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¿Cuán riguroso es el embargo económico y financiero de EEUU a Cuba?


Atardecer en el Malecón, en La Habana.
Atardecer en el Malecón, en La Habana.

"Hay bastante de propaganda política", dice un profesor universitario consultado por el autor, quien concluye que teniendo moneda dura es una broma.

Un pequeño bulevar del Centro Comercial Comodoro, al oeste de La Habana, es uno de los sitios preferidos de compras de la jet set intelectual oficial, quienes desde sus gacetillas lanzan dardos venenosos contra el "imperialismo yanqui y su cruel bloqueo económico hacia Cuba". Pero en sus vidas privadas se deslumbran con los productos Made in USA.

En esa cadena de tiendas que flanquean al Hotel Comodoro, sus vidrieras exhiben zapatillas Nike, New Balance, jeans Levi's, pasta dental Colgate, jabones Palmolive y champú Head&Shoulders, entre más de medio centenar de marcas estadounidenses.

Dos meseras permanecen en la puerta de una cafetería en una calle de La Habana.
Dos meseras permanecen en la puerta de una cafetería en una calle de La Habana.

En un café al aire libre, usted puede beber Coca-Cola y picar salchichas alemanas aderezadas con salsa tomate Del Monte. Al otro lado de la avenida Tercera, en las tiendas del Centro de Negocio, se vende un conjunto de electrodomésticos como sartenes eléctricos Black&Decker, licuadoras RCA y arroceras Hamilton, todas con patentes de Estados Unidos.

Le invito a recorrer algunas de las 20 farmacias internacionales enclavadas en La Habana. Allí se puede adquirir jarabes Johnson, antihistamínicos y antibióticos de firmas estadounidenses.

Luego, si se llega a cualquier tenderete habanero por divisas, compra manzanas de California y muslos de pollos facturados en Kentucky. Desde 1993, toda esa mercadería, producida por "el enemigo número uno de la revolución" se vende legalmente en la isla a aquellos cubanos que de una forma u otra posean dólares, euros o pesos convertibles.

En las oficinas de las instituciones nacionales, el 90% de las computadoras utilizan software Windows. Y en esos espacios, donde se pudiera pensar que el nacionalismo barato, marca registrada de la Casa Castro, genera tipos alérgicos a la parafernalia yanqui, tranquilamente usted observa a un oficial de la policía política con gafas Ray Ban, tomar las declaraciones a un opositor acusado de "mercenario y lacayo del Gobierno americano", en un ordenador HP.

¿Cuán riguroso y hasta dónde afecta el embargo económico y financiero estadounidense a Cuba?, le pregunté a un profesor universitario, especialista en temas económicos.

El hombre carraspea la garganta y responde: "Hay bastante de propaganda política. La historia es simple. Fidel Castro nacionalizó decenas de empresas norteamericanas y en ese toma y daca que es la política exterior, Eisenhower dejó de comprar azúcar cubana, nuestro principal producto de exportación en ese entonces y decretó parcialmente un embargo económico y financiero que luego Kennedy recrudeció y en 1996, tras el derribo de cuatro avionetas de Hermanos al Rescate, el propio Clinton codificó". Bebe un poco de agua mineral de una botella y sigue respondiendo:

"Del lado que lo mires, sea del Palacio de la Revolución o de la Casa Blanca, el embargo es producto de un diferendo político que ha traído aparejado guerra sucia y subversión de ambos bandos. Fidel Castro se creyó con licencia para exportar focos guerrilleros a América Latina, apoyar con armas e instructores a las guerrillas de Colombia y El Salvador y ofrecerles asilo político a personas que radicaban en Estados Unidos con un perfil terrorista y criminal", explica con voz neutra.

Continúa explicando: "Por supuesto, en esa guerra sucia, en el plano económico, Cuba ha sacado la peor parte. Antes de 1959, el 95% de nuestra estructura económica dependía del comercio con Estados Unidos. Pero en los 38 años que fuimos subsidiados por el Kremlin (1961-1989), los efectos del embargo apenas se notaban. Si el Gobierno cubano hubiese sido previsor y establecido una estrategia nacionalista y soberana –sin participar en costosas guerras africanas que es una de las causas de la extensa crisis económica actual y hubiera puesto énfasis en el ahorro de recursos, expansión económica combinando libre mercado y negocios con Occidente– los actuales efectos del embargo fueran menores. Es un fardo pesado, sobre todo financiero, pues las transacciones no pueden hacerse en dólares y encarece el flete y las exportaciones. El cerco de la OFAC a bancos extranjeros que comercian con Cuba ha sido un golpe durísimo a los créditos y negocios. Pero desde el 17 de diciembre, Obama ha ido desmontando parcialmente el embargo". Y prosigue:

"Todavía se mantiene. Y resulta complejo comprar medicinas o alimentos pagando al cash, pues debido al desastre económico, el banco central cubano no tiene liquidez. Además, hay un marcado énfasis del Gobierno de favorecer en la nueva coyuntura a empresas militares y grupos bajo el control del nefasto capitalismo familiar que se ha afincado en Cuba. También existe un embargo lesivo del Estado que afecta a emprendedores privados y ciudadanos comunes. Observa las tarifas abusivas de la Aduana para que te des cuenta que al Estado no le interesa facilitarle las cosas a muchas personas que con sus propios esfuerzos quieren salir adelante", concluye el catedrático habanero.

La autocracia verde olivo cifra las pérdidas económicas producto del embargo en más de $121.000 millones. El Ejecutivo estadounidense reclama $7.000 millones por compensación tras las nacionalizaciones de Fidel Castro a propiedades norteamericanas.

El restablecimiento de relaciones entre dos países que vivían su particular Guerra Fría permitirá adecuar una estrategia que satisfaga a las dos partes. Pero, de momento, el Gobierno del general Castro sólo reclama sin dar nada a cambio. Se considera una víctima del embargo. Y pide resarcir con un volumen de capital que supera en poco más de nueve veces los $13.000 millones del Plan Marshall a la Europa de postguerra en 1947.

Silverio, funcionario bancario, considera que la Casa Blanca debe reparar el daño económico, "pero ni de juego es esa cantidad monstruosa de dinero que pide Raúl Castro. Una salida pudiera ser que Estados Unidos invierta en obras públicas o viviendas para personas pobres, que es mayoría en Cuba. Y así no tener que darle esos recursos al Estado cubano que, por falta de transparencia, corrupción e ineficiencia, una parte del dinero puede terminar engordando el bolsillos de unos pocos", señala.

El litigio y las negociaciones sobre el resarcimiento del embargo y compensaciones del Gobierno de Castro a negocios estadounidenses no han hecho más que comenzar.

Mientras, en Cuba, con suficiente moneda dura, los rigores del embargo son una broma.

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    Iván García, desde La Habana

    Nació en La Habana, el 15 de agosto de 1965. En 1995 se inicia como periodista independiente en la agencia Cuba Press. Ha sido colaborador de Encuentro en la Red, la Revista Hispano Cubana y la web de la Sociedad Interamericana de Prensa. A partir del 28 de enero de 2009 empezó a escribir en Desde La Habana, su primer blog. Desde octubre de 2009 es colaborador del periódico El Mundo/América y desde febrero de 2011 también publica en Diario de Cuba.

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