Anaid Barceló es una madre ejemplar. Desde que se reunió con sus hijos en Estados Unidos en 2018, vive una etapa dorada, aunque esté lejos de su natal Ciego de Ávila.
"Esta es la vida que siempre esperé. Una madre sin sus hijos no es nada", afirmó esta mujer de 41 años, quien ha construido un hogar en Shelbyville, en el estado de Kentucky, en el centro norte estadounidense.
La visitamos en su casa de dos niveles, con madera labrada y ladrillos de posguerra. Sus hijos Yendrym, de 13 años, y Yoendry, de 19, mantienen la paz, la alegría y el equilibrio emocional necesarios para garantizar el bienestar físico y psicológico de la familia.
"Empezamos a vivir cuando ellos llegaron, porque nosotros no teníamos vida. Yo vivía aquí, pero mi mente y mi corazón estaban en Cuba", dijo Anaid con voz nerviosa y media sonrisa, tras admitir que no es buena para las entrevistas.
Yoandy, su esposo, es fuerte como un roble y un hombre trabajador, aunque no puede ocultar su timidez. Le huye a la cámara y no participa en la conversación.
"No seas guajiro, chico", le reclama ella.
Motivados por el deseo de libertad y el bienestar familiar que ahora disfrutan, en 2013 el matrimonio decidió buscar una vida mejor en Ecuador y dejaron a los niños al cuidado de la madre de Anaid en Ciego de Ávila.
"El miedo fue la única razón por la que no me los llevé en la travesía", explicó.
En mayo de 2014, la pareja llegó a Miami después de cruzar la selva de El Darién. En Panamá hicieron un alto de tres meses para trabajar y ganar algún dinero hasta llegar a la frontera México-Estados Unidos. Un año después, comenzaron los complicados trámites para traer a los niños a Miami.
"Me arrepiento mucho, muchísimo. Eso nunca se me quitará de la cabeza. Siempre estaré en deuda con ellos", confesó Anaid, en medio de una batalla interior para no recordar aquellos días de soledad, tristeza y vacío por la falta de sus hijos.
Viajó a La Habana cuando la embajada de Colombia comenzó los trámites de visas. Durmió en la calle, se bañó bajo la lluvia y orinó en la calle, todo en vano. Luego fue a Guyana, donde vivió la experiencia de hostales improvisados y gastos excesivos, y perdió documentos que retrasaron el proceso. Finalmente, en 2018, los niños llegaron a Estados Unidos.
Entonces comenzó lo más difícil: el proceso de adaptación a una nueva vida para dos menores de 9 y 13 años, respectivamente.
"Fueron meses que no trabajé, que tenía que acompañar al más pequeño hasta hacer pipí, ayudarle a bañarse. Dormía conmigo y a menudo se despertaba para ver si yo estaba ahí, como si no lo creyera", dije Anaid, quien trabaja en una fábrica de piezas para autos.
Cuando llega el frío...
Poco después, el matrimonio descubrió la vida en el estado de Kentucky y la creciente comunidad de cubanos en la cercana ciudad de Louisville, unos 20 minutos en auto de Shelbyville, donde las nevadas son abrumadoras cada año.
"Con ellos nos mudamos aquí. Este lugar, que muchos llaman 'pueblito de campo con luces', fue donde se hizo realidad el sueño americano. Compramos nuestra casita y aprendimos a vivir en Estados Unidos. Quizás tener a los niños nos ayudó, o quizás llegó el momento de abrirnos camino", comentó.
Durante los meses de invierno, la nieve cubre de blanco a Shelbyville, algo sorprendente para cualquier cubano acostumbrado a las temperaturas cálidas.
"Cuando llega el frío, muchos cubanos quieren irse, pero yo siempre digo que estoy muy agradecida de estar aquí y que aguanto por mis hijos, a quienes les encanta", afirmó Anaid.
Sin embargo, ella y su esposo no comparten el mismo entusiasmo.
"Nos iremos de aquí, no sé cuándo, pero sí. Habrá sorpresas. Te avisaré", dijo entre risas su esposo, mientras se despedía para irse a dormir, pues a las 4 a.m. comienza su turno en una fundición de acero.
La historia de esta mujer representa los desafíos y experiencias de madres que enfrentan adversidades, discriminación y violencia en los movimientos migratorios irregulares y el alto precio por brindar una vida digna a sus hijos.
"Jamás me separaré de mis dos niños otra vez. Ellos son mi vida. Que se casen y vivan conmigo como buenos guajiros, que no se vayan", concluye la avileña, rodeada de sus hijos que no se apartaron de ella ni un instante.
Este artículo es parte de una serie especial de Martí Noticias que explora la vida de la creciente comunidad cubana en Kentucky, el segundo mayor asentamiento de inmigrantes provenientes de Cuba en los Estados Unidos.
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