Una eventual negociación que incluya a Estados Unidos y Cuba podría "salvar" a Venezuela, opinó esta semana el excanciller mexicano Jorge G. Castañeda, en un artículo de opinión publicado por el diario The New York Times en español.
El también miembro del consejo de Human Rights Watch, argumentó que que Venezuela "tiene mucho que ganar" en tal escenario, aunque reconoció que el reciente incremento del antagonismo y las hostilidades entre los viejos enemigos de la Guerra Fría dificulta semejante movida política.
En el texto, Castañeda dice que el único país con influencia real en Caracas es Cuba: "En pocas palabras, los cubanos son los únicos actores en este embrollo que pueden influir en (Nicolás) Maduro y convencerlo de que se haga a un lado".
"Ambos países tienen incentivos reales para trabajar juntos: solo los cubanos pueden hacer salir a Maduro y a sus secuaces del poder, y solo las inversiones, el turismo, el comercio y la buena voluntad de Estados Unidos pueden permitirle a Cuba aliviar sus serios problemas económicos", apuntó.
"Se debe persuadir a la oposición y a Estados Unidos para que le otorguen a Maduro y a sus compinches asilo seguro en La Habana", recomendó el también profesor de la Universidad de Nueva York.
Castañeda recordó cómo han fracasado varios intentos de países por mediar en la crisis venezolana que ha costado la vida a más de un centenar de personas durantes las protestas callejeras de los últimos meses.
Incluso las sanciones de Estados Unidos y la presión internacional no han movido un pelo al mandatario que se aferró al poder, consiguiendo que miles de venezolanos escapen del rico país petrolero cuyo gobierno los condena a la miseria.
"Es poco probable que estas medidas por sí solas lleven el cambio a Venezuela, lo cual hace aún más atractiva la participación de dos actores antagonistas, Cuba y Estados Unidos", escribió.
Castañeda, que fue canciller de México entre el 2000 y 2003, estaba en funciones cuando un grupo de cubanos usaron un autobús para internarse en la embajada mexicana en La Habana en febrero del 2002. Buscaban solicitar asilo político.
[Escrito por Rosa T. Valdés, basado en una columna de The New York Times]