Bahía de Cochinos
Bahía de Cochinos: Los brigadistas se sienten traicionados por Kennedy y Obama

A 54 años de la invasión a Bahía de Cochinos, algunos expedicionarios de la Brigada 2506 se sienten doblemente traicionados.
Han pasado 54 años de la incursión de combatientes anticastristas en Bahía de Cochinos, el enclave suroccidental cubano por donde entraron los expedicionarios para intentar derrocar a Fidel Castro en 1961. La propaganda oficial, que en Cuba tilda a los integrantes de la Brigada 2506 de "mercenarios pagados por la CIA", hasta hoy proclama que aquella fue "la primera gran derrota del imperialismo en América Latina", pero muchos de los que se lanzaron a aquella aventura se sienten traicionados por el Gobierno de Estados Unidos y por la CIA.
La historia oficial
El 17 de abril de 1961, unos 1.400 expedicionarios anticastristas entrenados y armados por la Agencia Central de Inteligencia (CIA) de Estados Unidos desembarcaron en Playa Girón y Playa Larga, en la Bahía de Cochinos, unos 250 km al sureste de la capital cubana, para derrocar a Castro, quien había llegado al poder un par de años antes y se había alineado con la Unión Soviética. La invasión fue sofocada al cabo de dos días de combates, que dejaron 161 muertos en las filas revolucionarias y 107 en las anticastristas: 1.189 expedicionarios fueron capturados, cinco de ellos fueron fusilados y nueve condenados a 30 años de prisión, mientras que los demás fueron intercambiados con Washington por 53 millones de dólares en medicinas y alimentos.
El santiaguero Luis González Lalondry acababa de cumplir 26 años de edad cuando entró a la provincia de Matanzas, como Jefe de Comunicaciones del Batallón 5 de Infantería. Se siente traicionado doblemente: En 1961, cuando nunca llegaron los recursos prometidos por la Administración de J.F. Kennedy; y hoy, por la voluntad de la Casa Blanca de restablecer las relaciones entre Estados Unidos y Cuba.
"Después del 17 de diciembre del año pasado las cosas han cambiado, porque considero una nueva traición, igual a la del 17 de abril de 1961. Y esa traición de Estados Unidos y del presidente Barack Obama, entregándole todo en bandeja de plata a Raúl Castro y al comunismo en Cuba, alarga mucho más la libertad de Cuba. Yo posiblemente no la vea, pero algún día Cuba será libre", señala.
En Cuba, la propaganda oficial los tilda de mercenarios y en el imaginario popular persiste la versión de la derrota.
"El régimen de La Habana siempre nos ha acusado de todas las cosas, pero lo cierto es que Estados Unidos en el minuto cero, nos dejó solos, y solos peleamos contra 60.000 hombres que el régimen puso en el teatro de la guerra", rememora Luis González Lalondry, quien vive orgulloso de que ese episodio fue una lección de coraje y patriotismo.
"Medio siglo después se habla en el mundo de Bahía de Cochinos, cuando se habla de esto lo hacen con respeto y admiración por los que combatieron aquel 17 de abril".
Impulsado a combatir
Roberto Pichardo era un joven técnico de radio en el aeropuerto de La Habana. Su salida del país, asegura, fue impulsada por las amenazas de la policía secreta, pues él que "no estaba metido en nada", en 1960 recibió la visita de dos oficiales que le amenazaron con fusilarlo si a Cuba llegaba una invasión.
Pichardo relata que, luego del acoso, se fue a Miami y que, llegando a la ciudad, fue contactado por quienes ya preparaban la invasión, en la que se enroló junto a otros 11 técnicos de aviación.
"No sé si fue el clima, el ambiente... las cosas de la vida, me dio por alistarme y a hacerlo por la libertad de Cuba, eso fue lo que me empujó a hacer todas estas cosas", indica Pichardo, quien junto a otros estuvo veinte meses preso en la isla, hasta que "los cambiaron por compotas".
"Nos tiraron, nos hicieron desembarcar en ciertas condiciones de desventaja, eso no es correcto. En aquellos años nos sentíamos bastante mal y durante todos estos años ha aparecido una serie de información y detalles que comprueban que nos dejaron allí en muy malas condiciones".
Roberto Pichardo vuelve sobre la frustración y los elogios a sus hermanos de lucha. También habla de la situación actual y se muestra escéptico: "Los cambios de últimamente, no sé si serán del agrado de todo el mundo ni qué esperamos de ellos. Vamos a ver qué sucede con el tiempo. Han sido 54 años bastante largos y penosos, esperando siempre algo, pero desgraciadamente no ha sucedido".
Pichardo se unió años más tarde a las fuerzas cubanas que combatieron al movimiento comunista que intentaba florecer en África, lo hizo en la poco conocida Operación Makasi. Décadas más tarde, sirvió como lanchero en Centroamérica.
Todo contra el comunismo
Quizás el más conocido de aquella brigada sea Félix Rodríguez Mendigutía, porque fue asesor de las fuerzas bolivianas que dieron captura y muerte al guerrillero comunista Ernesto Che Guevara en 1967.
Su presencia encendió la ira de la delegación oficial cubana que asistió al foro de sociedad civil que se celebró en Panamá a propósito de la VII Cumbre de las Américas.
En 1960, con 17 años, participó en el "Plan Trinidad" que apoyaría a los 2000 alzados del Escambray; y con 19 años se había enrolado en la invasión a Bahía de Cochinos. Vivía desde 1954 en Estados Unidos y regresaba a liberar a Cuba del comunismo.
Dos meses antes de la invasión, Rodríguez Mendigutía entró como parte de un equipo de infiltración. Los sucesos de Bahía de Cochinos lo retuvieron en La Habana, hasta que pudo salir bajo salvoconducto de la embajada de Venezuela, donde lo mantuvieron hasta el 13 de septiembre de 1961.
Mendigutía saca un saldo bastante claro de aquel hecho: "Seguimos todos los brigadistas con el mismo propósito que nos llevó a Girón hace 54 años. Hay que seguir luchando por la libertad de nuestra patria".
"Vemos ahora con gran tristeza esta nueva apertura, que no creo que va a beneficiar en nada para la liberación de nuestra patria, sino que va a ser un factor que va a demorar la libertad de nuestro pueblo", indicó.
Rodríguez Mendigutía concuerda con los dos anticastristas anteriores, y con muchos más, en la falta de apoyo de la Administración de Kennedy para lograr los objetivos de la Brigada 2506 y que fueron abandonados, pero resalta que el Gobierno de Estados Unidos les apoyó en otras ocasiones.
"En el caso mío, después tuvimos la oportunidad de trabajar en Centroamérica, con la promesa del presidente Kennedy de eliminar a Castro y nos dio todas las facilidades y desgraciadamente lo asesinaron. Yo creo que fue el error de un presidente joven, y claro, lo pagamos muy caro todos los cubanos. Después, él trató de honestamente corregir ese error. Se hizo responsable de la invasión y yo estoy casi convencido de que le costó la muerte", finalizó.
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Radio Televisión Martí recuerda el 60 aniversario de la invasión de Bahía de Cochinos con entrevistas reveladoras a los combatientes de la gesta del 17 de abril de 1961. Las entrevistas forman parte de la serie Nuestra Historia, con el periodista Ricardo Quintana.
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Radio Televisión Martí recuerda el 60 aniversario de la invasión de Bahía de Cochinos con entrevistas reveladoras a los combatientes de la gesta del 17 de abril de 1961. Las entrevistas forman parte de la serie Nuestra Historia, con el periodista Ricardo Quintana.
Homenajes en Miami por el 60 aniversario de Bahía de Cochinos

Cada 17 de abril, los miembros de la Brigada 2506 recuerdan y rinden homenaje. Este año es el aniversario 60 de la invasión en Bahía de Cochinos y se tuvo como escenario principal de evocación el monumento en el Aeropuerto Tamiami, en el oeste del condado Miami-Dade.
Ante un B26 de la Fuerza Aérea, ubicado en el centro del aeropuerto, se levantó el escenario, bajo unas inmensas e improvisadas tiendas de campaña; desde donde intervinieron los oradores del evento conmemorativo a la epopeya que se inició el 17 de abril de 1961 en las playas del sur de la isla, en la provincia de Matanzas.
Mucho antes de las 10 de la mañana, cuando se inició el evento, ya los asientos estaban ocupados y por ambos laterales de las carpas se agrupaban en especial los familiares más jóvenes de los brigadistas sobrevivientes y también de los ya fallecidos.
La ofrenda floral ante el histórico avión de guerra fue colocada por el Capitán Amado Cantillo, uno de los hombres ranas de la expedición que estuvo en el primer grupo que pisó las arenas de Bahía de Cochinos y uno de los últimos en salir de la zona tras incursionar para rescatar a los heridos y dispersados brigadistas.
Como maestro de ceremonia estuvo Humberto Cortina, y la invocación la realizo el Reverendo Guillermo Revuelta. Las palabras iniciales del evento estuvieron a cargo del actual presidente de la Asociación de Veteranos Brigada 2506, el coronel Johnny de la Cruz, quien recordó a los caídos en las arenas cubanas, en la Rastra de la Muerte, y los fallecidos en estas “seis décadas de resistencia y lucha”.
Usaron de la palabra varios de los legisladores presentes, como el congresista federal Mario Díaz-Balart, el senador Marco Rubio; también la alcaldesa del condado Miami-Dade Daniela Levine Cava, el alcalde de Miami Francis Suarez y la vicegobernadora de la Florida Jeanette Nuñez.
El orador invitado de la celebración por los 60 años, fue el gobernador de la Florida, Ron DeSantis, quien recordó en su intervención el sacrificio de aquellos jóvenes cubanos en 1961 y la contribución posterior de los brigadistas a la nación americana.
El aeropuerto de Tamiani está ubicada en la Avenida 137 y la calle 128 que lleva el nombre de Capitán Eduardo Ferrer, uno de los pilotos de la Fuerza Aérea de Liberación, componente de la Brigada 2506.
Pase de Lista a los miembros de la Brigada 2506
Cada año, junto al Monumento a la Brigada en la Calle 8 y 13 Avenida, se realiza el histórico Pase de Lista, siempre a las 5 pm. Una fuerte exclamación de Presente va acompañada tras la mención de nombres y apellidos de los integrantes de aquel grupo de jóvenes cubanos, caídos en combates, fallecidos, ausentes o presentes en el acto.En esta ocasión, alrededor del monumento en la Pequeña Habana, se congregaron decenas de personas e intervinieron la congresista federal María Elvira Salazar, y los comisionados de Miami, Joe Carollo y Manolo Reyes.
Y a las 6:00 pm, en los predios de la Casa/Museo de la Brigada 2506, localizada en el 1821 SW 9 Calle, se celebró la acostumbrada Santa Misa.
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Fue uno de los últimos en ser capturados tras el desembarco por Bahía de Cochinos y se cuestiona si fue una batalla innecesaria, ya que muchos de los que lucharon contra los expedicionarios, ahora están en los EEUU.
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Bahía de Cochinos: 60 años de historia

Hace unos pocos días acabo de cumplir 87 años y desde muy jovencito he estado luchando contra el comunismo, y ya en la Escuela Superior, contra el castrismo y lo que sabía que venía para el pueblo de Cuba: hambre, destrucción y muerte. Y, lamentablemente, así fue.
Al triunfo de la mal llamada revolución encabezada por el tirano Fidel Castro, me convencí más aún de que no había otra alternativa que continuar luchando dentro de Cuba, y cuando la muerte me rondaba, y la cárcel esperaba por mí a la vuelta de cada esquina, no tuve otra alternativa que tomar el camino del exilio y los muchos sinsabores del destierro en Miami.
En esta bendita ciudad me incorporé a las fuerzas de la Brigada de Asalto 2506, que combatió heroicamente, el 17 de abril de 1961, por la libertad de Cuba en Bahía de Cochinos, hasta la última bala, contra un ejército de 60 mil hombres, sin agua, sin comida, sin refuerzos, sin municiones, sin apoyo aéreo, solo con su patriotismo y sus ideales. Lo demás es historia que conocen, no solo los cubanos, sino el mundo entero, 60 años después.
Los jóvenes, y los que no eran tan jóvenes, que pelearon bravamente en Playa Girón, Playa Larga, Pálpite, Yaguaramas y San Blás, hasta la última bala y el último aliento, lo hicieron como lo están haciendo ahora los cubanos de San Isidro y los seguidores de José Daniel Ferrer en Santiago de Cuba, dándole la batalla a la tiranía en sus propias barbas, y donde más le duele: la opinión pública. Ahora cuentan con un instrumento decisivo: las redes sociales y el poder de la electrónica, que hace 60 años no se conocía. Tomaría tiempo, no sé cuánto, pero están llamados a triunfar.
No obstante, Bahía de Cochinos y su historia es una alternativa para seguirla, para estudiarla y para ponerla en práctica cuando las circunstancias así lo aconsejen, porque las dictaduras y los regímenes comunistas no se caen solos, hace falta tumbarlos, y la dictadura de la mafia que gobierna nuestro país a sangre y fuego hay que sacarla del poder, como los rumanos hicieron con Ceaușescu, los italianos con Mussolini y los alemanes, con la ayuda de los aliados, con Adolfo Hitler.
Le doy Gracias a Dios que quedé vivo en Bahía de Cochinos. Agradecido estoy de haber llegado a estos 87 años, porque muchos compañeros cayeron combatiendo en San Blas, en Playa Larga o en Playa Girón. No sólo lo siento por los hermanos de causa que cayeron combatiendo, lo siento también por los que de regreso al destierro de la cárcel han cerrado sus ojos sin ver ondear la bandera de la patria libre del comunismo y del maldito castrismo.
Yo soy de los que creo que la libertad de Cuba está en camino, sólo depende de los cubanos, si tienen el valor, la entereza y la decisión de conquistarla a golpe de coraje. San Isidro es el primer golpe, pero hacen falta muchos San Isidro, y millares de jóvenes que tomen el camino de los que han puesto esta barriada de La Habana Vieja en el mapa en estos momentos.
San Isidro es el camino, pero en todos los barrios de Cuba, en todas las ciudades de la Isla, en todos los repartos de nuestro país, en todas las provincias, para que el régimen y la mafia que detenta el poder se llene de miedo, ceda, renuncie y se vaya. Si no, han perdido el tiempo los líderes de esta heroica barriada, y los más de 40 huelguistas de Santiago de Cuba y UNPACU, encabezado por José Daniel Ferrer, que se jugaron la vida por lograr el objetivo final, que es la salida del régimen castrocomunista del poder, y la libertad de Cuba.
Para la historia de los pueblos, 60 años no es mucho tiempo, pero para los hombres y las mujeres que participan en la historia misma, es una eternidad. Y la hermosa gesta que comenzó hace años con los hombres de Useppa, luego se trasladó a las selvas de Panamá, y después a las montañas de Guatemala. El tiempo ha transcurrido vertiginosamente y la vida se ha ido acabando sin darnos cuenta.
Pero la historia está ahí. El régimen nefasto está ahí. Sólo hace falta un empujoncito más para acabar con la noche oscura que ha destruido nuestro país, ha separado nuestras familias y ha empobrecido doce millones de compatriotas. Por eso el momento es ahora, no es luego, ni después.
Sesenta años de lucha

En la madrugada de abril 17 de 1961, un grupo de 1,300 hombres de la Brigada 2506 desembarcó en las playas de Bahía de Cochinos con el propósito de liberar a Cuba del régimen comunista implantado por Fidel Castro.
Lo que siguió a este desembarco fueron tres días de combate ininterrumpido contra una fuerza superior, donde los miembros de la fuerza invasora, apoyados por nuestros hermanos pilotos de la Fuerza Aérea de Liberación y miembros de la Marina, desplegaron coraje y patriotismo, dispuestos a ofrecer sus vidas por la Patria. Lamentablemente, la invasión fracasó debido a varios factores, pero principalmente por la falta de apoyo logístico y de municiones.
Este año estamos conmemorando el 60 aniversario de ese evento épico e histórico, el cual todavía despierta interés por las graves consecuencias que el fracaso de la invasión tuvo para el pueblo cubano, y más allá de los límites del continente americano. La Asociación de Veteranos de Bahía de Cochinos–Brigada 2506 conmemora este importante aniversario con varios eventos en honor a los hombres que se infiltraron en Cuba para organizar el clandestinaje, a los participaron en la invasión y en especial a los mártires que ofrecieron su vida por un ideal.
Los miembros de la Brigada 2506, durante todos estos años, han continuado con la tarea y el deber de lograr un cambio en Cuba, insistiendo en el apoyo a la sociedad civil, representada por los valientes hombres y mujeres en la isla que diariamente están en las calles oponiéndose al régimen opresor. Seguimos comprometidos en la busca de soluciones y nuevas iniciativas que ayuden a restaurar la libertad y el bienestar de nuestros hermanos y hermanas en la Isla.
Agradecemos a todos aquellas personas y entidades que con tanta generosidad han apoyado nuestros objetivos, ahora y a través de los años.
Por la Junta Directiva
Juan (Johnny) López de la Cruz
Coronel del Ejército de EEUU (retirado)
Presidente Asociación Brigada 2506
La más arriesgada epopeya bélica por la democracia en Cuba

Este 17 de abril se conmemoran 60 años de la invasión de Bahía de Cochinos. Aquellos tres días de combates, victorias y derrotas, son páginas de la historia de Cuba que por décadas el régimen de La Habana ha intentado tergiversar.
En los últimos años muchos de aquellos jóvenes de entonces han muerto. Falleció recientemente Esteban Bovo Carás, uno de los pilotos cubanos de la Brigada 2506. En 2020, se fueron el General Mayor Erneido Oliva y el publicista Julio Gonzalez-Rebull. Se enterró en el Panteón de la Brigada a Alvin Ross, residente de New Jersey y Arturo Cobo, quien levantara el Hogar de Tránsito de los Balseros en Cayo Hueso.
Los brigadistas, además del tradicional Museo en La Pequeña Habana, tienen ahora una nueva instalación en Hialeah Gardens, con un avión B-26, que fue parte de la fuerza área de la Brigada 2506 y que les donó Guatemala, gracias a gestiones del senador Marco Rubio con el entonces presidente guatemalteco Jimmy Morales.
Radio Televisión Martí les invita a repasar una serie de artículos, videos, entrevistas y testimonios con los protagonistas de aquella gesta, con los artilleros, hombres-ranas, paracaidistas, pilotos y demás integrantes de la Brigada.
Cada uno de estos relatos ofrece detalles de los preparativos de la invasión, el desembarco, los combates, los días en las prisiones castristas y el retorno a Estados Unidos.
En esta sección especial está el testimonio de varios de ellos, sus recuerdos y la visión de una misión, la más arriesgada y compleja emprendida por los exiliados cubanos.
Los hombres que honraron su compromiso de combatir el castro comunismo en cualquier lugar del mundo

En esta columna dedicada a un nuevo aniversario de la Brigada expedicionaria 2506 más que la conmemoración de una acción militar contra una dictadura, se evoca la concreción de un compromiso de cientos de cubanos que abandonaron su país para enrolarse en una misión en la que arriesgaban la vida, con la sola ambición de derrocar un régimen contrario a las convicciones democráticas que les alentaban.
Más de un combatiente de la Brigada ha expresado públicamente que nunca ha dejado de lacerarles el haber combatido contra compatriotas, pero que era inevitable si se quería derrocar un régimen violatorio de la dignidad de todos los cubanos.
Fueron hombres que no buscaban una vida mejor, no ambicionaban mejoras económicas o el disfrute de las libertades perdidas en suelo extranjero. Viajaron para prepararse militarmente, al igual que hicieron otros antes y después, que solo abandonaron las costas cubanas para regresar a ellas a combatir la dictadura.
La historia de la Brigada es muy rica en acontecimientos, contradicciones y heroísmo. Se ha escrito mucho, se han hecho documentales y analistas de diferentes nacionalidades e ideas políticas han sacado sus conclusiones, pero esta nota solo pretende destacar la valentía y el sentido del deber de los hombres que dejaron estudios, familia y trabajo, para cumplir con sus obligaciones.
Arribaron a Estados Unidos por diferentes vías y momentos. Algunos viajaron a México. Estaban dispuestos a cumplir la asignación que fuera más útil para la causa que enarbolaban y todos, más allá de antiguos militancias políticas, aceptaron el reto de unirse en la acción para ser más efectivos en el combate.
La vanguardia partió de Miami para la isla de Useppa, donde fue entrenada en diferentes disciplinas, entre ellos estaba Carlos Rodríguez Santana, "Carlay", que después de luchar fieramente en la clandestinidad contra la dictadura, dejó Cuba para incorporarse a la expedición y combatir en la isla, sueño truncado por su temprana muerte durante los entrenamientos en las montañas de Guatemala, lo que motivó a la Brigada adoptar su número de serie como identificación.
Se prepararon en diferentes países y también en Estados Unidos. Sintieron el cambio de estrategia. Vivieron el nuevo ordenamiento en los campamentos. Se hicieron paracaidistas, hombres ranas, tanquistas, infantes de marina, se especializaron en acciones comandos para ingresar a su país clandestinamente, varios fueron fusilados, entre ellos Manuel Blanco Navarro, y otros cumplieron largos años de prisión, como Emilio Martínez Venegas y Jorge Gutiérrez Izaguirre. Todos ellos integraron los equipos de infiltración que ingresaron a Cuba clandestinamente para respaldar la resistencia clandestina y los grupos guerrilleros que operaban en toda la Isla.
Tripularon aviones para combatir en el cielo cubano. Cayeron en el mar como los pilotos José Crespo y Lorenzo Pérez Lorenzo, o derribados por fuego enemigo como el estadounidenses Thomas W. Ray o el cubano Osvaldo Piedra.
Muchos fueron encarcelados.Algunos cayeron ante el paredón de fusilamiento. Otros fallecieron en el golfo. Nueve murieron por asfixia en una rastra que Osmany Cienfuegos ordenó atestar con los detenidos.
Vivida la dura experiencia, el compromiso de seguir luchando se ratificó, y se extendió a combatir el castro comunismo en cualquier lugar del mundo.
Idea que ha nutrido a muchos de ellos por años. Colaborar o trabajar con dependencias gubernamentales estadounidenses no los convirtió en servidores.
Lo que hicieron fue consecuencia de una toma de conciencia de que los intereses del castrismo deben ser enfrentados donde lo determinen las circunstancias,y en la confianza de que la colaboración prestada fuera reciprocada por Estados Unidos facilitándoles condiciones y recursos para enfrentar el totalitarismo en su patria.
Roberto Pichardo, Juan Tamayo y Juan Carlos Perón, fueron algunos de los muchos brigadistas que integraron las unidades de la marina, infantería y fuerza aérea que lucharon en el Congo contra la cuadrilla castrista que dirigía Ernesto Guevara. En el país africano murió entre otros el piloto Fausto Gómez.
Efectivos de la Brigada también se sumaron a la lucha contra los mercenarios que el castrismo envió a Angola. Pilotos y veteranos de infantería entrenaron efectivos de unidades del Frente de Liberación Nacional de Angola, gesta descrita en el libro “Cubanos combatiendo el comunismo en África”.
En Vietnam, en la lucha contra el comunismo, también participaron brigadistas, algunos perdieron la vida, entre ellos Irenaldo Padrón y Félix Sosa Camejo. América Latina fue otro escenario en el que demócratas cubanos enfrentaron la subversión castrista, allí estuvieron, entre otros, Félix Rodríguez y el capitán Eduardo Barea.
Cierto que se aliaron a una nación extranjera, Estados Unidos, país que los armó, entrenó y facilitó recursos para el combate. Fue una alianza de mutua conveniencia que nunca afectó su cubanía, tan cierta como la de las palmas, muy al contrario de la que hicieron Fidel y Raúl Castro que convirtieron a Cuba en el portaviones de la Unión Soviética en el hemisferio.
Aquellos hombres buscaban un aliado, no un amo, y aunque los laureles no cubrieron sus frentes, cumplieron con el deber, porque siempre tuvieron conciencia que si importante es la victoria, es mucho más trascendente honrar los compromisos.
Mayor General Erneido Oliva, el cubano que alcanzó el más alto rango en el ejército de EEUU

Erneido Andrés Oliva González estaba el 17 de abril de 1961 de pie en medio del combate en Playa Larga. Daba instrucciones buscando certeros disparos de morteros en uno de los encuentros más duros entre los miembros de la Brigada 2506 y las fuerzas del régimen de Fidel Castro. Su experiencia le ubicaba en la posición correcta. Los morteros caían con precisión sobre los tanques y camiones enemigos.
Oliva ya era, para la fecha, un experimentado oficial con práctica en polígonos, aulas y unidades militares. Se había graduado en 1954 con grados de subteniente de la Escuela de Cadetes de Managua y terminó con honores la Escuela de Artillería. Se mantuvo dando clases de esta disciplina militar en la Escuela de Cadetes. De 1958 a 1959, estudió en la Escuela del Caribe del Ejército de Estados Unidos, en Fort Amador, en el Canal de Panamá.
Cuando volvió a Cuba en 1959, ya el nuevo régimen había licenciado a los miembros de las Fuerzas Armadas de la República y fue nombrado Inspector General del Instituto Nacional de Reforma Agraria (INRA) de Cuba.
En 1960 fue llamado a impartir instrucción militar a las fuerzas del régimen sobre el uso de los obuses de 105 mm adquiridos por la incipiente dictadura en Italia. Estaba seguro de que esas armas podrían un día usarse en su contra, como asegura el laureado periodista Haynes Johnson en su libro Bahía de Cochinos.
Renunció al ejército el 15 de agosto de ese año y, tres días después, con la ayuda del movimiento clandestino en la isla, consiguió un pasaje de avión a los Estados Unidos. Quedaban en Cuba su esposa Graciela Ana Portela y María, su hija de un mes de nacida.
Once días después de su llegada a Miami viajó a Guatemala para iniciar su entrenamiento y participar en la fuerza expedicionaria que se enfrentaría a las tropas de Castro.
En la Brigada de Asalto 2506 su número fue el 2641, y por su experiencia militar, a sus 28 años, fue nombrado segundo jefe de la fuerza expedicionaria.
En los campamentos conoció a Johnny López de la Cruz (brigadista 2653), entonces un joven de 20 años que fungía como segundo jefe de la Compañía D del Primer Batallón de Paracaidistas de la Brigada.
El hoy coronel retirado del ejército estadounidense, y presidente actual de la Brigada 2506, recuerda que su primer encuentro con Oliva fue en los campamentos de entrenamiento en el verano de 1961 y que desde entonces mantuvieron una buena amistad.
“Salvó a sus hombres y combatió hasta que se acabaron las municiones, y en la cárcel demostró ser un gran líder”, testifica el coronel, quien asegura que Oliva “hizo mucho por la Brigada, y por este país que nos acoge”.
De los brigadistas, 214 pasaron al ejército americano.
La opinión de López de la Cruz sobre el carisma de Oliva coincide con lo expuesto por Grayston L. Lynch en su excepcional obra Decisión para un desastre: traición en Bahía de Cochinos, quien afirma que la experiencia militar y las cualidades de liderazgo hacían extremadamente popular a Oliva entre toda la Brigada.
Lynch fue uno de los dos estadounidenses que estuvo en Bahía de Cochinos la madrugada del 17 de abril, y de los primeros en desembarcar y atacar a los milicianos en la costa de Playa Girón, donde desembarcaron los hombres rana.
Otro brigadista, el periodista Luis González Lalondry, en su libro Bahía de Cochinos: la sangrienta batalla que pudo haber cambiado el destino de Cuba, destaca el liderazgo de Oliva desde los campamentos.
“El porte erguido de soldado profesional, su disciplina en aquel improvisado ejército de voluntarios, su indiscutible personalidad, le había dado entre los hombres de la Brigada 2506 una fama legendaria que inspiraba respeto y obediencia”.
Lalondry describe a Oliva como un hombre “dotado de una sugestiva personalidad, de reconocida integridad y desinteresado amor por Cuba”.
En el campamento de Helvetia, en Guatemala, organizó desde la primera noche un momento para rezar el rosario junto a otros combatientes, y su primera misión fue dirigir un batallón de entrenamiento.
Después recordaría con dolor el 8 de septiembre de 1960, cuando murió el joven Carlos Rafael Santana (Carlyle), diciendo que fue un día triste, y era el Día de la Caridad del Cobre, patrona de Cuba. La Brigada tomó el número de Santana, el 2506, para ser identificada y quedar inmortalizada en los anales de la historia.
En abril de 1961, la travesía a Cuba la realiza en el buque Houston, y debido al fragor del combate tras el desembarco, llega a tierra con las fuerzas del Segundo Batallón (la unidad élite de la Brigada, según Lynch), comandado por Hugo Sueiro con el objetivo de desembarcar por Playa Larga y desplazarse en tres direcciones hasta tomar el Central Australia, el caserío de Soplillar y Buenaventura.
La falta de apoyo aéreo y el embate de los arrecifes y el coral negro en las endebles embarcaciones, unido a los percances del Houston y la falta de municiones, hicieron que Oliva ordenara a los del Quinto Batallón unirse en el combate con el Segundo en Playa Larga.
Fueron horas de intensos enfrentamientos que con el apoyo en la tarde de dos B-26, y un breve refuerzo aéreo de 25 minutos lograron frustrar ataques y contraataques de los milicianos del régimen.
En las arenas de Playa Girón Oliva se ofreció para dirigir la defensa en la zona, con los Batallones Seis y Tres. En la última batalla que comandó, el miércoles 19 de abril, colocó una batería de bazucas para disparar sobre la curva de la carretera por donde venían las columnas del régimen. Ahí estaban los soldados del Sexto Batallón, del Segundo y tres tanques de la Brigada.
Carlos León Acosta, brigadista 3676 del Primer Batallón de Paracaidistas, es un ferviente defensor de la historia de la agrupación y de preservar su legado.
Recientemente tuvo en sus manos, para los archivos de la Brigada, un anuario de la Escuela de Cadetes de Managua donde identificó a dos generales que habían sido profesores de la entidad y se enfrentaron en las arenas del sur de Matanzas: el mayor general Erneido Oliva y José Ramón Fernández, general de división del ejército de Castro.
Varios oficiales egresados de la Escuela de Cadetes pelearon en esta batalla para distintos bandos. José Alfredo Pérez San Román, jefe militar de la agrupación, también estuvo en las clases de Fernández en la Escuela de Cadetes.
León destaca que el liderazgo nato del oficial “no se aprende en ningún lado”, en especial el heroísmo en combate. Relata que mientras eran conducidos como prisioneros desde Matanzas a La Habana, tras casi una semana sin ingerir alimentos y con escasez de agua, todos pensaban que iban a ser fusilados. Durante ese trayecto, aquellos jóvenes brigadistas recibieron el consuelo del segundo jefe de la Brigada, quien iba de prisionero en prisionero, dando aliento y esperanza.
“En ese momento, tuvo consideración y respeto por la tropa”, recuerda el ex paracaidista, y constata las cualidades y patriotismo de Oliva con un correo electrónico que le enviara en las pasadas Navidades: “Al hablar contigo en momentos que esperábamos el final de nuestras vidas, traté de cumplir las responsabilidades que me habían asignado como aprendí en la Escuela de Cadetes (sic)”.
Destaca Oliva en el correo electrónico, fechado el 26 de diciembre del 2019, que aquel gesto fue “una obligación hacia tantos jóvenes que, como tú, sin experiencia militar alguna, dieron un paso al frente y arriesgaron sus vidas combatiendo corajudamente en las playas de Girón (sic)”.
Fue capturado el 23 de abril, y el entonces capitán José Ramón Fernández, al frente de las tropas de Castro en el campo de batalla, le preguntó cuál era su objetivo al desembarcar con la Brigada. Luchar contra el comunismo, le respondió Oliva.
Fernández no le permitió hablar con una periodista soviética que quería entrevistarlo, solamente pudo decirle nombre, grado y número de matrícula.
Oliva fue amenazado también por Ernesto Guevara, quien se le acercó preguntándole si sabía lo que era traición, y si no temía a la muerte. Él le respondió que miedo le tuvo al dentista que le sacó cuatro dientes.
Tras ser apresados, los líderes de la Brigada volvieron a reencontrarse en el Hospital Naval. Oliva, Manuel Artime y José A. Pérez San Román siguieron juntos luego en la prisión del Castillo del Príncipe y después en el Presidio Modelo de Isla de Pinos. En ocasiones eran encerrados en celdas solitarias.
En la cárcel de Isla de Pinos Oliva enseñó táctica militar, estudió sobre el comunismo, y habló a los otros prisioneros sobre su experiencia en Centroamérica y México.
Durante su encarcelamiento pintó acuarelas en los muros de la cárcel. En su oficina, como reliquia, tenía una de las piezas que pintó en su celda y que su esposa pudo sacar en una de las visitas al Príncipe.
Manuel Artime dedicó uno de los poemas escritos en prisión a María, la pequeña hija de Oliva, donde le relata las hazañas de su padre.
A Pupita
(Dedicado a la hija de mi hermano Erneido Andrés Oliva)
Dios y Patria, Pupita, son preciosas divisas
que orientan los senderos de este género humano.
Voy a contarte un cuento que me narró la brisa:
Dice que hasta las palmas se inclinaron sumisas,
Cuando Dios y la Patria besaron a un cubano.
Sé que tu mente tierna, pequeña, no comprende
Por tan escasos años; no es porque yo sea un sabio
De esos que dicen cosas que nunca nadie entiende.
Pero es un tema heroico que el corazón enciende;
Mírame bien Pupita, ¿ves? Me tiemblan los labios.
Cuando seas más grande, una linda chiquilla.
Y se abran tus pupilas a este mundo sombrío,
comprenderás entonces que rara maravilla,
que cosa más profunda y a la vez más sencilla,
te está contando este, que ya es casi tu tío.
En este mundo absurdo hay dos clases de humanos:
los hombres “Luz, Pupita, y los hombres “ocaso”.
De la segunda son todos los tiranos,
Los que tienen manchados de oro y sangre las manos
Y dejan la miseria y la muerte a su paso.
De la primera clase son las personas buenas.
los héroes, los patriotas, los de Dios, los valientes.
los que ante la injusticia se olvidan de sus penas
y marchan por la vida destrozando cadenas
con la Cruz en el alma y la Estrella en la frente.
¿Sabes Pupita? Cuba fue de hombres ocaso,
de hombres que la arrastraron al hambre y al dolor.
El derecho yacía muerto a bayonetazos,
el odio dividió nuestra Patria en pedazos,
y surgió un grupo de hombres
no hombres “luz”, hombres “sol”.
Y uno de aquellos hombres les dio derrota amarga
En un lugar que nunca la historia olvidará.
Temblaron los cobardes al grito de ¡a la carga! -
¿El nombre de aquel sitio, Pupita?: ¡Playa Larga!
Y el nombre de aquel héroe, pequeña: Tu papá.
Por él has de ser buena, Pupita. ¿Me comprendes?
Has de amar a los pobres, perdonar los agravios,
Cuidar bien tu apellido que a la historia se extiende
Perdona los consejos, pero mi alma se enciende
Cuando hablo de estas cosas.
¿Ves? Me tiemblan los labios.
Porque aquel 17 de abril, fecha insumisa
Cuba mezcló su sangre con lágrimas de madre.
No, yo no pude verlo, me lo contó la brisa.
Dice que hasta las palmas se inclinaron sumisas,
Cuando Dios y la Patria besaron a tu padre.
El llamado “tribunal revolucionario”, integrado por Augusto Martínez Sánchez, Juan Almeida, Guillermo García, Sergio del Valle y Manuel Piñeiro, condenó en abril de 1962 a Oliva, Artime y Pérez San Román a 30 años de “trabajo físico obligatorio” hasta que se pagara la suma de 500 mil dólares por cada uno.
En el juicio hubo respeto, asegura González Lalondry:“Cosa rara entre los comunistas (…) precisamente por su valentía en la batalla que se llevó a cabo en la zona de Playa Girón”.
Pero ello no evitó, indica el periodista, que Fidel Castro y Ramiro Valdés, visitaran a los líderes de la Brigada en sus celdas del Castillo del Príncipe con el fin de intimidarlos.
El brigadista 4064, Enrique F. Oviedo León, quien combatió con su bazuca en Bahía de Cochinos dirigiendo la tercera escuadra del Batallón Seis, recuerda que durante el enfrentamiento en Playa Larga, la batalla más feroz de la contienda, Oliva se mantuvo de pie, dándole instrucciones y guiando sus disparos.
“Nunca se agachó, ni se parapetó tras las trincheras, era como una adrenalina”, declaró Oviedo, quien destaca la experiencia de Oliva como oficial y cadete brillante en la academia en Cuba y en los cursos en Estados Unidos y lo reconoce como estratega de la batalla.
También recuerda que en los tiempos de la cárcel, cuando se organizaba una de las audiencias del juicio contra los detenidos, donde Castro buscó humillar a los brigadistas, hubo un altercado que Oliva resolvió dando la voz de mando de “Atención”.
Los detenidos le obedecieron y cantaron el Himno Nacional. “No hubo flojera, ni pérdida de fe, la brigada se portó a la altura y a Castro le salió el tiro por la culata”, declaró Oviedó.
Lalondry, quien desembarcara con el Quinto Batallón de Infantería como Jefe de Comunicaciones de esa unidad, también recuerda que las palabras de Oliva fueron clave para evitar una confrontación mayor.
Oviedo destaca la lealtad de Oliva con sus compañeros de armas de la 2506 hasta el último momento: “Participaba con los miembros de la Brigada en New York y New Jersey, en los actos en el Cementerio de Arlington, cuando ondeaba la bandera cubana”.
De regreso a Estados Unidos, Oliva se inició en las fuerzas armadas como subteniente. El presidente John J. Kennedy lo nombró representante del personal cubano en el ejército americano. Además, sirvió de enlace para operaciones encubiertas con el entonces Secretario del Ejército Cyrus Vance y su ayudante, el entonces teniente coronel Alexander Haig.
Cuando el presidente Lyndon B. Johnson le informa del fin de las operaciones encubiertas, decidió integrarse plenamente a la vida militar.
Fue jefe de compañía en la 82ª División Aerotransportada y estuvo combatiendo en Vietnam y desembarcó con ella en República Dominicana en 1966 como parte de la Fuerza Interamericana de Paz que intervino en el país.
En 1971 pasó a la Guardia Nacional, sirviendo en el Distrito de Columbia (DC) y en 1987 el presidente Ronald Reagan lo nombra subcomandante de esa fuerza. Ese mismo año fue ascendido a Brigadier General y, en 1992, a Mayor General.
En 1993 se retiró del servicio activo.
Entre sus labores fuera de la esfera militar estuvo el haber trabajado en la oficina del senador demócrata Edward M. Kennedy, en especial en el subcomité judicial sobre inmigración y refugiados del Senado.
Durante tres años (2002-2005), bajo el mandato de George W. Bush, Oliva integró de la Junta de Gobernadores de la United Service Organization (USO), dedicada a recreación y actividades culturales para el personal militar estadounidense en todo el mundo. Era la época del inicio de la Guerra en Afganistán e Irak.
En 1996, movido por el interés de ver una Cuba libre del comunismo, Oliva intervino en la creación del Concilio de Militares Cubanoamericanos (CAMCO).
CAMCO agrupa a miembros de la Brigada, del Ejército Constitucional, de las fuerzas armadas de Estados Unidos y de las Fuerzas Armadas Revolucionarias (FAR) de Castro con el objetivo común de buscar “un cambio en Cuba, evitar muertes en la isla y que los militares no reprimieran al pueblo”, recalca el actual presidente de la Brigada 2506.
En 1997, en declaraciones a “El Nuevo Herald”, Oliva dijo que 36 años después de Bahía de Cochinos era tiempo suficiente para “cambiar las estrategias''.
"El cambio en Cuba vendrá desde dentro. El ejército debe jugar un papel clave en la transición y nuestro mensaje a ellos es que los militares del exilio le vamos a tender una mano'', dijo entonces en entrevista con el periodista Armando Correa.
En CAMCO tiende las manos a personalidades que habían combatido contra la Brigada en abril de 1961 como los pilotos General Rafael del Pino y Álvaro Prendes, decía entonces al diario miamense.
Como jefe de esa organización Oliva alentó esperanzas de cambio en la isla.
“Los militares cubanos no deben temerle a una transición democrática o a la futura participación de la comunidad exiliada. Ni ellos, ni el pueblo cubano, deben pensar que los exiliados van a arrebatarles sus propiedades o cualquier beneficio social que pudieran haber obtenido. Al contrario, los exiliados llevarán nuevas tecnologías, asistencia económica para reconstruir las ciudades, los pueblos y la infraestructura del país, y sobre todo, harán posible la reunificación de la familia cubana”, declaró el general cubanoamericano en una de las proclamas de CAMCO.
Tras su muerte, la Brigada prepara una serie de actividades para recordar la memoria del Mayor General Erneido Oliva, el cubano que alcanzó el más alto rango en el ejército de EEUU. Organizan una misa y un acto donde se exhibirán su foto y objetos personales en la Galería de Héroes y Mártires de la Brigada, en Miami.
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