El Cardenal Roger Etchegaray, quien tuvo un papel fundamental en las relaciones de la Iglesia Católica con el gobierno cubano y en la primera visita de un Papa a la isla, deja el Vaticano, según reporta Catholic News Agency.
Una nota de la agencia de noticias católicas recuerda el trabajo que el Cardenal francés de 94 años hizo en la isla:
En su hogar, entre libros, recuerdos e historia, hay un nacimiento que le regaló Fidel Castro. Si la Iglesia puede ahora tener un impacto en la vida de Cuba y los acontecimientos actuales, es porque el Cardenal Etchegaray fue quien trabajó en los primeros pasos que se dieron allí.
El Cardenal Etchegaray fue a Cuba por primera vez en 1989. En ese momento era Presidente del Pontificio Consejo Justicia y Paz. El viaje se mantuvo en secreto, ya que presentaba muchas dificultades, como por ejemplo el hecho que el ateísmo de estado fuese la religión oficial en Cuba hasta 1992.
En 1989 Juan Pablo II envió al Cardenal Etchegaray a Cuba para construir puentes. Era Navidad y el Purpurado podía celebrar una Misa en una abarrotada Catedral de La Habana.
Al final de la Misa, el Cardenal Etchegaray "planteó una pregunta agradable a la muchedumbre: ¿Qué mensaje voy a llevar al Papa?” “¡Que venga! ¡Que venga! ¡Que venga!” Miles de voces rugieron al unísono. “Oí su mensaje”, respondió el Purpurado, “no sé qué va a decir, pero estoy seguro de que vendrá”, según el diario Los Angeles Times.
Ese fue el primero de muchos viajes a Cuba que finalmente terminaron en la primera e histórica visita de un Papa a la isla en 1998.
Etchegaray fue secretario general de la Conferencia Episcopal Francesa entre 1961 y 1969; y Arzobispo de Marsella de 1970 a 1985. En la Curia Romana, sirvió como Presidente del Pontificio Consejo Justicia y Paz de 1984 a 1998; y dirigió el Pontificio Consejo Cor Unum de 1984 a 1995. Fue enviado por San Juan Pablo II a Irak para intentar evitar la Segunda Guerra del Golfo en 2002. Viajó a China cuatro veces (en 1980, 1993, 2000 y 2003).