La agencia suiza Swissinfo señala que la próxima reapertura de las embajadas de Cuba en Washington y de Estados Unidos en La Habana significará la conclusión del mandato suizo de "potencia protectora" para los intereses de ambos países. Un papel que en los últimos años fue meramente formal, pero que, dice, conoció momentos de gran turbulencia.
En 1961, tras la ruptura de relaciones entre Estados Unidos y Cuba, Washington solicitó a Suiza velar por sus intereses en la isla. Berna, dice la nota, tuvo que hacer acopio de toda su diplomacia para sortear los retos. Pone como ejemplo que al embajador Emil Anton Stadelhofer le tocó impedir entre 1963 y 1964 que Fidel Castro convirtiera en Ministerio de la Pesca la sede de la cerrada embajada americana en el Malecón habanero.
La mediación helvética también asistió en 1962 durante la crisis de los misiles (que finalmente se resolvió entre Washington y Moscú) y contribuyó a que la masiva emigración que se produjo desde 1965 hasta 1972 en Cuba se llevara a cabo de manera ordenada, una ardua tarea que obligó a la cancillería suiza a enviar personal adicional a la isla para reforzar su embajada.
En 1977, la apertura de la Sección de Intereses de Estados Unidos con medio centenar de empleados, como parte de un acuerdo entre La Habana y el Gobierno de Jimmy Carter, alivió las labores de Suiza que, no obstante, "continuó desempeñando un papel capital en momentos de tensión entre la isla y la potencia americana".
Checoslovaquia se hizo cargo de la representación de Cuba en Washington desde la ruptura de relaciones hasta la caída del bloque comunista en 1991. Desde entonces, Berna asumió igualmente ese rol, que concluirá el próximo 20 de julio.