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Cardenal Ortega espera que deshielo EEUU-Cuba contagie al mundo


El cardenal cubano Jaime Ortega y Alamino oficia una misa por el papa Juan Pablo II (2005).
El cardenal cubano Jaime Ortega y Alamino oficia una misa por el papa Juan Pablo II (2005).

El Arzobispo de La Habana concluyó su homilía insistiendo en que "la paciencia, el diálogo y la perseverancia" han dado como resultado "un tiempo nuevo para Cuba y EEUU".

El cardenal arzobispo de San Cristóbal de La Habana, Jaime Lucas Ortega y Alamino, aplaudió el lunes en Roma el restablecimiento de las relaciones entre Estados Unidos y Cuba y confió en que "el mensaje del deshielo" se contagie "al mundo entero".

"Durante años habíamos perdido la esperanza, pero la Historia está llena de sorpresas. El mensaje del deshielo entre Estados Unidos y Cuba puede contagiarse al mundo entero", afirmó Ortega y Alamino en una misa dedicada al 47º aniversario de la fundación de la Comunidad de Sant'Egidio, un movimiento laico comprometido con la evangelización y la caridad.

Los embajadores de Cuba y Estados Unidos ante la Santa Sede coincidieron en la misa oficiada por el Arzobispo de La Habana en la basílica romana de San Juan de Letrán. El diplomático cubano Rodney Alejandro López Clemente y el estadounidense Kenneth F. Hackett estuvieron sentados en primera fila y escucharon juntos el oficio del Arzobispo, que se refirió a ellos en la homilía.

También aludió a ellos el presidente de la comunidad de Sant'Egidio, Marco Impagliazzo, quien les agradeció que sus países "hayan abierto una nueva época en sus relaciones", unas palabras que despertaron los aplausos de los asistentes.

El papa Francisco desempeñó un papel fundamental en el proceso de
normalización de las relaciones entre Estados Unidos y Cuba, tal y como reconocieron en diciembre Barack Obama y Raúl Castro, quienes agradecieron el apoyo del pontífice para facilitar el diálogo entre ambos países.

Ortega y Alamino subrayó que gracias a la "extraordinaria iniciativa del papa Francisco", el pasado 17 de diciembre se produjo "el fin de un tiempo que parecía que no acabaría nunca". "El muro de desconfianza que separaba Estados Unidos y Cuba parecía indestructible. La historia se mantenía parada. Pero nada es imposible", abundó.

El Arzobispo de La Habana concluyó su homilía insistiendo en que "la paciencia, el diálogo y la perseverancia" han dado como resultado "un tiempo nuevo para Cuba y Estados Unidos, un tiempo de encuentro y diálogo", y se mostró esperanzado "por el futuro del pueblo cubano".

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