El profesor, investigador y ex-diplomático cubano Carlos Alzugaray considera que la autoridad política que deriva del legado revolucionario de los hermanos Castro no es transferible, aseguró que el liderazgo político que los suceda no podrá gobernar el país como lo han hecho hasta ahora ambos gobernantes y señaló que en Cuba es necesario repensar la actual Constitución.
En la entrevista concedida al site Cuba Posible el académico señaló que la sociedad cubana ha cambiado y seguirá cambiando y piensa que la ciudadanía exigirá que se materialice el propósito de Raúl Castro de perfeccionar la democracia, sin embargo criticó la ausencia de una clara definición del Gobierno y del Partido en cuanto al fomento de los espacios públicos de diálogo, deliberación y debate.
"Debe comenzarse por el reconocimiento en política de un principio fundamental -la 'libertad de expresión y opinión, apuntó el exdiplomático, quien considera que "la libertad de expresión debe ser respetada, promovida y protegida por todos, y entre ellos, la clase política del país".
Sobre la expresión de opiniones divergentes, el académico reconoció que hay esfuerzos oficiales por promover, entre las más amplias capas de la ciudadanía, la deliberación sobre los principales problemas del país”.
Pero identificó como obstáculo para el desarrollo de Cuba la falta de una cultura cívica de diálogo y deliberación y de tolerancia hacia opiniones disidentes y discrepantes.
Considera que una democracia que se respete no puede prescindir de esta cultura cívica respetuosa y abierta.
Con relación al modelo económico, apostó por la vía china o vietnamita.
En Cuba, la vía socialista está asociada con dos beneficios importantes: una nación independiente con una política exterior activa que nos ha hecho ser respetados en todo el mundo; y una sociedad más justa en la cual el acceso universal a la educación y la salud son principios inalterables, destacó.
A juicio de Alzugaray sólo han sido exitosas aquellas sociedades socialistas que incorporaron a su quehacer económico ciertas dosis de sectores no estatales y de relaciones monetario-mercantiles, como China y Vietnam
“Hoy por hoy, casi todas las naciones exitosas en su desarrollo con equidad social combinan instrumentos típicamente socialistas con otros característicamente capitalistas”, y recordó cuánto de socialismo hay en países como Noruega, Nueva Zelandia o Singapur y cuánto de capitalismo hay en China y Vietnam?
En cuanto al debate o deliberación sobre temas estrictamente políticos, señaló que aunque todavía es algo incipiente, el mismo se plantea inevitablemente por dos razones.
“La primera es que no puede haber transformaciones económicas sin una correspondiente mutación política. Esta conclusión no es exclusiva de la concepción marxista de la sociedad. Si se habla de descentralización de la administración, ello significa que hay que repensar la Constitución del país, base de su sistema político".
Destaca que la constitución presente promueve una centralización excesiva del modelo de toma de decisiones. La consolidación de un sector privado, integrado incluso por pequeñas y medianas empresas, uno de los sustentos clave del nuevo modelo socio-económico, obliga a considerar la conveniencia de que esos nuevos actores económicos tengan vías para defender sus intereses legítimos dentro del sistema político.
La segunda tiene que ver con el hecho incontrovertible de que el liderazgo político que surja de la transición que nos ha propuesto el presidente Raúl Castro no podrá gobernar al país cómo lo han hecho hasta ahora el líder histórico de la Revolución, Fidel Castro, y el propio Primer Mandatario.
El exdiplomatico considera que “la autoridad política que se deriva de ese legado revolucionario no es transferible. “A los nuevos dirigentes se les exigirá por sus resultados en el plano económico y por su capacidad de crear consensos a través de instituciones que tengan la legitimidad del apoyo ciudadano mayoritario.
El profesor advierte que no hay que temerle a la palabra reforma. Lo que hay en Cuba es una reforma económica, y a esa reforma económica corresponde una reforma política por las razones apuntadas, precisó.