Lejos de propiciar que los campesinos trabajen libremente la tierra y la ganadería para que se desarrolle la producción agropecuaria, el gobierno de Miguel Díaz-Canel llama otra vez a los residentes de las ciudades a cultivar en canteros y patios, una opción que a cubanos de la ciudad y del campo les parece inviable.
“Las plantas tú las riegas con agua, pero es que no hay agua”, le dijo a la reportera de Radio Martí Ivette Pacheco la activista Ariana Mena, residente en La Habana Vieja: “Yo vivo en Jesús María, yo vivo en una ciudadela donde de entrada no hay condiciones ningunas para sembrar nada”.
Ellos lo saben, el régimen sabe que vivimos hacinados, comenta Mena. Entonces, “¿cómo tu vas a decir que siembren?”, se pregunta.
“Evitar canteros vacíos por más de 24 horas es el reto principal para el movimiento de la agricultura urbana y suburbana en Matanzas”, informaba la Agencia Cubana de Noticias (ACN) hace poco menos de dos semanas, citando a un funcionario local. “Un cantero vacío por más de 24 horas atenta contra los rendimientos planificados y en consecuencia lacera la garantía a la población de los vegetales frescos que necesita”.
O sea: la culpa de que no haya tomates, plátanos ni malanga la tiene un cantero que pasa un día sin uso, no los resultados prácticos de la "reforma agraria" en el país.
Sembrar en tu propia casa y garantizar el autoabastecimiento solo es posible para familias que tengan viviendas con patio, le dijo a Radio Martí Gladys González desde el Guatao, en el municipio capitalino de La Lisa.
“Los que tienen patios y jardines lo pueden hacer; yo vivo en un tercer piso y no puedo sembrar ni una mata de lechuga”, declaro González.
Como parte del plan de enfrentamiento a la pandemia de COVID-19, el Ministerio de la Agricultura implementa medidas de contingencia para garantizar el funcionamiento de sus distintos sistemas de producción, “con énfasis en el programa de autoabastecimiento municipal”, decía el periódico Granma en abril.
Por si fuera poco, debe tenerse en cuenta que Cuba es un país tropical, donde normalmente los cultivos pueden ser afectados por plagas, y sin recursos para combatirlas incluso a los propios campesinos les cuesta trabajo obtener buenas cosechas, observa uno de ellos.
“Es muy difícil, porque incluso los que trabajamos en el campo conocemos las tantas dificultados que pasamos para lograr lo que produce la tierra”, declara en entrevista con la reportera de Radio Martí el agricultor Daniel Alfaro, de San Antonio de los Baños, en la provincia de Artemisa.
Al margen de los esfuerzos que haga el agricultor, choca con problemas de acceso, por ejemplo, al abono y a los fertilizantes tan necesarios para combatir las plagas, subraya Alfaro.
“No existe una fumigación para un país como este, que todas las plagas vienen aquí; este es un país tropical y hay muchas plagas”, explica el agricultor. “Eso nos hace a nosotros, los que estamos [trabajando directamente] en el campo, difícil a veces cultivar y llegar a producir, así que dígame usted una persona del pueblo que no conoce nada de agricultura y que además no tenga condiciones tampoco para hacer nada”.