Hace un poco más de un año la ciudad mexicana de Nuevo Laredo llegó a albergar a cerca de 2, 000 cubanos, la mayor acumulación de extranjeros jamás registrada en esa urbe fronteriza con Laredo, en el estado de Texas.
Hoy, la alarma se dispara en Matamoros, al otro lado de Brownsville, donde desde el mes pasado han estado ingresando cubanos procedentes de Tapachula, venciendo seis fronteras, en algunos casos, y en otros, en travesía desde Guyana.
“Este jueves servimos desayuno a 42 cubanos que tenemos en el albergue”, dijo a Martí Noticias, el ingeniero Juan A. Sierra, administrador de la Casa del Migrante San Juan, en Matamoros.
Entre ellos hay 7 menores de edad y una cubana con 8 meses de embarazo, que fue trasladada en las últimas horas a un hospital de Texas.
Los primeros llegaron el mes pasado a Matamoros y acamparon en el puente internacional Brownsville & Matamoros Bridge, a la espera de que los agentes de Protección de Fronteras de EE.UU. les permitieran ingresar y presentar su caso de asilo político, única opción que ha quedado para los caribeños después de eliminada la normativa conocida como pies secos-pies mojados fuera eliminada por la Administración Obama el pasado 12 de enero de 2017.
Los migrantes permanecían en un área techada, pero expuesta a las inclemencias del tiempo, sin baños y alimentados gracias a la caridad de los vecinos del lugar, que les proporcionaron comida, bebidas calientes y ropa.
“Estaban durmiendo a la intemperie, bajo un calor tórrido, con temperaturas superiores a los 40 c y los convencimos para que se trasladaran al albergue que tiene 60 camas. Ahí reciben alimentación y atención médica”, explicó Sierra.
"Andan por Matamoros como si caminaran por La Habana", apuntó el administrador de la Casa del Migrante.
Fue entonces que el propio Sierra y otros representantes de la Iglesia Católica acudieron al Instituto Nacional de Migración, que por su lado, acordó con las autoridades fronterizas de EE.UU. confeccionar un listado para que de manera ordenada los migrantes comenzaran a presentarse en el puente internacional para el debido proceso según llegara su turno.
“De manera alguna el gobierno de EE.UU. está impidiendo el ingreso de los migrantes. Lo que quieren es un cruce organizado. Llegan al puente, presentan sus documentos y se anotan en el listado. De ahí se van a la Casa del Migrante a esperar que los llamen en grupos de entre 5 y 7 personas, según la relación”, indicó el ingeniero.
Pero al mismo tiempo siguen llegando cubanos a Matamoros por avión u ómnibus. Según información que maneja el activista, hay 200 cubanos en camino a Matamoros porque el gobierno de México no ha dejado de emitir el ya conocido salvoconducto que les permite transitar por el territorio azteca por 21 días.
“Este miércoles llegaron 14, entre ellos 2 de un grupo de 5 que fue secuestrado en Reynosa. Hablé con un matrimonio que pasó 14 días en la selva, la señora tenía los pies destrozados. ¡Qué sacrificio! ”, lamentó Sierra.
Tras presentarse a las autoridades estadounidenses, los cubanos deben demostrar miedo creíble y entonces comenzar un proceso de asilo. De lo contrario, encaran la deportación. Algunos reciben un “parole” para permanecer en el país y esperar la cita judicial en libertad. Un año después pueden procesar su residencia permanente bajo la Ley de Ajuste Cubano, vigente desde 1966.
Previendo que el flujo continúe, los defensores de los inmigrantes han hecho gestiones en busca de ayuda y cooperación oficial. Unos 2, 000 deportados mexicanos llegarán a Matamoros en el transcurso de las próximas semanas en un procedimiento ya establecido que tiene lugar mensualmente.
“Nos dirigimos al gobierno municipal y no obtuvimos respuesta. Sin embargo, el Instituto Nacional de Inmigración en coordinación con las autoridades estadounidenses, tratan de que el paso sea más fluido, que en lugar de entre 5 y 7 personas al día, atiendan hasta 10,” señaló Sierra.
En sus conversaciones con los cubanos, el ingeniero dice haber detectado que cuentan con un denominador común: “salen en busca de libertad y democracia, por penurias económicas que no se las pueden quitar porque el régimen no ha cambiado”.