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Armando Marsans y su historia en el béisbol de las Grandes Ligas


Imagen obtenida de un artículo escrito por sabr.org. En la foto: el jugador de béisbol Armando Marsans.
Imagen obtenida de un artículo escrito por sabr.org. En la foto: el jugador de béisbol Armando Marsans.

Cuando era un niño y a pesar de venir de una familia aristocrática, Armando Marsans, ayudaba a pasarle municiones al ejército libertador cubano en su lucha por la libertad contra los españoles. El pequeñito, que nació un 3 de octubre de 1887, no se imaginaría que 18 años después, firmaría como profesional con el equipo de Almendares en la Liga Profesional Cubana de Béisbol y que el 4 de julio de 1911, se convertirá en el primer cubano junto a Rafael Almeida en llegar a las Grandes Ligas desde que Esteban Bellán lo hiciera en 1871 y Chick Pedroes en 1902.

Fue a los 11 años que la familia de Armando Marsans se lo llevaría a New York para huir de la guerra y sería en el famoso Central Park de la “Gran Manzana” donde aprendería a jugar al béisbol para luego regresar a Cuba ya con el amor por las bolas y los strikes.

Recién firmado con Almendares, donde también estaba Almeida, ganaron los títulos del 1905 y 1907. Por aquel entonces, los equipos de Grandes Ligas visitaban Cuba y realizaban partidos de exhibición y fue de esa forma que los Rojos de Cincinnati dieron con su talento y el de Almeida, finalmente firmándolos el 28 de junio de 1908, ofreciéndole a Marsans 2.500 dólares y a Rafael Almeida 3.500, aunque en lo que luego fue una disputa legal, el dueño de los Rojos dijo que pagó 6.000 dólares por Marsans.

El beisbolista era brillante a la defensa y su corrido de bases era bien agresivo. Se entregaba muchísimo en los partidos y, además, era muy versátil, desempeñándose en varias posiciones.

Lamentablemente, el racismo y la discriminación llevaron a los Rojos de Cincinnati a tener que jurar que ni Rafael Almeida ni Armando Marsans, tenían “sangre negra”, pues como ya sabemos, solo jugadores de piel blanca podían jugar en Las Mayores en esa época. De ahí vino la frase hasta hoy recordada de la gerencia del equipo de los Rojos cuando dijeron: “Marsans y Almeida son dos de las más puras barras de jabón castellano que han llegado flotando a estas costas”.

Poco se habla del impacto que trajo para Cuba tener a estos peloteros en el mejor béisbol del mundo, al punto que ambos tenían asignados seguridad y viajaban con ellos un grupo de periodistas cubanos, algo que hoy vemos con estrellas como Shohei Ohtani, pero que en esa época era algo inusual.

En su primera temporada con el “Querido Cinci” como le decían a los Rojos en Cuba, Marsans bateó para .261 en 58 juegos remolcando 11 carreras. Ya para el 1912 sería un jugador regular del equipo y tuvo un buen año bateando .317 con 35 robadas, 38 empujadas, un jonrón y repitió otra buena temporada en 1913 con .297 de bateo, 37 estafadas y otras 38 carreras traídas al plato.

El gran problema para Marsans comenzó en 1914, cuando el manager Buck Herzog y él comenzaron a no llevarse bien. El piloto de los Rojos lo acusó de fingir una lesión, algo que Marsans negó fuera verdad y frecuentemente el manager de Cincinnati lo criticaba ante la prensa, la cual comenzó a ser dura con Armando, llevándolo a pedir ser cambiado de la franquicia y, por supuesto, esto le fue negado, recordando que, en aquel entonces, los peloteros eran propiedad total de los equipos y la cláusula de reserva estaba en pie.

Los Terriers de San Luis, equipo de la llamada “Liga Federal”, le ofrecieron la suma de 21.000 dólares por tres años a Marsans y cuando este le notificó al equipo y a pesar de hacerlo con el tiempo requerido que eran 10 días antes, Cincinnati decidió demandarlo frente a una corte federal.

Esto acabaría con la carrera de Marsans que tuvo que pasar casi dos años sin jugar béisbol mientras se decidía su caso. Fue el 19 de agosto de 1915 que le fue concedido el permiso para jugar con los Terriers aunque aún no se decidía su demanda, pero ya no era lo mismo.

Los Terriers lo vendieron a los Carmelitas de San Luis en 1916 y estos lo mandaron en un cambio a los Yankees de Nueva York el 15 de julio de 1917, convirtiéndose Marsans, en el primer pelotero cubano en jugar con los Bombarderos del Bronx.

Lamentablemente se partió una pierna y no pudo terminar la temporada y al siguiente año en 1918, luego de promediar .236 en 37 partidos se retiró de las Grandes Ligas.

Sus numeritos finales en la “Gran Carpa” fueron los siguientes: promedió para .269, conectó dos jonrones, empujó 221 carreras y dio 612 imparables en 655 partidos disputados.

Marsans continuó su carrera como manager ganando en 1917 el título en la Liga Cubana con el equipo Orientales, luego en 1923 dirigió ligas menores con el equipo de los Elmira Pioneers. En los años 40, dirigió en México con el equipo Tabasco, donde fue campeón en 1945 y 46 y también con los Havana Cubans en 1953.

Durante su carrera en el béisbol, Marsans también jugó en las Ligas Negras con el equipo integrado de los All Cubans y en 1923 con los Cubans Stars.

Armando Marsans murió el 3 de septiembre de 1960 en Cuba y está enterrado en el “Cementerio Colón” en La Habana. El 26 de julio de 1939, quedó inmortalizado en el Salón de la Fama del béisbol cubano, de manera muy merecida.

Fuentes: https://www.baseball-reference.com/players/m/marsaar01.shtml y https://sabr.org/

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