El escritor chileno Roberto Ampuero ahondó el sábado en su decepción con los "socialismos reales" que le tocó conocer, un desencanto que no empaña su admiración por el lado más humano del expresidente chileno Salvador Allende.
Allende (1908-1973) fue una "reconocida figura por su valentía al suicidarse por defender sus convicciones", al margen de que su imagen pueda dividir todavía a los chilenos, dijo en una entrevista con Efe el también embajador de Chile en México.
Ampuero promociona en la Feria Internacional del Libro de Miami su última novela, "El último tango de Salvador Allende" (Mondadori), un relato que aborda en clave de ficción los últimos meses de la vida de Allende y explora el lado más "íntimo, doméstico y humano" del político socialista muerto durante el golpe de Estado que encabezó Augusto Pinochet el 11 de septiembre en 1973.
Ampuero construye esta novela, que lleva cuarenta semanas entre los libros más vendidos en Chile, a partir de la mezcla de ficción y realidad, una fórmula que le permite "explorar los espacios más privados de Allende y ver el mundo desde su perspectiva más doméstica".
Es, de hecho, la primera vez que Allende escapa de los sesudos análisis y ensayos políticos para convertirse en un personaje de novela.
La investigación histórica y documental que llevó a cabo Ampuero le posibilitó acceder a tres espacios privados y reveladores. Uno de ellos, el Palacio de la Moneda, donde visitó las dos habitaciones (cerradas al público) que ocupó el político y que hoy "permanecen iguales, como si el tiempo se hubiera detenido" dentro de ellas.
Otro lugar que resultó inspirador para el escritor fue la residencia oficial de Allende en Santiago, de bellos jardines, hoy convertida en una residencia de ancianos. Y, finalmente, la finca "El Arrayán", donde vivía su secretaria personal y amante.
Ampuero, que fue militante comunista en su juventud, "bajo la influencia -puntualizó- de los discursos de Allende", se fue alejando de esa ideología tras su experiencia del exilio que le llevó a Alemania y Cuba.
Renunció a su filiación comunista en La Habana, hacia 1986, "porque no quería para mi país ni el régimen de Pinochet ni el socialismo real".
Hoy, Ampuero parte de postulados liberales y abraza una concepción de sociedad abierta que acentúa "la integración al mercado mundial y propone la actividad privada como eje para crear
prosperidad" en los países de América Latina.
Allende (1908-1973) fue una "reconocida figura por su valentía al suicidarse por defender sus convicciones", al margen de que su imagen pueda dividir todavía a los chilenos, dijo en una entrevista con Efe el también embajador de Chile en México.
Ampuero promociona en la Feria Internacional del Libro de Miami su última novela, "El último tango de Salvador Allende" (Mondadori), un relato que aborda en clave de ficción los últimos meses de la vida de Allende y explora el lado más "íntimo, doméstico y humano" del político socialista muerto durante el golpe de Estado que encabezó Augusto Pinochet el 11 de septiembre en 1973.
Ampuero construye esta novela, que lleva cuarenta semanas entre los libros más vendidos en Chile, a partir de la mezcla de ficción y realidad, una fórmula que le permite "explorar los espacios más privados de Allende y ver el mundo desde su perspectiva más doméstica".
Es, de hecho, la primera vez que Allende escapa de los sesudos análisis y ensayos políticos para convertirse en un personaje de novela.
La investigación histórica y documental que llevó a cabo Ampuero le posibilitó acceder a tres espacios privados y reveladores. Uno de ellos, el Palacio de la Moneda, donde visitó las dos habitaciones (cerradas al público) que ocupó el político y que hoy "permanecen iguales, como si el tiempo se hubiera detenido" dentro de ellas.
Otro lugar que resultó inspirador para el escritor fue la residencia oficial de Allende en Santiago, de bellos jardines, hoy convertida en una residencia de ancianos. Y, finalmente, la finca "El Arrayán", donde vivía su secretaria personal y amante.
Ampuero, que fue militante comunista en su juventud, "bajo la influencia -puntualizó- de los discursos de Allende", se fue alejando de esa ideología tras su experiencia del exilio que le llevó a Alemania y Cuba.
Renunció a su filiación comunista en La Habana, hacia 1986, "porque no quería para mi país ni el régimen de Pinochet ni el socialismo real".
Hoy, Ampuero parte de postulados liberales y abraza una concepción de sociedad abierta que acentúa "la integración al mercado mundial y propone la actividad privada como eje para crear
prosperidad" en los países de América Latina.