Son monstruos rodantes, una especie de Frankestein, cruzados entre viejos camiones rusos y originales productos de Ford, Dodge o Chrysler americanos. Detrás de la eficiencia con que se mueven por las carreteras de la isla, podemos hallar el viejo trueque de una polea de Maz-500 por una pastilla de freno de un Hino (con devoluciones de dinero de por medio) para meterlo a la fuerza en uno que ahora es imposible definir su marca o procedencia. Así ha vivido el parque automotor cubano 54 años después.
El ingenio de los mecánicos cubanos y la perseverancia de choferes y propietarios han obrado milagros para mantener la transportación de mercancías y pasajeros. Santiago de Cuba, Bayamo y Holguín son apreciadas como las que poseen el mejor arsenal de esta herencia peculiar, pero, ¿cómo los mantienen, cuáles son los precios, las piezas más buscadas o los modelos que han logrado sobrevivir? Hablan los choferes.
Eliécer Palma manejó un camión de cargar caña de azúcar, pero sabe los detalles de sus colegas, los que se las arreglan para mantener con vida a los conocidos como “camiones americanos”.
“Usted ve un carro americano del 48 y puede tener piezas de 2004 o 2005. Hay carros con motor de Mitsubishi, caja de Hunday, diferencial de Toyota, porque han tenido que hacer mil inventos en tornos y demás”, afirma Eliécer.
Desde inicios de la década de los sesenta no ha entrado más un auto estadounidense a los puertos cubanos. Pero los cubanos se negaron de plano a convertir sus carros en chatarra y las han renovado a como dé lugar.
Ustedes los sobrevivientes: camiones y camionetas
Desde el Parque de la Fraternidad, en La Habana Vieja hasta cualquier punto del municipio Boyeros, un pasaje puede costar entre 10 ó 20 pesos en moneda nacional en un jeep o camioneta remozada. De tal modo ocurre entre Bayamo y Santiago de Cuba en un camión que truena y retumba en la carretera. Sin embargo por ser viajes rápidos y más cómodas, las conocidas camionetas Willy también son mucho más caras.
En un recorrido por sitios de venta que se anuncian en internet, se puede encontrar un automóvil Plymouth del año 52 en 12 000 cuc o un viejo Jeep del año 55 en 35 mil cuc.
Los camiones, preferentemente para transporte de pasajeros son anunciados en Clasificados St: “Se vende un camión marca Ford del año 55 con motor de Maz-500 y chasis (de) Kamaz, de Pasaje y Carga con largo de cama de 6.50 metros (21.3 pies) y ancho de 2.40 metros en buenas condiciones. Diferencial, caja y otras piezas de repuesto. En estos momentos está tirando pasajes...”
“Algunos, de camionetas han sido modificados para ser camiones de carga de pasajeros”, dice Palma, y explica que les han aumentado la capacidad y el “caballaje’ para aumentarles la fuerza. Es un híbrido, pero “cuando usted ve un carro americano, lo único que tiene de americano es la carrocería”, sentencia.
En cambio uno de los obstáculos más difíciles que debe sortear un propietario es la legalización de los híbridos y que un motor coincida con la descripción de la carta técnica que los autoriza a rodar.
Javier Puentes, en la ciudad de Bayamo, dice que la División de Ventas de Equipos y Piezas (DIVEP) funciona “para saquear a los clientes”, pues cuando allí llegan motores de uso (pero en mejor estado técnico) son los jefes ahí los que pueden acelerarte o negarte los trámites, ellos tienen la llave para dar a conocer si hay existencia de equipos o no. Ahí está el cuello de botella. Entre autorización, otros documentos y la venta final puede llegar a los 3 mil cuc”, asegura.
La referida división se anuncia como un centro para la importación y exportación, no solo de vehículos automotores, sino de equipos agrícolas. Pero es hacia la reposición de motores y piezas, desechados de otras instancias del país, a donde van las quejas.
Puentes hace algo más de un año vendió su Dodge 54, que poseía un motor diesel español comprado en un 'rastro' al precio de 5 mil pesos, pero comenta que pagó 250 dólares a un mecánico particular para montarlo, y como tenía dificultades con la certificación, pagó 100 cuc a DIVEP para que pareciera como montado por esta dirección estatal. “Ahí mismo se acabaron mis dolores de cabeza”, asintió.
El chofer que compró su autobús
Vive en Holguín y se define como un tipo con suerte. “Alejandro” pagó 300 cuc y ‘compró’ la plaza de chofer a una empresa municipal de transporte donde le asignaron un ómnibus ‘Girón VI’ sin radiador, le faltaban dos neumáticos y los otros los tenía de media vida, pero en seis meses “había recuperado lo invertido”, afirmó.
“Alejandro” pidió a Martinoticias.com no revelar su nombre verdadero por temor a represalias o ser encausado. Pero dice estar seguro de que su ‘guagua’ “era una de las más lindas que rodaban por todo Holguín”. El botín lo encontró dando viajes intermunicipales (en horario extra siempre), o llevando vacacionistas hacia la playa o contratado por la iglesia para visitas al santuario de El Cobre. “Tenía más ofertas fuera que dentro de la empresa, y al final ‘exploté’, aunque sin muchas consecuencias”, concluye.
Filiberto Lahera laboró por más de veinte años en una empresa de ómnibus escolares y sabe los entresijos de esto que es a todas luces un negocio “permitido” por las autoridades.
Lahera es hoy un opositor en la provincia de Holguín y abunda en la venta o permuta de plazas. “Se vende en 8 ó 10 mil pesos (la plaza), y claro, que los jefes lo saben y no lo saben” y usa la frase para referirse a la tolerancia a la corrupción. Lahera, ya jubilado, comenta que estas transacciones no solo se dan con los ómnibus. “En los camiones de cualquier empresa aquí se vende la plaza”, finaliza.
El ingenio de los mecánicos cubanos y la perseverancia de choferes y propietarios han obrado milagros para mantener la transportación de mercancías y pasajeros. Santiago de Cuba, Bayamo y Holguín son apreciadas como las que poseen el mejor arsenal de esta herencia peculiar, pero, ¿cómo los mantienen, cuáles son los precios, las piezas más buscadas o los modelos que han logrado sobrevivir? Hablan los choferes.
Eliécer Palma manejó un camión de cargar caña de azúcar, pero sabe los detalles de sus colegas, los que se las arreglan para mantener con vida a los conocidos como “camiones americanos”.
“Usted ve un carro americano del 48 y puede tener piezas de 2004 o 2005. Hay carros con motor de Mitsubishi, caja de Hunday, diferencial de Toyota, porque han tenido que hacer mil inventos en tornos y demás”, afirma Eliécer.
Desde inicios de la década de los sesenta no ha entrado más un auto estadounidense a los puertos cubanos. Pero los cubanos se negaron de plano a convertir sus carros en chatarra y las han renovado a como dé lugar.
Ustedes los sobrevivientes: camiones y camionetas
Desde el Parque de la Fraternidad, en La Habana Vieja hasta cualquier punto del municipio Boyeros, un pasaje puede costar entre 10 ó 20 pesos en moneda nacional en un jeep o camioneta remozada. De tal modo ocurre entre Bayamo y Santiago de Cuba en un camión que truena y retumba en la carretera. Sin embargo por ser viajes rápidos y más cómodas, las conocidas camionetas Willy también son mucho más caras.
En un recorrido por sitios de venta que se anuncian en internet, se puede encontrar un automóvil Plymouth del año 52 en 12 000 cuc o un viejo Jeep del año 55 en 35 mil cuc.
Los camiones, preferentemente para transporte de pasajeros son anunciados en Clasificados St: “Se vende un camión marca Ford del año 55 con motor de Maz-500 y chasis (de) Kamaz, de Pasaje y Carga con largo de cama de 6.50 metros (21.3 pies) y ancho de 2.40 metros en buenas condiciones. Diferencial, caja y otras piezas de repuesto. En estos momentos está tirando pasajes...”
“Algunos, de camionetas han sido modificados para ser camiones de carga de pasajeros”, dice Palma, y explica que les han aumentado la capacidad y el “caballaje’ para aumentarles la fuerza. Es un híbrido, pero “cuando usted ve un carro americano, lo único que tiene de americano es la carrocería”, sentencia.
En cambio uno de los obstáculos más difíciles que debe sortear un propietario es la legalización de los híbridos y que un motor coincida con la descripción de la carta técnica que los autoriza a rodar.
Javier Puentes, en la ciudad de Bayamo, dice que la División de Ventas de Equipos y Piezas (DIVEP) funciona “para saquear a los clientes”, pues cuando allí llegan motores de uso (pero en mejor estado técnico) son los jefes ahí los que pueden acelerarte o negarte los trámites, ellos tienen la llave para dar a conocer si hay existencia de equipos o no. Ahí está el cuello de botella. Entre autorización, otros documentos y la venta final puede llegar a los 3 mil cuc”, asegura.
La referida división se anuncia como un centro para la importación y exportación, no solo de vehículos automotores, sino de equipos agrícolas. Pero es hacia la reposición de motores y piezas, desechados de otras instancias del país, a donde van las quejas.
Puentes hace algo más de un año vendió su Dodge 54, que poseía un motor diesel español comprado en un 'rastro' al precio de 5 mil pesos, pero comenta que pagó 250 dólares a un mecánico particular para montarlo, y como tenía dificultades con la certificación, pagó 100 cuc a DIVEP para que pareciera como montado por esta dirección estatal. “Ahí mismo se acabaron mis dolores de cabeza”, asintió.
El chofer que compró su autobús
Vive en Holguín y se define como un tipo con suerte. “Alejandro” pagó 300 cuc y ‘compró’ la plaza de chofer a una empresa municipal de transporte donde le asignaron un ómnibus ‘Girón VI’ sin radiador, le faltaban dos neumáticos y los otros los tenía de media vida, pero en seis meses “había recuperado lo invertido”, afirmó.
“Alejandro” pidió a Martinoticias.com no revelar su nombre verdadero por temor a represalias o ser encausado. Pero dice estar seguro de que su ‘guagua’ “era una de las más lindas que rodaban por todo Holguín”. El botín lo encontró dando viajes intermunicipales (en horario extra siempre), o llevando vacacionistas hacia la playa o contratado por la iglesia para visitas al santuario de El Cobre. “Tenía más ofertas fuera que dentro de la empresa, y al final ‘exploté’, aunque sin muchas consecuencias”, concluye.
Filiberto Lahera laboró por más de veinte años en una empresa de ómnibus escolares y sabe los entresijos de esto que es a todas luces un negocio “permitido” por las autoridades.
Lahera es hoy un opositor en la provincia de Holguín y abunda en la venta o permuta de plazas. “Se vende en 8 ó 10 mil pesos (la plaza), y claro, que los jefes lo saben y no lo saben” y usa la frase para referirse a la tolerancia a la corrupción. Lahera, ya jubilado, comenta que estas transacciones no solo se dan con los ómnibus. “En los camiones de cualquier empresa aquí se vende la plaza”, finaliza.