La alianza que forjaron Fidel Castro y Luis Ignacio Lula da Silva, tenía el doble objetivo que el dirigente obrero brasileño llegara a la presidencia de su país y desde el gobierno protegiera y apoyara a la dictadura insular, a la vez que orquestaban un instrumento, el Foro de Sao Paulo, con capacidad de extender a todo el continente el modelo político con el que estaban identificados.
La asociación fue efectiva., tal vez hasta superó las expectativas de ambos, porque al dúo se sumó Hugo Chávez quien logró imponer en su país una dictadura institucional que le permitió manejar a su antojo las riquezas de la nación y sufragar con los bienes del pueblo venezolano el denominado Socialismo del Siglo XXI, que no dejaba de ser el traumático socialismos real con la variante fundamental de dejar una pátina democrática y que los partidarios contaran con la opción del enriquecimiento personal al poder disponer de los bienes del estado.
De los tres depredadores Lula da Silva fue el que mantuvo por más tiempo una imagen positiva. Fue referente de gobernante capaz, de hombre de convicciones democrática que respetaba la pluralidad y que no intentaba aplastar a sus rivales.
Diferentes gobiernos y organismos internacionales nunca quisieron apreciar el respaldo que prestaba a la dictadura de los hermanos Castro, como favorecía al gobierno de su par Nicolás Maduro en todas las canalladas en la que incurrió durante su mandato y su rol importante en la promoción de las dictaduras institucionales que se apoderaron de Bolivia, Nicaragua y Ecuador.
Lula era el único cuerdo del trío. Era aparentemente honrado. Había sacado un por ciento elevado de la población brasileña de la pobreza y no buscaba perpetuarse en el poder. Cuando dejó el gobierno era el candidato ideal para futuros mandatos, contaba con un amplio respaldo popular, aunque su Partido de los Trabajadores resultó envuelto en un escándalo de corrupción llamado el "mensalao".
Todo le iba bien, tanto, que su preferida Dilma Rousseff, después del escándalos de corrupción en que se vio envuelto su delfín, ministro de la Presidencia, José Dirceu, 23 años de sentencia, fuera electa presidente del país. Su influencia durante el mandato de Rousseff fue grande, en consecuencia la destitución de la mandataria afectó seriamente sus posibilidades electorales aunque paradójicamente, sigue siendo un hombre particularmente popular entre el electorado brasileños.
El tiempo ha demostrado que el eje Lula y los Castro no era exclusivamente político. Buscaban también el enriquecimiento ilícito, Más allá del respaldo que se prestaban en los foros internacionales, disponían de los recursos de sus respectivos gobiernos para favorecer a partidarios o simplemente para aumentar sus bienes.
Los líderes del PT y los jerarcas del Partido Comunista de Cuba se pusieron de acuerdo para el desarrollar el puerto de El Mariel. Esa incomprensible habilidad que tienen los Castro para lograr subsidios para su dictadura, y encubrirlos, hizo posible que la presidente Dilma Rousseff sellara los documentos del acuerdo hasta 2027, situación que se conoció gracias a una orden judicial porque los gobiernos de Lula y Dilma, "desoyeron las recomendaciones de sus expertos, ofrecieron subsidios y términos blandos, y asumieron altos riesgos financieros para que los contribuyentes brasileños subvencionaran el proyecto del mega puerto de contenedores de su aliado ideológico Raúl Castro en Mariel", como destaca un trabajo del periodista Rolando Cartaya publicado en Martinoticias.com
El secreto en cualquier negociación es clave para regímenes como los de La Habana y Luanda, pero solo es posible cuando las partes tienen particularidades que ocultar.
Lula y su sustituta Rousseff, actuaron contra los intereses de su propio país para favorecer al socio principal del proyecto común. Ellos subsidiaron la ineficiencia castrista como hizo la extinta Unión Soviética y hace la autocracia venezolana Chávez-Maduro, en consecuencia, el estado parásito castrista sobrevivía, porque le chupaba a otro pueblo sus riquezas.