BARCELONA. - Llevan movilizados desde principios de septiembre, y son las hormigas obreras del secesionismo. Con una organización reticular, los "Comités de Defensa del Referéndum" (CDR) tienen todo listo para tomar las calles en los próximos días y luchar por la República Catalana.
Las iniciales de estas agrupaciones son las mismas que las de los "Comités de Defensa de la Revolución" cubana, organizados también a nivel de barrios en la isla y controlados férreamente por el Partido Comunista de Cuba (único).
Los CDR cubanos fueron fundados por Fidel Castro en 1960, en un acto multitudinario en el que el gobernante aseguró que las personas estarían vigiladas "para cuidar a la Revolución".
Según cuentan varios participantes, surgieron con un objetivo muy claro: garantizar la celebración del referéndum de autodeterminación del 1 de octubre, a pesar de la prohibición de la justicia española, por inconstitucional, y las órdenes dadas a la policía para que impidiera la votación.
Actualmente los comités están extendidos por toda Cataluña, y para llegar a la independencia están dispuestos a presionar tanto al gobierno español de Mariano Rajoy como al ejecutivo separatista catalán de Carles Puigdemont.
"Hay un referéndum legítimo, con un resultado que hay que defender", asegura Gerard Muñoz, participante de uno de estos comités.
"Nosotros vamos a tope. Y creemos que esto puede darle miedo incluso al gobierno catalán", abunda Julia Coll, participante del comité creado en el céntrico distrito barcelonés de Dreta de l'Eixample.
La presión es cada vez mayor sobre Puigdemont, que el lunes debe responder al gobierno de Rajoy si declaró o no la independencia en una sesión celebrada el pasado martes en el Parlamento catalán.
Si contesta afirmativamente, Rajoy podría responder con el artículo 155 de la Constitución, que le permitiría intervenir las amplias competencias del gobierno catalán, como la sanidad, la educación o la policía regional.
Y si responde que no, afrontará previsiblemente la respuesta airada de los independentistas, dispuestos a tomar las calles la semana entrante.
La CUP, un partido anticapitalista cuyo apoyo parlamentario es fundamental para la coalición de Puigdemont, ha anunciado ya que trabajará de cara a esas movilizaciones.
También ha avisado de posibles movilizaciones, a nivel estudiantil, la Plataforma de Universidades por la República.
A la espera de los acontecimientos, los CDR, cada uno de ellos con cientos e incluso miles de seguidores en Telegram y Twitter, se han estado preparando en estos días.
Para coordinar esfuerzos, representantes de unos 90 comités de toda Cataluña se reunieron el sábado en Sabadell, cerca de Barcelona. Tras el encuentro acordaron movilizarse ampliamente en caso de que el gobierno central suspenda la autonomía catalana o decida detener a líderes separatistas.
En el comité del barrio barcelonés de Sant Andreu, específicamente, se discutieron diversas iniciativas, como la de cambiar el nombre de los CDR a "comités de defensa de la República".
También se debatió cómo empezaría a funcionar un Estado recién creado, o sobre la manera de presionar financieramente a Madrid, por ejempo que las pequeñas y medianas empresas atrasen el pago de sus impuestos al Estado central.
Muchos de sus participantes vienen de la CUP, otros de Endavant, un movimiento muy influyente dentro de esta formación, o de Arran, una formación juvenil también vinculada al partido anticapitalista, que este verano organizó varias protestas contra la saturación turística en Cataluña.
Otros vienen de las dos grandes asociaciones independentistas, la Asamblea Nacional Catalana y Òmnium Cultural.
"La izquierda independentista tiene más experiencia de auto-organización", a golpe de movilizaciones estudiantiles y huelgas, resume Julia Coll, militante de Endavant. "Estamos muy acostumbrados a la movilización y a pisar la calle", añade.
En otros lugares de la región los vecinos se organizaron espontáneamente y sin el apoyo de militantes de partidos, entre tres y cuatro semanas antes del referendo, detalla Gerard Muñoz.
"Los CDR nacen de forma paralela en toda Cataluña, porque era necesaria la movilización de la gente para votar el 1-O. Y es que veíamos que la administración llegaba hasta cierto punto, pero no más allá", explica.
David Carmona, de 29 años y participante del comité de Sant Andreu, recuerda que en la mayoría de colegios había uno o dos referentes, personas con experiencia previa de activismo, para aconsejar sobre la forma de actuar cuando llegara la policía.
Los agentes terminaron por llegar, y no dudaron en recurrir a porras y pelotas de goma para alejar a los manifestantes que querían proteger los colegios. Una reacción que para los miembros de los comités se ha convertido en un argumento, y que por ello no entienden que Puigdemont dejara la independencia en suspenso, con la esperanza de un hipotético diálogo con Madrid.
"El pueblo catalán, después de haber dado el cuerpo para defender el referéndum, se merece otra cosa", apostilla Muñoz.
(AFP y redes sociales)