El viejo almacén que servía de refugio a los cubanos varados en Turbo se vaciaba este lunes con la salida voluntaria de cientos de cubanos que han preferido solicitar el salvoconducto de Migración Colombia y continuar camino a través de la selva del Darién hacia Estados Unidos, su destino final.
Aristaly Mabel, una de las cubanas que aún permanece en el albergue, se aprestaba este lunes a solicitar el documento que le permite a los migrantes transitar legalmente en el país por un período de cinco días, lapso que aprovechan los cubanos para huir por la selva y evitar la deportación.
Unos 200 cubanos quedarían en la emblemática bodega en la que hace apenas unos días convivían hacinados unos 1.200 cubanos, según un censo de la Procuraduría colombiana.
"Me voy a quedar sola aquí si todos se van", dijo Mabel al periodista Ricardo Quintana de TV Martí. La migrante teme que "a más tardar el miércoles" el albergue se quede vacío.
Mabel, quien se ocupaba de la cocina junto a otros migrantes, se siente desolada por lo que ha ocurrido. "Muy triste, ¿para quién voy a cocinar?", escribió en un mensaje de texto.
Mercedes Salazar, otra cubana varada en Turbo, manifestó igualmente su resolución de seguir camino.
"Todos cogiendo salvaconducto, o mejor, deportación voluntaria, para ingresar a la selva. ¡Qué Dios disponga!", señaló.
Sacar a los cubanos de Turbo, ¿todo se vale?
Mientras, la ofensiva de las autoridades colombianas para sacar de Turbo a cientos de migrantes cubanos que buscan llegar a Estados Unidos incluye hasta presión y amenazas contra los pobladores locales que intenten asistirlos, dijeron el lunes medios locales y activistas de derechos humanos.
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La corresponsal del diario español de El País, Sally Palomino, dijo en un reporte publicado el lunes que las autoridades colombianas han repartido panfletos en los que advierten a quienes den cobijo a los cubanos que “podrían incurrir en un delito”.
Una fotografía muestra cómo los cubanos suben a las lanchas que los llevan hasta Capurganá para seguir, por la selva, su camino hacia Panamá. No todos cuentan con el dinero necesario para pagar el costo de la embarcación, menos aún para solicitar los servicios de un coyote que los guíe por la selva.
“En los últimos cinco días han salido más de 400 migrantes ante el temor de ser deportados a Cuba”, dijo la nota de El País.
La avalancha de cubanos saliendo de Turbo fue una reacción inmediata a la decisión de Colombia de no ceder a la petición de facilitar un puente humanitario que los lleve hasta México.
Los cubanos se han visto en la disyuntiva de ser deportados o tomar la ruta que implica atravesar la selva del Tapón del Darién.
El anuncio del Ejecutivo colombiano de que si no se van por sus propios medios, serán deportados, se suma a la presencia de la Policía en hoteles y la latente amenaza de intervenir la bodega donde se refugia la mayoría.
Sobre los panfletos con las advertencias a los vecinos, el director de Migración en Antioquia, William Patiño, justificó así la medida ante los periodistas.
“Se trata de piezas informativas para que los ciudadanos sepan lo que dice la ley sobre el tema de migrantes. La idea sigue siendo que ellos salgan de acuerdo con el salvoconducto que les hemos dado para permanecer unos días en el país hasta que encuentren cómo irse”.
Pero la “recomendación” de las autoridades también ha intimidado a la población de Turbo, que ha ofrecido ayuda a los cubanos en los últimos tres meses.
La mafia que se alimenta de la crisis de los cubanos
Liduine Zumpolle, una holandesa que trabaja por los derechos humanos en Colombia desde hace varias décadas y es representante de la corporación Manos por la Paz, también ha acompañado a los migrantes cubanos desde mucho antes de que explotara el drama de estos últimos días.
“Desde octubre del año pasado he investigado la difícil situación que tienen que vivir los migrantes en el paso por Colombia, y que se ha agudizado desde que Panamá cerró la frontera”, cuenta Zumpolle. Según ella, además de la ferocidad de la selva, los llamados coyotes han empeorado las condiciones de quienes intentan pasar hacia el país vecino.
“Es una mafia establecida con complicidad, muchas veces, de las autoridades (…) “Seguí a un grupo de cubanos, pero los coyotes no dejan pasar a cualquiera. Nos impidieron el paso. A ellos no los dejan tomar fotos en el camino, les roban lo poco que llevan o los estafan prometiéndolos que los van a guiar, pero al final los dejan abandonados”, narró Zumpolle.
Las autoridades colombianas insisten en decir que la responsabilidad del país llega hasta que desembarcan en Capurgarná. De ahí en adelante lo que sucede solo lo saben quienes han tenido la valentía de seguir su ruta hacia Estados Unidos por la selva.
Esta activista dijo al diario El Tiempo que los coyotes cobran desde 100 dólares en adelante. “Pueden llegar a 1.000. En el camino les van cobrando más plata”, dijo en la entrevista titulada "La muerte rodea a los que atraviesan El Darién".
La activista de derechos humanos agregó que “en el camino hay restos humanos y esqueletos. Hay muchos desaparecidos. Uno encuentra ropa, juguetes de niños”, explicó Zumpolle.
La semana pasada, uno de los cubanos que se preparaba en Capurganá para la peligrosa aventura, Luis González, dijo a la AFP: ""No queda otro recurso que echarnos a la selva. Responsabilizamos de lo que nos pase al presidente de Colombia, Juan Manuel Santos; a su canciller, María Ángela Holguín (...) y a la coalición internacional, encabezada por (el mandatario ecuatoriano) Rafael Correa, por darnos la espalda",