El deporte cubano vive un tiempo muerto. Finalizada la temporada de béisbol, con el triunfo de los tigres de Ciego de Ávila, los fanáticos tienen pocas opciones donde escoger.
Después de 1959, ha sido una asignatura suspensa de los Castro. En 53 años, por La Habana han circulado Leyland británicos, Hino japoneses, Pegaso españoles, Ikarus húngaros y las cubanas Girón, con motores nipones o ibéricos.
En su blog Desde La Habana, el periodista independiente Iván García nos trae una muestra del andar habanero con sus adivinadoras.
¿Por qué un obrero o un empleado que gana el equivalente a 20 dólares al mes es capaz de sacrificarse y pagar tres noches en un hotel de 4 o 5 estrellas a un precio que significa su salario neto de año y medio?
La estrategia es cambiar reglas de juego económicas, manteniendo la autocracia como forma de gobierno.
En Cuba el 20 de mayo no fue un día de fiesta nacional o recordación. Fue un domingo ordinario.
Se ha escuchado aludir a Martí en la inauguración de un torneo nacional de boxeo, en la apertura de un festival de ballet o en un encuentro de especialistas sobre la dislexia.
A los trabajadores por cuenta propia se les invitó a sindicalizarse y tomar parte en el último desfile del primero de mayo. ¡Proletarios privados, uníos!
Las instituciones gubernamentales son las que autorizan a navegar por la red a periodistas y funcionarios que laboran dentro del engranaje estatal.
Cazar torcazas o matar jabalíes en los exclusivos cotos de caza en el oriente del país es sólo para extranjeros y generales.
La necesidad de reformas económicas en Cuba no es un capricho del General Raúl Castro por modernizar la isla. No. Es la opción, quizás la única, de mantener la continuidad y conservar el poder.
Me huelo, por la forma que marchan las cosas, que el régimen se propone manipular el diálogo y utilizarlo para reforzar su poder.
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