El embargo comercial, económico y financiero de Estados Unidos en contra del régimen de Fidel Castro en Cuba fue impuesto parcialmente en octubre de 1960, en medio del acercamiento de La Habana a la URSS y como respuesta a las expropiaciones de propiedades y bienes estadounidenses.
En febrero de ese mismo año el canciller soviético Anastas Mikoyan había firmado en la capital cubana el primer convenio comercial Cuba-URSS, bajo el cual Moscú compraría por lo menos un millón de toneladas de azúcar cubano al año, a precios preferenciales, y le suministraría petróleo barato y con facilidades de pago, aportando los barcos, Mikoyan también reveló la concesión del primer crédito de Moscú para La Habana, por 100 millones de dólares.
A instancias del Departamento de
Estado, las refinerías estadounidenses en la isla dejaron de refinar crudo soviético, a lo que Castro respondió con la expropiación de dichas plantas. El presidente Dwight D. Eisenhower canceló entonces la mayor parte de la cuota azucarera cubana, que antes de 1960 era de unos 3 millones de toneladas anuales o la mitad de la zafra. Castro ordena entonces "nacionalizar" todas las propiedades estadounidenses en Cuba, e impone aranceles prohibitivos a las importaciones de productos norteamericanos .
SIN COMPENSACIÓN
Las expropiaciones de propiedades y bienes de ciudadanos y compañías estadounidenses en la isla han sido calculadas entre 1.000 y 1.800 millones de dólares de la época.
En la mayoría de los casos no fueron compensadas, a pesar de que el decreto de ”nacionalización” de Castro reconocía ese derecho.
Fueron expropiados, entre otros, fábricas, ingenios azucareros y tierras, compañías de servicios, hoteles y compañías comerciales mayoristas y minoristas.
El presidente Eisenhower reaccionó a este despojo masivo imponiendo un embargo a todas las exportaciones estadounidenses a la isla, salvo las de alimentos y medicinas. Esto se hizo extensivo a las subsidiarias de compañías norteamericanas en otros países.
"Ike" eliminó asimismo por completo la cuota cubana de azúcar en el mercado estadounidense y las exportaciones de petróleo a la isla. Además, los buques que transportaran carga hacia o desde Cuba no podrían transportar cargamentos financiados por Washington.
AMENAZA CONTINENTAL
En abril de 1961, en vísperas de la fallida invasión por Bahía de Cochinos de la brigada de exiliados cubanos 2506, Castro se declara marxista. Cinco meses
después el Congreso de EE.UU. prohíbe expresamente en su Ley de Ayuda al Exterior la asistencia a Cuba, y autoriza al nuevo Presidente, John F. Kennedy, a establecer un "embargo total a todo el comercio con Cuba”.
Cuando el 7 de febrero de 1962 el mandatario convirtió el embargo en permanente, prohibiendo todas las importaciones de bienes de origen cubano y todas las exportaciones de bienes estadounidenses a la isla (salvo las de medicinas y alimentos no subsidiadas), Cuba había empezado a fomentar guerrillas en el hemisferio y se había convertido en una amenaza para sus democracias.
En su proclama presidencial 3447, "Embargo a todo el comercio con Cuba", Kennedy explicó que se trataba de una medida de autodefensa y dirigida a promover la seguridad nacional y hemisférica, y a aislar al régimen castrista.
Los cancilleres de los países miembros del Tratado Interamericano de Asistencia Recíproca habían determinado poco antes que el gobierno de Cuba era incompatible con los principios del sistema interamericano, y que se había alineado públicamente con la ofensiva subversiva de chinos y soviéticos en la región. (A fines de año el más joven de los presidentes de EE. UU. enfrentaría la crisis que más cerca haya puesto de su extinción a la raza humana, con el emplazamiento de misiles nucleares soviéticos en Cuba)
Se cuenta que la víspera de firmar el embargo contra los Castro, Kennedy, quien fumaba puros, pidió a su secretario de prensa, Pierre Salinger, -también cigar aficionado- que le comprara 1,200 Petit Upmann, su marca favorita de habanos.
Kennedy dio otra vuelta de tuerca a su proclama al declarar ilegales un año más tarde los viajes a Cuba de ciudadanos estadounidenses, así como las transacciones financieras y comerciales con el gobierno cubano. En 1964, después de su asesinato, el Departamento de Comercio revocó la licencia general que permitía la exportación a Cuba de alimentos y medicinas, transacciones que necesitarían en adelante aprobación previa.
CON "LA AYUDA GENEROSA DE LA UNIÓN SOVIÉTICA"
Aunque el embargo se tradujo en escasez o carencia de casi todo para los cubanos, Castro, sostenido por más que generosas subvenciones y otras ayudas de la URSS y sus satélites, apenas se quejó de las sanciones estadounidenses en los años siguientes.
Solamente la asistencia recibida de Moscú se multiplicó más de diez veces entre 1960 y 1972.
En 1972 Cuba ingresa en el Consejo de Ayuda Mutua Económica (CAME o COMECON) del bloque comunista.
En 1976 recibe condiciones preferenciales de participación, lo cual se traduce en créditos ventajosos y precios especiales para el azúcar y otros productos cubanos como los cítricos y el níquel.
Un año más tarde, a medidas conciliatorias del gobierno de James Carter que en 1977 derogaron la prohibición a los cubano-estadounidenses de viajar y gastar en Cuba, (en el primer año viajaron a Cuba 100.000 cubanoamericanos) y facilitaron el envío de remesas a familiares en la isla, Castro respondió incrementando su presencia militar en África. Las medidas de Carter fueron revertidas por la administración de Ronald Reagan en 1982.
No fue hasta principios de los 90, después que la caída del Muro de Berlín y el desmembramiento de la Unión Soviética amenazaron de muerte al castrismo (el PIB cayó un 38 %), que La Habana declaró como objetivo principal de su política exterior la derogación del embargo estadounidense.
Desde 1992 su diplomacia ha logrado una condena anual de las sanciones en la Asamblea General de Naciones Unidas, con sólo unos cuantos países votando en contra, entre ellos Estados Unidos.
"THE LAW OF THE LAND"
En los 90, en gran parte gracias al poderoso cabildeo de grupos cubano-estadounidenses como la Fundación Nacional Cubano Americana, el embargo experimentó dos significativas modificaciones encaminadas a precipitar la democratización de Cuba.
La Ley para la Democracia Cubana (CDA), presentada por el representante Robert Torricelli (D-NJ), fue aprobada por el Congreso en 1991 y luego promulgada por el presidente George H.W. Bush.
El académico cubano Esteban Morales señala en un artículo sobre el embargo que "el comercio de Cuba con las filiales de empresas norteamericanas en terceros países había observado una dinámica creciente durante los años ochenta, habiendo alcanzado su nivel más alto en 1991 con más de 718 millones de dólares".
La también llamada Ley Torricelli prohibió a las subsidiarias extranjeras de empresas estadounidenses tratar con Cuba, y entrar en puertos de Estados Unidos durante 180 días a cualquier barco que atracara en puertos cubanos. También ordenó cortar la ayuda de EE. UU. a cualquier país que brindara asistencia al gobierno castrista.
Por otro lado, la legislación también fomentaba ayudar al pueblo cubano mediante el envío de ayuda humanitaria, y permitía la reducción de determinadas sanciones "en formas cuidadosamente calibradas” en respuesta a una evolución positiva en Cuba.
La ley seguiría vigente mientras el gobierno se negara a dar pasos hacia “la democratización y hasta que mostrara más respeto hacia los derechos humanos”.
En marzo de 1996 el embargo deja de ser una serie de proclamas presidenciales y otras medidas que un nuevo presidente puede revocar, y se convierte por voluntad del Congreso en "the law of the land", en una ley de los Estados Unidos.
En la estela del derribo, por parte del gobierno de Cuba, de dos avionetas civiles de la organización Hermanos al Rescate sobre aguas internacionales, el Congreso aprueba, y el presidente Bill Clinton promulga, la Ley de Libertad y Solidaridad Democrática para Cuba, más conocida por los apellidos de sus patrocinadores, el senador Jesse Helms y el representante Dan Burton.
En su Título I, Ia ley Helms-Burton codifica las regulaciones federales existentes y reafirma el embargo en virtud de la Ley de Comercio con el Enemigo y la Ley para la Democracia Cubana de 1992.
Una de sus partes más controversiales fue aprobada otorgándole al presidente la facultad de suspenderla por un año y renovar cada año la suspensión. Se trata del Título III, que permite a los estadounidenses presentar reclamaciones legales contra empresas o individuos extranjeros que hayan traficado con sus propiedades confiscadas por el gobierno cubano.
Bajo el Título IV, Estados Unidos debe negar la entrada a los directivos y principales accionistas, así como sus familiares directos, de las empresas que se considere "trafican" con dichas propiedades.
La legislación también provee exenciones para la ayuda humanitaria al pueblo cubano y el respaldo a reformas de mercado y la democratización.
COMPRÁNDOLE AL ENEMIGO
La modificación significativa más reciente al embargo tuvo lugar en octubre de 2000 cuando el Congreso aprobó la Ley de Reforma a las Sanciones Comerciales y Mejoramiento de las Exportaciones que prevé la concesión de licencias de exportación por un año para la venta de alimentos y medicinas a Cuba.
La legislación prohíbe cualquier asistencia a la exportación y prevé que todas las transacciones deben ser pagadas por Cuba en efectivo y antes del embarque por medio de un tercer país.
Aunque el gobierno cubano juró que no compraría ni un grano de arroz y reclamó la derogación total del embargo, después de los destrozos causados por el huracán Michelle a fines del 2001 comenzó a adquirir en Estados Unidos, pagando al contado y por adelantado, maíz, trigo, soya, aceite de soya, harina, manteca de cerdo y pollos congelados entre otros alimentos.
Para 2007 Estados Unidos se había convertido en el quinto socio comercial de Cuba con 563 millones de dólares. El pico se registró en 2008, con 711 millones.
UN COLADOR
Las compras cubanas comenzaron a reducirse después de ese año cuando la isla empezó a sufrir los efectos de la crisis financiera mundial, pero en 2011 alcanzaron más de 300 millones, y en 2012 aumentaron a 460 millones.
En Estados Unidos se originan además envíos a la isla, incluidos paquetes de alimentos y medicinas, valorados en unos 2.000 millones por año. Estos, sumados a las remesas familiares, rondan actualmente los 5.000 millones de dólares según la entidad Havana Consulting Group.
El grupo calculó en 2.770 millones las remesas enviadas en 2013, y el número de viajeros, entre cubanoamericanos y estadounidenses, en unos 600.000.
Hasta la fecha la ley Helms-Burton sigue vigente, y en el papel parece un muro alto e infranqueable, lo que le hace blanco de constantes denuncias desde La Habana.
Pero las alternativas legales aprobadas tanto por el Congreso como por el Ejecutivo han ido abriendo en ese muro numerosas brechas. Como dicen algunos, hoy en día el embargo parece, más que un muro, un colador.