A cuatro años del fallecimiento del líder opositor cubano Oswaldo Payá, sus anhelos por una Cuba libre y democrática siguen vigentes, en un país donde los disidentes continúan siendo acosados y la población se mantiene privada de derechos políticos y civiles básicos.
La muerte del opositor, -quien antes del accidente de tráfico que le costó la vida había advertido que su vida corría peligro debido a constantes y anónimas amenazas recibidas-, avivó un debate acerca de la verdadera causa del accidente en Bayamo el 22 de julio del 2012 en el que también murió el joven opositor Harold Cepero.
La fiscalía cubana encontró culpable al español Ángel Carromero del accidente de tráfico en el que murieron ambos disidentes. Según el acta de sentencia, el automóvil en el que viajaban los opositores junto al activista sueco Aaron Modig y que conducía Carromero se salió de la carretera e impactó contra un árbol.
Pero opositores, amigos, familiares y organismos internacionales han insistido en que se investigue a fondo lo sucedido.
Uno de ellos ha sido la Fundación de Derechos Humanos (HRF, siglas en inglés), con sede en Ginebra, presentó una petición al Relator de Naciones Unidas sobre ejecuciones extrajudiciales, sumarias o arbitrarias, en la que incluye la del opositor cubano Oswaldo Payá sobre las inconsistencias de la investigación oficial sobre su muerte en 2012.
La organización documentó numerosas violaciones del debido proceso, incluyendo relatos de testigos, el examen de la autopsia manipulada y otras piezas clave que prueban que fueron pasadas por alto por el sistema judicial cubano.
Muchos consideran que el gobierno comunista no le perdonó a Payá su Proyecto Varela, que desde el 2002 impulsó una campaña para la recolección de firmas solicitando al Parlamento la realización de un referéndum sobre cambios en el sistema político de la isla.
La entrevista
Su visión política lo llevó a desmentir mitos como la aparente apatía de los cubanos respecto a temas políticos, que ha sido utilizado por los que asumen que el país necesita solo transformaciones económicas.
“A nadie como al pueblo de Cuba se le han relativizado sus derechos (…) a los cubanos siempre le quieren hacer un cuento chino”, dijo Payá Sardiñas en una entrevista con el programa “Cuba al día”, de Radio Martí, el 18 de junio del 2012.
Para probarlo, el opositor narró cómo durante la dictadura de Fulgencio Batista, en Cuba era posible tener negocios privados y sin embargo el pueblo apoyó cambios políticos, y reclamó los derechos que no eran respetados.
“(Ahora) surge esta doctrina de la sumisión que dice: ‘bueno, los cubanos lo que quizás quieren son cambios económicos’. Eso es un insulto, eso es un ultraje a nuestra a nuestra dignidad, es como decir que los cubanos no queremos los derechos civiles, políticos, no queremos la libertad”, explicó un mes antes de morir.
Incluso narró lo que le respondió a un norteamericano de izquierda, al que no identificó, quien argumentaba que los cubanos buscaban cambios económicos, no políticos.
“Yo le dije: ¿usted me está hablando en un plano racista, usted está diciendo que para nosotros los cubanitos con tener la educación y la salud gratis está bueno, que los derechos políticos y civiles son para personas de otras latitudes y personas de otras razas?
Sobre la situación actual de Cuba dijo:
“No hay justicia social, los pobres son más pobres, los trabajadores han quedado postergados en este país y han vivido con tanta carencia y sin perspectiva precisamente porque no hay derechos políticos, eso es engaño decir que los cambios económicos traen traen los derechos políticos es falso, es un cuento chino”.
En su última entrevista con Radio Martí, el fallecido disidente llamó a todos los cubanos a unirse y perder el miedo. “¿Cómo no vamos a estar preparados para ser libres?”, cuestionó.
“Vamos a comprometernos y esto va con todos los ciudadanos, no solo la oposición, en reclamar el espacio del pueblo, reclamar esa democracia tal como lo hicimos con el proyecto Varela, pacíficamente, cívicamente, ahora hay que hacerlo y decir (…) queremos la libertad de expresión, no el derecho para hablar; queremos el derecho a fundar partidos y sindicatos, queremos elecciones libres”.
“La simulación, los mecanismos de defensa nos han hecho más perder en la vida que lo que perderíamos si nos enfrentáramos a quien nos está metiendo miedo para mantenernos en el inmovilismo”, declaró.