MIAMI, EEUU — “Y recuerden: que el amor, siempre puede con todo”. Es la frase con la que el monseñor Silvio Báez termina la misa frente a decenas de feligreses, la mayoría centroamericanos, en la iglesia de Santa Ágata de la ciudad de Sweetwater, colindante a Miami, Florida. Minutos antes, durante su homilía, ya ha hecho referencia al “poder del amor” frente a “regímenes totalitarios”, una clara alusión a lo que está viviendo Nicaragua, su país natal.
Él ha sufrido en primera persona las consecuencias de la represión nicaragüense porque tuvo que exiliarse en el sur de la Florida en busca de seguridad y protección. “No estoy dando entrevistas”, avisa tras una pregunta de la Voz de América. “Pero ante lo que está pasando en Nicaragua no me puedo quedar callado”, añade.
Hasta abril de 2019 ejercía de obispo auxiliar de Managua, la capital nicaragüense, cuando denunció la existencia de un plan para asesinarlo por haberse mostrado crítico con el Gobierno de Daniel Ortega y Rosario Murillo. Le habían avisado desde la embajada de Estados Unidos en el país centroamericano. La Conferencia Episcopal también había advertido de estas amenazas. Todas ellas procedentes de una misma fuente: la administración nicaragüense.
La respuesta del Gobierno orteguista
Este domingo se celebran elecciones presidenciales en Nicaragua bajo un clima de gran desconfianza tanto dentro como fuera del país. Varios organismos internacionales, como la Organización de Estados Americanos (OEA), han insistido en la necesidad de impulsar una reforma electoral para asegurar unos comicios con todas las garantías. Pero Managua ha hecho caso omiso y ha seguido con sus planes, argumentando que esos pedidos obedecen a “injerencias políticas” en asuntos internos del país.
“Se ha perdido una gran oportunidad”
Báez admite que “frente a lo que va a ocurrir en Nicaragua el próximo 7 de noviembre, hay sentimientos encontrados” por la sensación de que se ha perdido una gran oportunidad para reconstruir el país. “Hay un sentimiento de tristeza y de frustración porque se ha perdido la gran ocasión de reconstruir la democracia y de empezar a reconstruir un país que han dejado en ruinas quienes tienen el poder”, declaraba ante la VOA.
“Por otra parte, creo que también entre muchos nicaragüenses hay un sentimiento de esperanza y de optimismo sabiendo que ahora comienza una nueva etapa”, proseguía.
En su opinión, el día después de las elecciones debería representar una oportunidad para que el pueblo, sin importar el color político, pueda sentarse y dialogar sobre el futuro del país. “El amor es el futuro y hay un amor que es social y político”, decía en referencia a la prédica pronunciada en su homilía.
“Es el amor que los nicaragüenses tenemos que empezar a practicar, entendiéndonos entre nosotros, acogiendo a quién es distinto. Un amor que nos lleve a purificar estructuras, organización y ordenamiento jurídico”, explicaba convencido de que “el futuro de Nicaragua está por empezar y esto es lo que he querido comunicar a la luz del Evangelio a los nicaragüenses”.
“El Gobierno de Nicaragua es cruel”
El hombre, al que le cuesta hablar de las razones por las que tuvo que abandonar clandestinamente Nicaragua tras tener conocimiento del plan para matarlo, denuncia la “crueldad” del Gobierno.
“Un adjetivo que he usado para calificar al régimen actual de Nicaragua, al que se le podría llamar de muchas maneras a partir de las ciencias sociales, es el de ‘régimen cruel’”, sostiene Báez.
El monseñor, cuyas misas semanales en la iglesia del sur de la Florida se han convertido en el punto de encuentro del exilio nicaragüense, considera que las acciones de Ortega y Murillo han superado unos límites que jamás antes se había visto en la historia.
“La crueldad ha llegado a unos límites inhumanos, una crueldad que no tiene precedentes en la historia de Nicaragua. Es un país que está sometido a una crueldad extraordinariamente brutal”, agregó recalcando que “esto no puede continuar así”.
El poder del pueblo unido, pese a las diferencias
Según él, Nicaragua tiene “los suficientes recursos humanos, morales e intelectuales para poder sacar el país adelante”, aunque requiere de un esfuerzo colectivo.
“Yo estoy convencido de que en Nicaragua tiene que haber un cambio porque un país no puede estar como está actualmente. Esto no se puede prolongar al infinito, pero estoy también convencido de que el cambio vendrá del nicaragüense”, expuso.
Tras preguntarle sobre las amenazas de muerte que él sufrió como uno de los líderes religiosos más destacados del país, el hombre evita hablar de eso y únicamente dice ser “un pastor herido en el corazón”.
“Dos años lejos físicamente de mi pueblo, pero he aprendido que uno no está donde tiene los pies, sino donde tiene el corazón y yo estoy con mi pueblo de Nicaragua rezando, sufriendo y alimentando recíprocamente la esperanza entre todos”, manifestó.
Creciente represión
El padre Edwin Román, párroco de la Iglesia San Miguel Arcángel de Masaya, en Nicaragua, está temporalmente en Miami acompañando al Monseñor Báez en sus misas. Él también es un fuerte opositor del Gobierno nicaragüense y ha denunciado estar “harto de la dictadura” en varias ocasiones.
Dice que desde 2018, cuando se desataron las históricas protestas sociales en todo el país, en Nicaragua solo se vive bajo un clima de “represión y cárcel” y critica que los principales candidatos opositores hayan sido encarcelados por las autoridades del país. “En estos momentos están secuestrados prácticamente porque no cometieron ningún delito”, comenta.
Con todo, asegura que en Nicaragua “hay una gran decepción” ya que muchos no acudirán a las urnas como forma de protesta por la manera en que se están celebrando estas elecciones. “Se está anunciando que todo el mundo se quede en casa, que nadie salga a votar porque no hay ningún candidato que represente a la oposición en Nicaragua, y los que hay (de la oposición) están elegidos a dedo por parte de Daniel Ortega”, subrayó.
El sacerdote, que aprovechó su visita a Estados Unidos para hacerse unos chequeos médicos por el cáncer que padeció, aclara que no está exiliado y que solo está en este país temporalmente. “Estoy por un tiempo de prudencia y quiero regresar en unos días”, avanzó a la VOA.
Sin miedo a volver a Nicaragua
Él admite que “hay persecución a la Iglesia porque algunos sacerdotes hemos sido amenazados” después de que “el año pasado, Daniel Ortega comenzara una campaña muy seria en contra de los obispos y sacerdotes”.
“Se nos amenaza, se nos dice que somos terroristas. Pero nada de eso. La Iglesia lo que ha hecho ha sido levantar su voz por la justicia de los nicaragüenses y defender los derechos humanos”, se justifica.
A pesar de la cita electoral, el padre Román asegura resignado que “con este régimen no hay posibilidad de cambio en Nicaragua” porque “se está endureciendo cada vez más la dictadura y la represión al pueblo nicaragüense”.
Es consciente que sus declaraciones pueden tener serias repercusiones en su país cuando regrese. Pero él, dice no temer a una nueva ola de represión y se acoge a la protección de Dios. “¿Tiene miedo de volver a Nicaragua?”, le insistimos. Él responde sin titubear: “Yo creo en Dios y sé que él me protege. Dios dirá”.