LA HABANA, Cuba.- Mientras Miguel Díaz-Canel Bermúdez, Vicepresidente Primero de los Consejos de Estado y de Ministros, celebraba los resultados del trabajo mancomunado entre los ministerios de Educación y Cultura, supuestamente para beneficio de los ciudadanos, el Consejo Nacional de las Artes Escénicas (CNAE) era sacudido por una de las purgas más radicales de los últimos años.
Si alguien tiene alguna duda de que la “apertura” del gobierno cubano es, además de limitada, meramente económica, basta decir que por un fragmento de una reseña sobre una obra de teatro, que apareció en el catálogo del recién concluido Festival de Teatro de La Habana, fueron despedidos el Director de Desarrollo Artístico del CNAE, Noel Bonilla-Chongo, su asistente Marielvis Calzada, y Marlén Gutiérrez, vicepresidenta encargada del trabajo promocional en la institución.
El problema no fue la reseña, escrita en un estilo ameno, sin críticas exaltadas ni ánimo de conflicto; sino que la misma había sido publicada originalmente en el medio alternativo 14yMedio. Firmado por Regina Coyula, el texto fue incluido en el catálogo del festival, como avance periodístico de la obra Departures, del grupo de teatro El Ciervo Encantado.
La “equivocación”, al parecer, se produjo “por accidente”, pues la asistente no se percató de que la reseña pertenecía a la prensa independiente; solo le pareció adecuada y la incluyó. La dinámica de los eventos culturales cubanos —caracterizados por el desorden, la presión contrarreloj y la falta de presupuesto— conspiró para que Noel Bonilla-Chongo, confiando en la capacidad de su subordinada, no revisara el catálogo antes de autorizar su envío a imprenta.
Una semana después de concluido el Festival, el CNAE quedó pasmado ante los repentinos despidos y el hecho que los motivó. Nadie se atreve a decirlo en voz alta; pero la medida es excesiva, arbitraria y coherente con los comentarios que circulan acerca de la línea dura que pretende aplicar Abel Prieto Jiménez en su segundo período como Ministro de Cultura.
La prensa independiente, aunque se sabe que existe, no es seguida dentro de la Isla debido al bloqueo informativo que mantiene el gobierno cubano. No faltan quienes acusan a la asistente de atrevida e incompetente; pero la probabilidad de que la joven haya seleccionado el texto inocentemente es más plausible, en especial si se considera que la inclusión deliberada podía acarrearle la pérdida de su trabajo, sin derecho a apelación.
La política de mantener al pueblo ajeno a fuentes alternativas de información ha funcionado en doble sentido, generando un efecto boomerang que perjudica a los trabajadores estatales. Para justificar la violencia de la sanción, los verdugos han echado a volar comentarios sobre supuestos desacuerdos entre el personal despedido y el Ministerio de Cultura. Sin embargo, tanto Noel Bonilla-Chongo como Marlén Gutiérrez llevaban años ejerciendo sus respectivos cargos; es muy sospechoso que la expulsión de ambos se haya verificado justo después de publicada la reseña de la discordia.
Algunos aficionados al teatro cubano que conocen el sitio 14yMedio, llegaron a intepretar la aparición del texto en el catálogo del Festival como muestra de una posible política de tolerancia hacia el ala “culturosa” de la prensa independiente; pero en Cuba no hay sorpresas. Los despidos no han hecho más que subrayar el carácter excluyente, castigador y totalitarista de un poder que se ofende cuando lo tachan de “régimen”.
Lo sucedido en el Consejo Nacional de Artes Escénicas es tan opuesto al orden democrático, que no hay forma de comprender cómo algunas personas se tragan el sonsonete de que el gobierno cubano es más flexible que hace cuarenta años. Que en pleno siglo XXI ciudadanos cubanos pierdan su trabajo por un texto inocuo, que además no escribieron, es un hecho que solo encuentra parangón en los draconianos procedimientos del Quinquenio Gris, o en una obra de Kafka.
(Publicado en Cubanet el 13 de noviembre del 2017)