Un activista transexual sostiene que el Gobierno cubano discrimina y persigue a todos los que realizan trabajos sexuales en la calle y que el asesinato de Yosvani Muñoz Robaina el pasado 25 de abril fue un crimen homofóbico.
En una entrevista de la revista estadounidense Washington Blade, que mantiene un corresponsal en Cuba para retratar al colectivo LGBT, el transexual Leodan Suárez Quiñones, que vive en San Juan y Martínez, provincia de Pinar del Río, defiende que este asesinato no fue un "crimen pasional" como concluyeron las autoridades y que los informes de los defensores LGBT locales concluyeron que seis adolescentes le mataron a pedradas.
"Todo el mundo piensa que no se trató de un crimen pasional, sino que fue un crimen homofóbico", dijo Suárez, para quien este es un ejemplo de la discriminación y la violencia generalizada que se da en Cuba contra este colectivo. Según sus declaraciones, "muchos cubanos transexuales se ven obligados a prostituirse en la noche, ya que no pueden trabajar y recibir el soporte básico del Gobierno en educación y otros servicios".
El acoso de los policías es otro de los problemas que plantea ya que, según Suárez, son acusados habitualmente de realizar trabajos sexuales para ser detenidos. Un problema que se da especialmente fuera de la capital, ya que "los trans pueden caminar libremente en La Habana", pero no en otros lugares como su provincia natal.
Sus críticas se centran principalmente en la campaña realizada por Mariela Castro al frente del Centro Nacional de Educación Sexual (CENESEX), por la que se ofrece a los cubanos la posibilidad de cambio de sexo gratuito en el sistema nacional de salud del país desde 2008. Según cita, sólo 30 personas han podido acceder a este procedimiento, entre ellos el propio Suárez, quien no recibió la aprobación para completar su operación.
Según cuenta este activista en Washinton Blade, el problema es que esta "es la única organización a la que uno puede ir a cambiar su sexo en Cuba". Por ese motivo ha decidido crear junto a otros activistas un "proyecto comunitario" en Pinar del Río "para luchar por las personas que son discriminadas por el mundo".
En sus palabras, "si aceptamos las manos y los besos del Gobierno, hará lo imposible para destruirnos", dijo Suárez. Y añade: "Ellos no están obligados a ayudarnos, pero muchos de nosotros hemos muerto gracias a este Gobierno".