Cuando el viejo camión de la era soviética se parqueó frente a una farmacia en la barriada habanera de La Víbora, enseguida se armó una cola de más de treinta personas para adquirir algunas de las medicinas descargadas. Muy cerca, a la entrada de un agromercado, decenas de jubilados y amas de casas esperaban para comprar tomates.
En la última semana del año, por la concurrida Calzada de Diez de Octubre una muchedumbre caminaba con jabas cargadas de alimentos. Si a cualquiera de esas personas usted le pregunta acerca del crecimiento económico de 1.6% anunciado por el régimen en 2017, las estrategias de futuro o su valoración sobre los gobernantes, encontrarán un amplio registro de respuestas, desde la decepción por el estado de cosas hasta la indiferencia y frustración porque nadie los escucha.
“¿Qué la economía creció? Eso es un cuento, socio. Habrá crecido para ellos. ¿Dónde se esconde ese crecimiento que nadie lo ve? Hay colas por donde quiera, déficit de medicamentos y los agros desabastecidos. Todo es un globo”, dice Armando, carpintero, que lleva una hora esperando poder comprar Enalapril para su tratamiento médico.
2017 comenzó con malas noticias. En 2016, la economía cubana se había contraído 0,9% del PIB, anunciaba Ricardo Cabrisas, ministro de Economía y Planificación. Y el panorama internacional pintaba feo. Contra todos los pronósticos, Donald Trump, ganaba las elecciones en Estados Unidos y el pacto del presidente Barack Obama con las autoridades cubanas comenzó a hacer agua. En Miraflores, la cofradía de compadres bolivarianos gobierna en plan de dictadura. Pero PDVSA es incapaz de producir mayores cuotas de petróleo y ha tenido que hacer recortes que afectan a la Isla.
"Ésa es la clave por qué Cuba está en un callejón sin salida. Lo honorable es tirar al cesto todo ese disparate de planes quinquenales y discursos triunfalistas y emprender una reforma económica profunda. Naciones comunistas como Vietnam y China, la iniciaron y lograron un milagro económico", afirma Ernesto, estudioso de la economía cubana.
Por su parte Carlos, sociólogo, opina que "uno de los mayores problemas del país es su extravagante doble moneda que transforma el salario en una broma. Ese absurdo financiero provoca que un televisor de pantalla plana cueste veinte veces el sueldo de un profesional; que no despegue la producción agrícola; deformaciones en la contabilidad estatal y que un millón de personas o más, sueñen con marcharse definitivamente de su patria".
El jueves 12 de enero de 2017, Obama derogaba la política de pies-secos mojados y el parole concedido a los médicos cubanos. Se cortó de raíz la posibilidad de pisar suelo estadounidense e iniciar una vida mejor. En el año fiscal 2016, más de 50 mil cubanos llegaron a Estados Unidos, pero en 2017 el flujo migratorio sufrió un descenso considerable, reportaba Martí Noticias.
Heriberto, profesor universitario retirado, piensa que "ante las iniciativas de Obama, el gobierno reaccionó a la defensiva. En el Palacio de la Revolución ya lo están extrañando. La dinámica pudo ser otra".
Pero la Cuba de Castro respondió con la petulancia de siempre, creyendo que todas esas concesiones eran una deuda que tenía la Casa Blanca después de décadas de 'agresiones imperiales'. Y dejaron ir el tren. Se negaron a fundar sólidos cimientos económicos, dinamizar una amplia apertura a las pequeñas y medianas empresas privadas y comenzar a ensayar un modelo social auténtico y democrático.
Apostaron al estúpido numantismo político. Paralizaron las reformas económicas, frenaron el trabajo privado y mantuvieron el control y la represión a los que piensan diferente. Cerraron temporalmente el otorgamiento de licencias a particulares. Y mantuvieron las detenciones de opositores y ocupación de equipos a periodistas independientes.
Con el fuego por todas partes, Raúl Castro le escribió una carta a Vladimir Putin pidiéndole ayuda petrolera. Hablando claro: le sugirió ser el pitcher de relevo de Nicolás Maduro en materia energética.
"El viejo zorro de la KGB todavía está sacando cuentas. Putin es nacionalista, autoritario y le gusta dar golpes sobre la mesa y demostrar que Rusia es un centro de poder mundial. Pienso que uno de los posibles escenarios pudiera ser reutilizar a Cuba como fuente de conflictos con Estados Unidos. Ya sea reabriendo una base espionaje al estilo de Lourdes o un centro de atraque para submarinos nucleares", argumenta un ex funcionario consultado.
En ese juego de ajedrez mundial, Cuba, al igual que en ocasiones anteriores, es solo una pieza de sacrificio. El régimen conoce de antemano lo que significa aliarse a Moscú. Raúl Castro y su sustituto (designado a dedo por la autocracia verde olivo), deberán manejar con sutileza las relaciones con el oso ruso.
En el verano, mientras se hacía más caro y difícil conseguir alimentos en Cuba, la agencia AP develaba una historia que parecía sacada de los anales de la Guerra Fría. Por entregas, AP publicaba que más de veinte funcionarios de la Embajada de Estados Unidos en La Habana fueron víctimas de un supuesto ataque acústico.
También se supo que en febrero de 2017, Raúl Castro había conversado con el encargado de negocios Jeffrey DeLaurentis y le aseguró que Cuba no estaba detrás de esa agresión sónica. Por primera vez, las autoridades permitieron que el FBI y otros organismos de inteligencia estadounidenses investigaran en La Habana.
Aunque la Casa Blanca no ha acusado directamente a Cuba, ni ha presentado pruebas sobre un hipotético culpable, el affaire derivó en el retiro del 60 por ciento del cuerpo diplomático acreditado en la Isla, y a su vez, el régimen tuvo que retirar igual cantidad de funcionarios de su embajada en Washington.
Esto trajo consigo la paralización, hasta nuevo aviso, del plan de 20 mil visas por concepto de reunificación familiar. Ahora los interesados deben viajar a Colombia o México y efectuar allí los trámites, lo que supone un aumento considerable de dinero para obtener el cuño de entrada a Estados Unidos. Una funcionaria del Departamento de Estado, con la cual coincidí en un evento Miami, me comentó que el asunto pudiera dilatarse más de un año, “pues cada seis meses es cuando se evalúa la situación de la Embajada en La Habana”.
En septiembre, Cuba era afectada por el poderosísimo huracán Irma, que durante varias horas se paseó por la costa norte de la Isla causando 10 muertos y afectaciones considerables.
Irma destruyó cientos de casas, dañó miles de viviendas y sus consecuencias aún son visibles en la agricultura, turismo, empresas estatales, instalaciones culturales y negocios privados. Por causa del huracán, alegaron las autoridades, se retrasaron las elecciones municipales del Poder Popular, donde alrededor de 300 candidatos disidentes pensaban postularse. Violando olímpicamente su propia Constitución, la Seguridad del Estado lo impidió.
Precisamente ese retraso, es el pretexto argumentado por Raúl Castro para aplazar su jubilación hasta el 19 de abril de 2018. Mientras, la propaganda oficial trabaja a destajo, bien recordando a Fidel Castro, resaltando cifras récords en la producción de carne de cerdo, dos mil millones de inversión extranjera o que el número de turistas creció hasta 4,7 millones. Pero esos crecimientos siguen sin reflejarse en la mesa de los cubanos.
Al contrario. Cada da vez es más difícil desayunar, almorzar y comer en Cuba. Más de cien medicamentos están en falta en farmacias y hospitales. La calidad de la salud pública y la educación continúan cuesta bajo. El transporte público sigue siendo una asignatura pendiente. Y déficit real de viviendas supera el millón de casas. La macroeconomía no se come.
Para 2018 no se esperan mejorías. La probable jubilación de Raúl Castro no entusiasma a la gente. La percepción popular es que después podríamos estar peor. "El problema de Cuba es sistémico. Uno se pregunta si el gobierno tiene un plan B para salvarnos", señala Heriberto, profesor universitario retirado. ¿Habrá que esperar un milagro?