Noviembre ha sido un mes duro para el actor, dramaturgo y director de escena Jorge Ferrera. Ojalá todo el tiempo "duro" de la vida sea así por intenso, por trabajar en lo que a uno le gusta y en lo que mejor sabe hacer. Esa suerte llega, solo hay que esperarla con la cabeza fresca. El espectáculo unipersonal Estudio 44, que Ferrera presenta todo este mes en la Sala Off del Teatro La Latina, en el mismo corazón de la bohemia madrileña, está teniendo éxito de público y crítica.
Él es un hombre de acción. Cuando las puertas de las salas oficiales se le cierran, lleva el teatro a domicilios, con un precio módico, prácticamente para cubrir gastos. Ahora, decíamos, está teniendo una temporada de "cartelera oficial".
¡Qué más se puede pedir!
Se trata de una pieza compleja donde el propio Ferrera interpreta varios personajes, lo que exige un desdoblamiento constante de voz y gesto, un cambio de ritmo peligrosísimo que él asume con oficio, porque escuela, o nunca mejor dicho, tablas, tiene. El unipersonal es un ejercicio mucho más complejo que el monólogo, y encima en éste hay danza y abundante expresión corporal.
Martinoticias se puso en contacto con este actor cubano, graduado del Instituto Superior de Arte de La Habana, con larga residencia en España, primero en Barcelona y ahora en Madrid. Ferrera, amablemente, respondió nuestro cuestionario.
Vuelves al unipersonal con Estudio 44. ¿Por qué esa vuelta al género?
El unipersonal es un espacio de creación, que vengo desarrollando en Teatro El Puente, desde hace muchos años. Cada integrante del grupo, en los años 90, tenía un espectáculo unipersonal. Creo que es todo un aprendizaje en nuestro oficio, pasar por esta experiencia. No hay que tener una edad apropiada para plantearse dicho reto. Eso sí, necesita estudio, investigación, desarrollo de una técnica y sobre todo deseos de compartir una "verdad", no absoluta, pero sí tu verdad. La creación de estos trabajos viene primero por una necesidad de expresión, por entender en escena, zonas de mi vida como ser humano. A partir de ahí busco un texto que se acerque a lo que quiero expresar. Dialogo con mi obra, de una manera muy personal y este tipo de trabajo me lo permite Mascarada de los Ángeles, Jorge, Gulliver, Teatro, cannabis y… un vals, y ahora Estudio 44. Son obras que han nacido de una "necesidad", quizá de entenderme a mí mismo. De acercarme a zonas de luz y también de oscuridad, que habitan en mí y de esta forma aprender algo, en este proceso.
¿Qué resultados ha tenido el proyecto de teatro a domicilio?
A partir del 2007 la situación en España se vuelve crítica. Hay una crisis económica y una crisis de valores. Justo en este momento es necesario abrirse a la creatividad o desapareces. Las salas oficiales, en Barcelona, ya eran inalcanzables, y ahora hasta las salas alternativas comenzaban a convertirse en una Odisea, para lograr una programación. De manera que me encontré con muchos espectáculos en repertorio, pero sin poder proyectarlos.
Tenía dos caminos: quejarme, como siempre hacemos los que nos dedicamos al teatro –desde joven estoy escuchando hablar de la crisis del teatro–, o reinventarme. Y aquí aparece Teatro en Casa. Llevo los mismos espectáculos que presento en salas, al salón de una casa. La casa es la escenografía. Me adapto al espacio de cada lugar. Me gusta la palabra: equilibrio. Y aquí lo he encontrado.
Presento la misma obra, sin hacer cambios sustanciales, sin hacer concesiones, aclarando siempre que no se trata de amenizar una fiesta, sino compartir un hecho artístico en el salón de tu casa. De esta forma, he conseguido mantener vivos los espectáculos, y poder recibir mis honorarios como artista también, sin el mediador de una sala. Es solo una alternativa. Continúo actuando en teatros también, por supuesto.
¿En qué ha quedado la obra Club A Barcelona, donde tomaron parte amigos, actores e investigadores cubanos emigrados en esa ciudad?
Club A Barcelona nace de una idea de Orestes Pérez, actor y director teatral, de mostrar ciertos procesos de creación, que tenían como tema la autobiografía personal y profesional de sus integrantes. Malena Espinosa (actriz), Jorge Ferrera (actor) y Orestes Pérez (actor y director del proyecto). Cada cierto tiempo, mostrábamos a un público pequeños actos de carácter performático, a manera de laboratorio teatral. Fue una experiencia muy hermosa, que no hacía desde que estudiaba en el Instituto Superior de Arte, en La Habana.
Esa premisa de que lo importante "es el proceso y no el resultado", cuando sales de Cuba, lugar donde pensabas en teatro las 24 horas, pues se difumina. Y Club A Barcelona volvió a llenar ese espacio. Hicimos algunas presentaciones, durante casi dos años; manteniendo siempre el deseo de su director de no redondear nada, no construir un "espectáculo", sino dejar esa estructura siempre abierta, para la danza, el juego con el texto, la improvisación; y convocar a un público, para presentarles justamente eso: lo inacabado, la desaparición de una fábula, y del concepto personaje. Todo lo que comienza, tiene su fin… y así pasó con Club A Barcelona. Fueron dos años de enriquecimiento, como actor y director, pero cada uno de nosotros debía continuar nuevos caminos. Y decidimos despedirnos… felices de haber compartido escena juntos.
¿Barcelona ha sido un escenario factible para un emigrante que se empeña en hacer teatro? ¿Por qué dejas Barcelona por Madrid?
Es realmente complejo. Fueron 13 años en Barcelona y no puedo resumirlos fácilmente, teniendo en cuenta solo mi percepción de los últimos dos o tres años.
Cuando llegué, era otra época. Fui invitado a trabajar con Joan Baixas, un director catalán, muy reconocido, que había trabajado con Joan Miró y que hace un trabajo muy visual en sus obras. Simultáneamente, mis espectáculos se presentaban en festivales; hice mucho teatro para niños, y las instituciones tenían fondos para pagar a los artistas. De pronto todo eso desaparece.
Barcelona es una ciudad bella y tengo muchos amigos catalanes y allí viví parte de mi vida. Trabajé muchos años en dos escuelas para actores y bailarines: Tempo y Tracart. Pero comencé a sentir más difícil, en estos últimos años, poder proyectar mi trabajo, al menos en salas. Es por eso que diseño el Teatro en Casa. El viajar a Madrid, fue a partir de una invitación que me hacen para venir como profesor de Interpretación, de la Escuela de Actores INTERACTIVO, en la que actualmente trabajo.
Como director, en la obra Abanico de Cristal (2012) utilizas a una magnífica actriz que además canta, y muy bien. Canta boleros, temas cubanos y universales de toda la vida. ¿Por qué has entrado en el teatro musical?
Me gusta la música en vivo. He tenido experiencias de trabajar con músicos. La música ejecutada en vivo le da una cualidad y otra dimensión a las obras. Concede un ritmo, al actor y a la puesta en escena. Eso es lo que me gusta trabajar en el teatro. El sentido del ritmo. Raissa Avilés es una actriz suiza-mexicana, y a partir de textos suyos construimos este recital, este "abanico" de canciones, que iban desde una ranchera, un bolero, hasta una canción del sur de Italia. Es un espectáculo que me hubiera gustado hacer más tiempo, pero fue un acto efímero y… bello a la vez.
¿Qué tal sienta el éxito de taquilla en este último verano con la obra El burgués gentilhombre, de Molière, en el teatro Galileo, de Madrid? (Jorge Ferrera participa como actor en un elenco de Mephisto Teatro, dirigido por la cubana Liuba Cid. Verano 2014, temporada).
Un gran estímulo. Mis propuestas son casi siempre de pequeño formato. El mismo espacio de los espectadores, en las salas donde actúo, ya es reducido. De manera que cuando estoy como actor, en otras propuestas, colaborando en un proyecto más grande, como fue El Burgués Gentilhombre, pues lo disfruto mucho. Hemos actuado en los festivales más importantes que se hacen en España, de Teatro Clásico. Son espacios grandes, abiertos, y el público se divierte mucho con esta comedia de Molière que ha dirigido Liuba Cid. En esta última temporada, ha sido un placer actuar todos los días, delante de muchos espectadores. Es un equilibrio ideal. Actuar, compartir, disfrutar y, además, que sea bueno económicamente, para todos los que participamos en dicho proyecto.
¿Cómo has sobrevivido a la crisis de España, en estos tiempos en que incluso muchos españoles se marchan de su país?
Para un cubano no es nada nuevo el concepto "crisis". Logramos sobrevivir, después de pasar por crisis más fuertes. Así que en España, como en Cuba, sigo buscando una alternativa de vida, tanto profesional como personal. Soy feliz con muy pocas cosas.
Dedicarme a la creación artística me permite respirar más calmado, en medio de la velocidad tan grande que tiene toda ciudad. Cuando me he marchado de alguna ciudad, o país, he sentido que es el mismo sitio el que te invita a partir. Es algo físico, que siento. ¡Es una necesidad de cambio!
Hoy puedo decir que en España, después de 14 años, no he sentido la necesidad de irme. En cambio, sí de moverme de ciudad. Todavía me siento aquí, descubriendo nuevas cosas, en mi oficio. Quiero seguir buscando nuevas formas de compartir con el espectador.
Pero igualmente no sabemos dónde estaremos mañana… ¿o sí?