La oveja Dolly, el primer mamífero clonado a partir de una célula adulta y uno de los hitos más celebrados en el campo de la investigación genética, habría cumplido este martes veinte años.
Su creador, el científico británico Ian Wilmut, afirmó en una rueda de prensa en Londres para conmemorar la ocasión que el desarrollo de tratamientos con células madre estaría dos décadas por detrás si no se hubiera producido aquel paso fundamental.
"Es probable que alguien hubiera llegado a las células madre pluripotentes inducidas (IPS, en inglés) por otros caminos, pero ese proceso, que es la clave para otras muchas cosas, se hubiera retardado varios años, quizás hasta veinte", afirmó Wilmut.
Dolly nació el 5 de julio de 1996 en un laboratorio del Instituto Roslin, en Edimburgo (Escocia), a partir del material genético que se extrajo de una célula adulta y se introdujo en un óvulo.
La existencia de la oveja no se divulgó, sin embargo, hasta 1997, cuando los científicos estuvieron seguros de que la oveja estaba sana e iba a sobrevivir.
La clonación de Dolly abrió un debate sobre la posibilidad de aplicar ese tipo de técnicas en humanos, un aspecto en el que hay que ser "muy cuidadosos", afirmó Wilmut.
"Si hay un procedimiento que te permita corregir una enfermedad o ayudar a alguien de alguna forma, y recibe la aprobación en un contexto amplio, entonces estaría a favor", puntualizó el científico.
Wilmut se mostró en cambio en contra de cualquier intervención genética para alterar características humanas como la apariencia física o la inteligencia: "No puedo imaginar una situación en la que eso resultara apropiado", señaló.
Dolly murió el 14 de febrero de 2003, con seis años, cuando los científicos decidieron sacrificarla debido a una infección pulmonar que padecía.
En 1984, investigadores de la Universidad de Cambridge clonaron por primera vez a una oveja, un proceso que repitieron en el Instituto Roslin en 1995.
La diferencia con Dolly es que aquellas clonaciones se produjeron a partir de células embrionarias, mientras que la oveja que ha logrado fama internacional provenía del material genético de una célula adulta, un procedimiento que la mayoría de investigadores consideraban imposible hace dos décadas.
"Su nacimiento demostró que las células especializadas podían ser utilizadas para crear una copia exacta del animal del que provenían.
Ese conocimiento cambió aquello que los científicos pensaban que era posible y abrió muchas posibilidades en biología y medicina", señaló el Instituto Roslin en un comunicado.
Tras su muerte, el cuerpo de Dolly fue donado al Museo Nacional de Escocia, en Edimburgo, donde se ha convertido en una de las atracciones más populares.