MANAGUA - Unos están en el exilio, otros en casas de seguridad y muchos silenciados.
La oposición nicaragüense intenta articularse nuevamente y sobrevivir para resistir un eventual nuevo período de gobierno del presidente izquierdista Daniel Ortega, quien según los analistas será reelegido por tercera vez consecutiva, al quedar como “candidato único”. Esto después de detener e invalidar a los opositores que podrían retarlo en las urnas.
Los dos principales bloques del país, la Coalición Nacional y la Alianza Ciudadana, que surgieron a raíz de las protestas de 2018 y no lograron unificarse en tres años de crisis sociopolítica, plantean a la Voz de América las alternativas o estrategias que preparan ante el nuevo panorama.
Ivania Álvarez, de la Coalición Nacional, comenta desde el exilio que ante la embestida de Ortega han buscado la forma de reorganizarse y por medio de los liderazgos que quedan en Nicaragua para seguir haciendo resistencia, “pero con mucho cuidado para que no sean encarcelados”.
“Estamos en dos cosas, una en el resguardo de los liderazgos que siguen en Nicaragua ante la embestida del régimen y otra la reagrupación de fuerzas. Aquí al menos hemos planteado situaciones de una reorganización como nicaragüenses opositores al régimen, pero que no nos cobije una sigla, sino que sea toda la ciudadanía autoconvocada y en eso tenemos que ser más abiertos y decir que nos necesitamos todos”, reconoció Álvarez.
Añadió que dentro de la organización aún no se ha tomado una postura clara en cuanto a llamar a votar o no votar en los comicios de este año, pero si hay algo que tiene presente es “que nos necesitamos entre todos para salir de Ortega”.
“El punto de partida es que nos necesitamos todos y debemos estar juntos y si decidimos no ir el 7 de noviembre a votar tiene que ser un solo llamado y tiene que darse con las fuerzas que quedan”.
La Coalición Nacional fue el primer bloque opositor en ser sacado de la contienda electoral tras cancelárseles la personalidad jurídica al partido de Restauración Democrática (PRD), el pasado 18 de mayo.
En dicho bloque se encontraban agrupaciones pertenecientes a familiares de las víctimas de las protestas de 2018, así como grupos de excarcelados, organizaciones feministas y grupos de la comunidad LGBTI.
El segundo bloque opositor
Por otro lado, la Alianza Ciudadana, el otro bloque opositor que fue cancelado el pasado 6 de agosto a tan solo tres meses de las elecciones, valora con más calma las acciones que tomarán ante la embestida del oficialismo.
La presidenta del desaparecido partido opositor Ciudadanos por la Libertad (CxL), Kitty Monterrey, quien también se encuentra exiliada en Costa Rica, dijo al medio Teletica que no pueden “asumir el papel de víctimas”, sino deben continuar presionando a lo interno de Nicaragua para “observar el fraude electoral del 7 de noviembre”.
“Tal vez de una sola vez podremos decirle al mundo: ‘Aquí estamos unidos contra una dictadura y esta es la estrategia, este es nuestro plan y vamos a seguir avanzando’, porque no podemos simplemente estar dependiendo de todos y de los que nos van a ayudar; tenemos que ser nosotros mismos los que propongamos soluciones y activamente participemos para derrotar a Ortega, de alguna forma, pero se tiene que lograr”, enfatizó.
A Monterrey se le cuestionó en dicho medio sobre la división de los grupos opositores y dijo que la “unión se había logrado”, pese a que nunca se concretó una alianza con el otro bloque.
La VOA ha solicitado en reiteradas ocasiones una entrevista con Monterrey para conversar al respecto, pero no ha contestado a dicha solicitud.
“No es que estemos divididos, es que ha habido opiniones diversas”, dijo Monterrey a Teletica.
Explicó que cuando se formó la Coalición Nacional y otras organizaciones, estas eran de carácter nacional y, según ella, sin una estructura amplia ni una base que pudiera realmente constituirse en una organización que le hace frente a una dictadura.
“Las organizaciones para que sean exitosas de abajo hacia arriba y no a la inversa. Entonces nosotros no es que no quisimos unidad, es que no quisimos meternos en un problema que al final tuvimos la razón, se desbarató y nosotros más bien estábamos con las puertas abiertas para que se integraran en una alianza, no en el partido, en una alianza”.
En esa misma línea la opositora Daysi George West, miembro de dicho bloque opositor, comentó a la VOA que cuando se intentó unificar o lograr algún consenso surgían algunos conflictos que impedían avanzar en las conversaciones.
“Creo que cuando hay voluntades, toda la oposición (debe) ser una para la misma causa, pero vamos a ser cuidadosos, porque también, aún dentro de la oposición, hay tendencias que no están claras”, dijo en referencia a la Coalición Nacional.
“Necesitamos reorganizarnos internamente y luego ver qué harán los otros”.
Una oposición fragmentada como la venezolana
El sociólogo Tiziano Breda, analista para Centroamérica del International Crisis Group, valora que Ortega ha dejado claro que la permanencia en el poder es primordial y está dispuesto a afrontar las consecuencias tanto internas como internacionales al inhibir a líderes de la oposición, pero advierte que también se fortalece de las debilidades de la oposición.
En entrevista con la VOA señaló que en tres años de crisis política se han evidenciado una vez más las divisiones y fragmentaciones entre los grupos de oposición, que a su consideración “han antepuesto básicamente intereses partidarios o sectoriales en vez de responder a demandas sociales de 2018”.
“Será importante ver de ahora en adelante cómo las fuerzas de oposición que de alguna manera están en la misma condición, logran poner a un lado sus diferencias y dialogan en base a una estrategia en conjunta en el ámbito electoral”, explicó.
Breda cree que con la unidad entre los dos bloques habría más posibilidades de presionar a Ortega y animaría a la ciudadanía que ya no se identifica con el mandatario, “pero que tampoco ve en estas fuerzas una alternativa, ya que no han podido ponerse de acuerdo en básicamente nada”
“Hay similitudes de tendencias y divisiones y protagonismos” entre la oposición venezolana y la nicaragüense, comenta Breda, pero aclara que en Caracas hay un liderazgo que dominó el Parlamento.
“La oposición nicaragüense tiene la desventaja de no tener representación en ningún poder del Estado, entonces no solo está dividida entre sí, sino que no tiene poder” concluyó.