La Esquina del Cortometraje del Festival de Cannes presentará el filme “La muerte del gato”, de Lilo Vilaplana, el prestigioso director cubano detrás de la serie El Capo.
Vilaplana nunca imaginó que la obra sería invitada a Cannes, para él la realización de este filme era una “deuda con Cuba”, sobre todo porque vivió en carne propia esos años de Periodo Especial, las carencias y la angustia, ahora reflejadas en el cortometraje.
“El gato de Delfina, una señora entrometida y defensora de la dictadura de los Castro, es lo único que les queda para vengarse de ella y de sus intromisiones. Como sea buscarán llevarlo al horno y luego dárselo a comer a la vieja, haciéndole creer que es un delicioso plato creado por ellos. No obstante, las cosas se saldrán de control y nada saldrá como lo habían planeado”, adelanta una reseña de "La Muerte del Gato".
En este proyecto embarcó a viejos colegas cubanos: Alberto Pujols, Bárbaro Marín, Abel Rodríguez y Ángel Bernal, Jorge Perugorría y Coralita Veloz. Algunos residen en Colombia hace años; otros viajaron expresamente para la ocasión.
“Invité a todos los actores a la casa y empezamos a trabajar el texto el día antes de rodar: y el personaje se viste así y eso lo hacemos así, dándonos unos tragos y conversando. Y yo creo que es día fue que logramos el corto.”
Parte de las imágenes fueron tomadas en La Habana, el resto, en los barrios La Candelaria y Alcázares, de Bogotá. Un poco de ayuda desde la isla y otro de imaginación fueron suficientes para recrear con fidelidad un solar habanero.
En su casa con la ayuda de su familia hizo el mural del CDR; sus padres le consiguieron un ventilador Órbita, un vaso, frutas para la pared y la libreta de abastecimiento, incluso una vecina de su barrio en Camagüey contribuyó con la figura de un indio.
A las costureras de la esquina de su casa en Colombia le encargó la confección de los uniformes de la policía cubana y la persona que habitualmente le consigue los autos para la serie El Capo pudo encontrarle, no sin dificultad, un Lada blanco.
No obstante, convertir Bogotá en La Habana fue tarea fácil comparada con la de hacer un pan cubano en una panadería local.
“Entonces me decían: Eso es una mogolla francesa. ¡No, es un pan cubano! Le llevé la foto del pancito y todo. Entonces le decía: Pero un poquito más chiquito. Y él me decía: pero esto es lo mínimo que se puede hacer, yo no sé en Cuba cómo pueden hacer el pan tan chiquito.”
"Dos amigos a los que quiero mucho"
La obra está dedicada a "dos amigos a los que quiero mucho", el dramaturgo y director cubano fallecido Raúl Guerra y al intelectual y activista político Ángel Santiesteban, actualmente encarcelado.
A la Prisión de Lawton, en un teléfono celular, hizo llegar Lilo su cortometraje para que Ángel le diera su parecer. Más tarde en el blog de Santiesteban, Los hijos que nadie quiso, saldría una reseña sobre la película.
“Cuando hablé con él por teléfono me dijo: ¡Coño, Lilo, qué rico se veía el pan!,” dice y ríe celebrando la ocurrencia del amigo.
"Radio Martí fue una ventana para todos los cubanos"
“Yo crecí con Radio Martí”, se apura a decir Vilaplana ante la interrogante sobre las referencias que se hacen en el filme a la emisora. La escuchaba junto a su abuelo Rafael. “¡Abuelo, bajito!, le decía yo,” rememora el cineasta entre risas.
En tono serio ya explica que "Radio Martí fue una ventana para todos los cubanos saber qué estaba pasando en el mundo. Lo es todavía,” insiste.
Vilaplana confía en la avidez de los cubanos por los medios alternativos para que su filme pase de memoria flash en memoria flash a lo largo de la isla. Por lo pronto, planea el estreno de “La muerte del gato” en Bogotá y Miami.
Vilaplana nunca imaginó que la obra sería invitada a Cannes, para él la realización de este filme era una “deuda con Cuba”, sobre todo porque vivió en carne propia esos años de Periodo Especial, las carencias y la angustia, ahora reflejadas en el cortometraje.
“El gato de Delfina, una señora entrometida y defensora de la dictadura de los Castro, es lo único que les queda para vengarse de ella y de sus intromisiones. Como sea buscarán llevarlo al horno y luego dárselo a comer a la vieja, haciéndole creer que es un delicioso plato creado por ellos. No obstante, las cosas se saldrán de control y nada saldrá como lo habían planeado”, adelanta una reseña de "La Muerte del Gato".
En este proyecto embarcó a viejos colegas cubanos: Alberto Pujols, Bárbaro Marín, Abel Rodríguez y Ángel Bernal, Jorge Perugorría y Coralita Veloz. Algunos residen en Colombia hace años; otros viajaron expresamente para la ocasión.
“Invité a todos los actores a la casa y empezamos a trabajar el texto el día antes de rodar: y el personaje se viste así y eso lo hacemos así, dándonos unos tragos y conversando. Y yo creo que es día fue que logramos el corto.”
Parte de las imágenes fueron tomadas en La Habana, el resto, en los barrios La Candelaria y Alcázares, de Bogotá. Un poco de ayuda desde la isla y otro de imaginación fueron suficientes para recrear con fidelidad un solar habanero.
En su casa con la ayuda de su familia hizo el mural del CDR; sus padres le consiguieron un ventilador Órbita, un vaso, frutas para la pared y la libreta de abastecimiento, incluso una vecina de su barrio en Camagüey contribuyó con la figura de un indio.
A las costureras de la esquina de su casa en Colombia le encargó la confección de los uniformes de la policía cubana y la persona que habitualmente le consigue los autos para la serie El Capo pudo encontrarle, no sin dificultad, un Lada blanco.
No obstante, convertir Bogotá en La Habana fue tarea fácil comparada con la de hacer un pan cubano en una panadería local.
“Entonces me decían: Eso es una mogolla francesa. ¡No, es un pan cubano! Le llevé la foto del pancito y todo. Entonces le decía: Pero un poquito más chiquito. Y él me decía: pero esto es lo mínimo que se puede hacer, yo no sé en Cuba cómo pueden hacer el pan tan chiquito.”
"Dos amigos a los que quiero mucho"
La obra está dedicada a "dos amigos a los que quiero mucho", el dramaturgo y director cubano fallecido Raúl Guerra y al intelectual y activista político Ángel Santiesteban, actualmente encarcelado.
A la Prisión de Lawton, en un teléfono celular, hizo llegar Lilo su cortometraje para que Ángel le diera su parecer. Más tarde en el blog de Santiesteban, Los hijos que nadie quiso, saldría una reseña sobre la película.
“Cuando hablé con él por teléfono me dijo: ¡Coño, Lilo, qué rico se veía el pan!,” dice y ríe celebrando la ocurrencia del amigo.
"Radio Martí fue una ventana para todos los cubanos"
“Yo crecí con Radio Martí”, se apura a decir Vilaplana ante la interrogante sobre las referencias que se hacen en el filme a la emisora. La escuchaba junto a su abuelo Rafael. “¡Abuelo, bajito!, le decía yo,” rememora el cineasta entre risas.
En tono serio ya explica que "Radio Martí fue una ventana para todos los cubanos saber qué estaba pasando en el mundo. Lo es todavía,” insiste.
Vilaplana confía en la avidez de los cubanos por los medios alternativos para que su filme pase de memoria flash en memoria flash a lo largo de la isla. Por lo pronto, planea el estreno de “La muerte del gato” en Bogotá y Miami.