La llamada "actualización" del modelo económico cubano puede haber beneficiado a muchos, pero los jubilados enfrentan dificultades cada vez mayores a medida que sus beneficios sociales se reducen, afirma un especialista norteamericano en trabajo social que visitó la isla y entrevistó a cubanos pensionados.
Según el Profesor Emérito de Trabajo Social David L. Strug, de la Universidad Yeshiva (YU) en Nueva York , la desproporcionadamente grande y creciente población mayor de Cuba figura entre los sectores que no se han beneficiado del proceso de reforma institucional iniciado por Raúl Castro en 2008 para fortalecer la débil economía isleña.
Strug señala en un artículo publicado esta semana en el portal de la entidad no lucrativa Congreso Norteamericano sobre America Latina (NACLA) que el proceso de reformas está planteando serios desafíos económicos a los jubilados, en particular a los que no tienen familiares en el extranjero que los ayuden financieramente. Sus pensiones promedio, equivalentes a 11 dólares al mes, resultan demasiado exiguas incluso para proporcionarles un nivel de vida mínimo, estima el autor.
Strug recuerda que según ha previsto la Oficina Nacional de Estadísticas de Cuba, habrá más retirados que trabajadores en la isla en 2025, una crisis que Raúl Castro ha intentado prevenir elevando en cinco años.el umbral de jubilación
El académico de la Escuela de Trabajo Social Wurzweiler de YU afirma que las personas jubiladas que entrevistó en la isla no solo reportan no haberse beneficiado de las reformas, sino que dicen estar en peores condiciones debido a los crecientes costos de los alimentos y servicios.
Esto se debe en parte a la eliminación de muchos renglones de la libreta de racionamiento, mediante la cual adquirían alimentos y otros artículos de primera necesidad a precios subsidiados. Ello ─dice el autor─ ha creado un enorme problema para las personas mayores con ingresos fijos .
Por otra parte, los planes del gobierno para poner fin a los subsidios de los comedores estatales, limitar las contribuciones a la seguridad social, y reducir el presupuesto para el sistema de salud pública afectarán de manera desproporcionada a las personas jubiladas, advierte el experto, aunque toma nota de que las autoridades aún planean mantener una red de seguridad social para las personas mayores y otros grupos de alto riesgo
En apoyo de su estudio Strug, quien ha escrito varios libros sobre Cuba enfocados en lo social, cita observaciones del economista cubanoamericano Carmelo Mesa-Lago, profesor emérito de la Universidad de Pittsburgh, quien advierte que las pensiones de la seguridad social para los jubilados cubanos han perdido significativamente su poder adquisitivo, en la misma medida en que los precios de los alimentos se han disparado.
Mesa-Lago señala en uno de sus trabajos que de acuerdo con una encuesta nacional realizada en 2010 un porcentaje superior al 20% de los cubanos de 60 años o más estaba trabajando de algún modo. La mitad de ellos volvió a faenar después de haberse retirado. El 60% reportó dificultades para vivir de sus ingresos, lo cual para el 37%. se había vuelto “imposible”. Y la mitad dijo sentir temor o incertidumbre con respecto a su situación económica futura.
El sondeo revelaba que la gran mayoría de las personas de la tercera edad dependen del apoyo de la familia, trabajos informales, o ayuda financiera enviada por familiares en el exterior. Pero muchos cubanos no tienen a nadie que les ayude desde fuera del país.
El autor ilustra estas estadísticas con el caso de una familia que conoció en Cuba: Elena y Rafael viven de la suma de sus pensiones y el salario de él, quien después de retirado volvió por necesidad a su antiguo trabajo de controlador de calidad. Todo eso totaliza unos 47 dólares por mes. Pero los gastos esenciales de la familia ascienden a cerca de 75 dólares mensuales
Estos incluyen ─pero no se limitan a─ USD $2.50 para abonar el plazo mensual del refrigerador; $6 por teléfono, electricidad y agua;medicinas ($3.30); vegetales (más de $ 5); otros alimentos básicos como plátanos y boniatos ($3.60); frutas ($4.75); picadillo, pollo y otras fuentes de proteínas ($24), aceite de cocina ($2.50), pan ($4.50), y artículos básicos de aseo y limpieza como jabón y detergente ($6.00).
La familia ─observa Strug─ enfrenta así un déficit mensual de alrededor de $28, y eso no incluye los gastos en ropa, zapatos, otros artículos de higiene personal y reparaciones ocasionales. Se ven obligados a gastar solamente en lo esencial.
El articulista señala que a estas presiones económicas se suma el sistema de doble moneda: la mayoría de los cubanos, incluidos los jubilados, reciben sus ingresos en pesos cubanos. Sin embargo, deben adquirir un número cada vez mayor de productos alimenticios, bienes y servicios en una moneda alternativa, el peso cubano convertible (CUC), con un valor aproximado de 25 pesos moneda nacional.
Esa doble economía ─dice─ es un lastre financiero en innumerables hogares, y ha contribuido a un desplome en el bienestar de las personas jubiladas en general, afirma el catedrático de Trabajo Social. Pero aquellos que no reciben remesas del extranjero ni participan en la economía informal encaran retos económicos especialmente difíciles. Y aunque pueden acceder al sector privado, muchos no tienen la voluntad de iniciar un negocio propio, dada su avanzada edad.
El autor señala que esta creciente desigualdad social está llevando a las personas mayores en la isla a cuestionarse la importancia de un proceso de reforma institucional que no ha mejorado sus vidas.
Cuba ─concluye diciendo el Profesor Emérito de Trabajo Social David Strug─ enfrenta un reto particular en la búsqueda de formas de ayudar económicamente a su población jubilada, cuyas dificultades ─pronostica─ sólo amenazan empeorar con el tiempo