El diario The Miami Herald informa que un inmigrante cubano que lavó en su negocio de cambio de cheques millones de dólares ilícitos cobrados al seguro médico federal Medicare, para luego enviarlos al sistema bancario estatal de Cuba, se ha comprometido a ayudar a los investigadores federales a capturar a otros sospechosos.
Oscar L. Sánchez, quien recientemente se declaró culpable de un cargo de conspirar para lavar ganancias procedentes de fraude al Medicare --un programa que es financiado con el dinero de los contribuyentes-- accedió a "cooperar plenamente" con la Fiscalía Federal, esperando así reducir una posible pena de prisión de al menos nueve años, de acuerdo con su declaración sobre el arreglo con la Fiscalía.
El Herald apunta que el caso de Sánchez marca el primer proceso judicial a un acusado de lavar dividendos ilícitos procedentes del enviándolos al Banco Nacional de Cuba.
Sánchez fue acusado bajo un único cargo de conspiración por desempeñar un papel fundamental en el blanqueo de las ganancias sucias de 70 empresas médicas del sur de Florida que enviaron facturas fraudulentas al Medicare por valor de 374,4 millones de dólares y recibieron pagos estimados en 70,7 millones. El dinero era depositado directamente en sus cuentas bancarias corporativas (Generalmente el Medicare ha preferido pagar primero y averiguar después, para no arriesgarse a retener el tratamiento a los necesitados).
Los fiscales dicen que el desafío para los “autores intelectuales del fraude al Medicare " era retirar esos fondos, ya que tendrían que revelar sus identidades a los bancos.
Según los documentos judiciales, muchos de ellos se dirigieron al negocio de cambio de cheques de Sánchez en Naples para lavar por lo menos 31 millones de dólares depositados como reembolsos de Medicare entre 2005 y 2009. Conforme a su arreglo con los fiscales, al intermediario solo se le acusará de haber lavado entre 7 y 20 millones, lo cual contribuiría a reducir su pena de cárcel.
A cambio se espera que el cubano proporcione detalles acerca de otras personas que estuvieron involucradas en limpiar el dinero, incluyendo los registros financieros, testimonios y otras pruebas.
Como parte de su red de blanqueo, Sánchez conoció a un "grupo de personas" que controlan empresas fantasmas con 15 cuentas bancarias en Canadá y Trinidad. Estas habían empezado a transferir millones de dólares provenientes de actividades delictivas y de otra índole al sistema bancario de Cuba, pero lo hacían en pequeñas partidas de menos de 10.000 dólares para no tener que declarar el origen de los fondos como prescribe la ley estadounidense.
Sánchez les ayudó a evitar ese proceso costoso y dilatado, ayudándoles a mover a Cuba cantidades mayores, que según los fiscales sumaron unos 61 millones de dólares.
La fiscalía federal ha aclarado que no tiene evidencias de que el gobierno de la isla haya estado involucrado en el esquema de lavado. Pero el Herald señala que en una moción escrita para detener al acusado, el fiscal H. Ron Davidson indicó que Sánchez beneficiaba a ambas partes de las transacciones, actuando como financista de los autores del fraude --a quienes cobraba una comisión del 10 por ciento-- y como capitalista para los bancos cubanos.
El dinero lavado era depositado en cuentas del Royal Bank of Canada en Montreal; luego era girado a numerosas empresas fantasmas en Trinidad; y de ahí era depositado en cuentas desconocidas del Banco Nacional de Cuba.
Ya en 2008 la prensa estadounidense había informado sobre 56 fugitivos de la justicia acusados de facturar fraudulentamente 272 millones de dólares al Medicare y haber recibido del programa por lo menos 142 millones.
De los 36 fugitivos cuyos nombres las autoridades habían revelado, 33 eran inmigrantes cubanos que en su mayoría llegaron a Estados Unidos en los quince años anteriores a 2008, según documentos del FBI, Inmigración y los tribunales. Sánchez arribó con el éxodo del Mariel en 1980. Se cree que unos 15 prófugos se ocultan en Cuba
En la lista de los diez más buscados compilada por la Oficina del Inspector General del Departamento de Salud y Servicios Humanos de EE.UU. han llegado a figurar hasta seis individuos de origen cubano. Actualmente se encuentran en esa decena sucia Maricel Hernández, que operaba desde Miami y que las autoridades creen huyó a Cuba; y Rodolfo Bouza, quien residía en Louisville, Kentucky.
Oscar L. Sánchez, quien recientemente se declaró culpable de un cargo de conspirar para lavar ganancias procedentes de fraude al Medicare --un programa que es financiado con el dinero de los contribuyentes-- accedió a "cooperar plenamente" con la Fiscalía Federal, esperando así reducir una posible pena de prisión de al menos nueve años, de acuerdo con su declaración sobre el arreglo con la Fiscalía.
El Herald apunta que el caso de Sánchez marca el primer proceso judicial a un acusado de lavar dividendos ilícitos procedentes del enviándolos al Banco Nacional de Cuba.
Sánchez fue acusado bajo un único cargo de conspiración por desempeñar un papel fundamental en el blanqueo de las ganancias sucias de 70 empresas médicas del sur de Florida que enviaron facturas fraudulentas al Medicare por valor de 374,4 millones de dólares y recibieron pagos estimados en 70,7 millones. El dinero era depositado directamente en sus cuentas bancarias corporativas (Generalmente el Medicare ha preferido pagar primero y averiguar después, para no arriesgarse a retener el tratamiento a los necesitados).
Los fiscales dicen que el desafío para los “autores intelectuales del fraude al Medicare " era retirar esos fondos, ya que tendrían que revelar sus identidades a los bancos.
Según los documentos judiciales, muchos de ellos se dirigieron al negocio de cambio de cheques de Sánchez en Naples para lavar por lo menos 31 millones de dólares depositados como reembolsos de Medicare entre 2005 y 2009. Conforme a su arreglo con los fiscales, al intermediario solo se le acusará de haber lavado entre 7 y 20 millones, lo cual contribuiría a reducir su pena de cárcel.
A cambio se espera que el cubano proporcione detalles acerca de otras personas que estuvieron involucradas en limpiar el dinero, incluyendo los registros financieros, testimonios y otras pruebas.
Como parte de su red de blanqueo, Sánchez conoció a un "grupo de personas" que controlan empresas fantasmas con 15 cuentas bancarias en Canadá y Trinidad. Estas habían empezado a transferir millones de dólares provenientes de actividades delictivas y de otra índole al sistema bancario de Cuba, pero lo hacían en pequeñas partidas de menos de 10.000 dólares para no tener que declarar el origen de los fondos como prescribe la ley estadounidense.
Sánchez les ayudó a evitar ese proceso costoso y dilatado, ayudándoles a mover a Cuba cantidades mayores, que según los fiscales sumaron unos 61 millones de dólares.
La fiscalía federal ha aclarado que no tiene evidencias de que el gobierno de la isla haya estado involucrado en el esquema de lavado. Pero el Herald señala que en una moción escrita para detener al acusado, el fiscal H. Ron Davidson indicó que Sánchez beneficiaba a ambas partes de las transacciones, actuando como financista de los autores del fraude --a quienes cobraba una comisión del 10 por ciento-- y como capitalista para los bancos cubanos.
El dinero lavado era depositado en cuentas del Royal Bank of Canada en Montreal; luego era girado a numerosas empresas fantasmas en Trinidad; y de ahí era depositado en cuentas desconocidas del Banco Nacional de Cuba.
Ya en 2008 la prensa estadounidense había informado sobre 56 fugitivos de la justicia acusados de facturar fraudulentamente 272 millones de dólares al Medicare y haber recibido del programa por lo menos 142 millones.
De los 36 fugitivos cuyos nombres las autoridades habían revelado, 33 eran inmigrantes cubanos que en su mayoría llegaron a Estados Unidos en los quince años anteriores a 2008, según documentos del FBI, Inmigración y los tribunales. Sánchez arribó con el éxodo del Mariel en 1980. Se cree que unos 15 prófugos se ocultan en Cuba
En la lista de los diez más buscados compilada por la Oficina del Inspector General del Departamento de Salud y Servicios Humanos de EE.UU. han llegado a figurar hasta seis individuos de origen cubano. Actualmente se encuentran en esa decena sucia Maricel Hernández, que operaba desde Miami y que las autoridades creen huyó a Cuba; y Rodolfo Bouza, quien residía en Louisville, Kentucky.