Un proyecto sobre una eventual penalización a los clientes de la prostitución en Cuba, recientemente reflotado por Mariela Castro Espín, podría correr con mejor suerte que su postergada propuesta para que se legalicen las uniones de personas del mismo sexo.
Expertos y académicos cubanos aludieron al tema en el Simposio Internacional Violencia de Género, Prostitución, Turismo Sexual y Trata de Personas, que se celebró a fines de enero en La Habana.
Un reporte de la agencia de noticias Inter Press Service (IPS) indicó que la prostitución amenaza con afianzarse en la isla, lo que ha despertado las alarmas institucionales.
La sexóloga Castro Espín, hija del general Raúl Castro y directora del estatal Centro Nacional de Educación Sexual (CENESEX), ha defendido públicamente el enfoque desarrollado en países como Suecia, donde son sancionados quienes pagan por recibir servicios sexuales.
La propuesta no es nueva. En el 2012 medios locales difundieron un debate similar durante el VI Congreso de Sexología en La Habana.
"Parto del convencimiento de que se debe respetar la autonomía sobre el cuerpo de todas las personas, como un derecho. Sin embargo, el mercado sexual no ha desaparecido gracias al predominio de formas de organización social basadas en los sistemas de explotación patriarcal y clasista entre los seres humanos”, dijo Castro Espín en el 2012.
“Elogio la experiencia sueca de penalizar al cliente, que ha demostrado efectividad en la disminución de la explotación sexual”, expresó hace cinco años.
En el evento de enero pasado, Castro Espín volvió sobre el enfoque sueco. Según el reporte de IPS "se mostró a favor de aplicar en Cuba esta medida". También aludió a experiencias como las de Holanda y Bélgica, donde es legal el trabajo sexual.
La legislación vigente no tipifica la prostitución como delito pero castiga con confiscación de bienes y hasta 20 años de cárcel el proxenetismo, pornografía, trata de personas y corrupción de menores, que se agravan en casos de ser cometidos por agentes policiales, trabajadores del turismo y la salud, entre otros establecidos.
Los que incurren en el delito son a menudo multados o deportados a sus provincias de origen, ya que la mayoría de los que se prostituyen lo hacen en zonas dedicadas al sector turístico como La Habana o Varadero.
La prostitución y su impulso en la década de 1990
La prostitución fue prohibida en Cuba tras la revolución de 1959. A las mujeres que la ejercían, el Gobierno les ofreció oportunidades de estudio y trabajo.
La crisis económica de 1990, tras el colapso del socialismo soviético, sacó a las calles a jóvenes que comenzaron a buscar clientes extranjeros que pagaran por sus servicios en divisas.
El asunto llegó a los periódicos a finales de la década de 1990.
"Mientras no actuemos con energía contra todos los que se aprovechan de la prostitución, el 'marido', el botero (taxista), el dueño de la casa de cita, los padres que incitan a la práctica, no acabaremos con el fenómeno, ni le evitaremos a otras muchachas y otras familias este terrible flagelo", dijo el entonces secretario del Partido Comunista en La Habana, Esteban Lazo, según reportes de la época.
"No podemos llenar el país de policías y la solución no será represiva, pero tenemos conciencia de que hemos estado durante mucho tiempo persuadiendo y ya hay síntomas de cierto irrespeto, de burla a la ley, que no podemos permitir", agregó.
Desde entonces, no solo se ha mantenido el problema, sino que se ha agudizado.
Consultado por Martí Noticias, Widhner Ballester, abogado del opositor Bufete Cubano de Derechos Humanos y residente en Holguín, aseguró que a diferencia del fracaso hasta ahora de la propuesta de actualización del Código de Familia que dé luz verde, -por ejemplo-, a una eventual legalización de las uniones del mismo sexo, el proyecto de penalizar a los clientes de la prostitución podría llegar a feliz término.
“Es probable que se modifique la ley penal sustantiva, en este caso el Código Penal, con el fin de sancionar, de penar, de castigar a los clientes que van a pagar por el servicio de la prostitución. Pienso que las instancias gubernamentales no deben inmiscuirse en esos asuntos, pero si se tratase de que la mujer se va a utilizar como un objeto, una mercancía sexual, estaría de acuerdo, a pesar de que no simpatizo con el régimen, que debería tomar cartas en el asunto”, dijo.
No obstante, dijo, “la necesidad económica y material” es el mayor incentivo que tienen las personas para prostituirse en Cuba.
“Considero que sí se puede legalizar esta propuesta de Mariela Castro, porque aparentemente esto es una fachada. El gobierno cubano intenta demostrar al mundo que Cuba es lo mejor, que aquí no hay corrupción, que aquí no hay delito”, expresó.