecte al gobierno, serán la primera línea del frente oficialista contra la oposición.
Es imposible hacer referencia al despotismo de Ortega sin hacer mención de su Rosario.
Los días y noches del castrismo han sumido a los cubanos en una tiniebla tóxica que ha corroído los valores ciudadanos, al extremo que el concepto de nación enfrenta una seria crisis existencial.
1959: "Las religiones y sus cultos fueron execrados. Las fiestas religiosas abolidas, en particular aquellas que el pueblo había incorporado a su consciente colectivo, como la Semana Santa y las Navidades".
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