El revuelo en torno a la compañía Carnival Cruise Line es natural. No sería el primero y, por supuesto, no será el último. Cada cierto tiempo, un empresario, o varios, tienen que rediseñar su estrategia de ventas por escándalo o boicot. Algunos, incluso –y aquí nunca mejor dicha la metáfora– se han hundido.
Carnival debe tener en cuenta que, más que un servicio, es un producto. Los productos se consumen hasta un día en que sale una mancha inesperada, por razones que a veces no tienen nada que ver con el marketing, sino con una mala estrategia de ventas, como parece ser el caso de este escándalo que amenaza fuertemente a la compañía.
Aceptar una ley dictatorial de un Estado que no otorga derecho a sus ciudadanos es altamente peligroso. En este caso puntual, estaría aceptando la segregación a bordo de un grupo de personas que, según el Estado cubano, no podrían ingresar a la isla por vía marítima por haber nacido en Cuba.
Se trata de una ley aberrante, a todas luces, que funciona desde hace muchísimos años, pero es ahora que los organismos internacionales de protección a los Derechos Humanos prestarán mucha más atención a esa ley, porque esto que está sucediendo no es más que la punta del iceberg.
Ya existe una demanda interpuesta contra la compañía Carnival, según publicó Martí Noticias este miércoles. La presentaron en la Corte Federal de Miami los cubanoamericanos Amparo Sánchez y Francisco Marty, basados en la ley de derechos civiles de 1964, que no permite discriminar por raza, color u origen nacional.
La demanda pide una moción que frene el proyecto de Carnival.
Más allá de si fructifica la demanda –tiene un antecedente en la aerolínea Kwait que intentó eliminar a judíos en sus vuelos, y el Departamento de Transporte estadounidense frenó en seco el proyecto–, un boicot comercial a la compañía podría significarle un duro golpe.
No son los únicos que se pliegan a una ley castrista para hacer negocio.
La línea española Air Europa –quien escribe fue víctima del mal uso de los derechos civiles por parte de la aerolínea– acostumbra a solicitar los pasaportes de los viajeros en la fila de embarque, para comprobar si dichos documentos están "habilitados".
¿Qué cosa es la "habilitación" del pasaporte cubano? Pues otra violación a los Derechos Humanos; un mecanismo de control interno de la dictadura para regular quién entra o no al país. No es el dato de vigor del documento lo que buscan. Es algo más. Air Europa comprueba arbitrariamente si ese sello discriminatorio existe, sin que nadie le diga nada.
Lo hace en el momento de embarque y a esa hora, por lo general, la gente no suele discutir, con lo caros que son los billetes.
A finales de 2004, el presidente de Esquerra Republicana de Cataluña, Josep Lluís Carod-Rovira, promovió un boicot para que Madrid no obtuviera la candidatura para los Juegos Olímpicos de 2012. Como respuesta, los consumidores españoles iniciaron un boicot al cava catalán, la finísima bebida espumosa que no falta en la mesa de fin de año. El champagne español, en pocas palabras.
Todavía los productores de cava, en Cataluña, no se han recuperado de las pérdidas. Claro que ellos se vieron en el medio de una situación política, pero pagaron los platos rotos.
El presidente de Freixenet, José Luis Bonet, ha tratado de revertir un estado de opinión diciendo que el cava es un producto español, toda vez que Cataluña se encuentra en España, pero ni modo de levantar. Con estas declaraciones encontraron la repulsa de buena parte de su público local.
El mercado manda y eso Carnival debe saberlo. Hay algo que sí podía haber hecho: No viajar a Cuba bajo esas condiciones.