Luis Manuel Otero Alcántara, una de las cien personalidades más influyentes del mundo en 2021, cumple hoy 34 años y dentro de pocos días, cumplirá cinco meses en prisión sin haber sido juzgado y, lo que es peor, sin la esperanza de tener un juicio justo, con todas las garantías procesales a las que, se supone, tienen derecho todos los seres humanos en la segunda década del siglo XXI.
Otero Alcántara, nació el 2 de diciembre de 1987, veintiocho años después que el Ejército Rebelde hiciera su entrada triunfal a la capital cubana sin disparar un tiro y de ello, dan fe los billetes de un peso que, sin apenas valor, todavía circulan por la isla.
Luis Manuel, Luisma o LMOA, para los amigos cercanos, nació y creció con la revolución, marginado como la mayoría de los afrocubanos, como los que no pertenecen a la élite en el poder. Creció siendo testigo de cómo el sarcoma revolucionario fue devorando las paredes de su casa, en la calle Damas Nº 955, en uno de los barrios más humildes de la ciudad intramuros, el barrio de San Isidro.
Su obra, su casa y su barrio salieron del anonimato cuando, a golpe de decretos, el régimen cubano se propuso tapiar los pocos orificios legales para las iniciativas de los creadores con los decretos 349, 370 y algunos números más.
Se levantó junto a otros jóvenes artistas para fundar, a grandes rasgos, el Movimiento San Isidro (MSI) que en poco tiempo ganaría las simpatías y la admiración de nacionales y extranjeros.
La casa de Otero Alcántara se convirtió en la sede del Movimiento y Luis Manuel Otero Alcántara en su punta de lanza. Desde entonces, el incansable artista ha sufrido detenciones, vigilancia, huelgas de hambre, allanamientos, confiscación de sus obras, la reclusión forzada en la sala de un hospital y la cárcel.
El Movimiento San Isidro y Luis Manuel Otero Alcántara fueron, quizá sin proponérselo, la dinamita al final de una mecha que arde por más de sesenta y dos años.
El 27 de noviembre, por primera vez, más de quinientos artistas protestaron frente al Ministerio de Cultura indignados por el secuestro de Otero Alcántara y otros activistas que permanecían en huelga de hambre. De esa solidaridad con "los Acuartelados de San Isidro" surge luego el 27N.
Otero Alcántara también inspiró la protesta ocurrida el 30 de abril en la Calle Obispo, donde un grupo de jóvenes protagonizó una histórica sentada cuando la policía les impidió llegar a la casa donde el artista estaba en huelga de hambre.
Se le vió por última vez en vivo, el 11 de julio, en La Habana, cuando hizo un llamado a sumarse al levantamiento nacional por el fin del régimen comunista.
"Toda Cuba está en la pista. Me voy para el Malecón, cuésteme lo que cueste (...) Ya está bueno de dictadura", aseguró en una directa en Facebook en la que pidió a la Unión Patriótica de Cuba y otras organizaciones opositoras que convocaran a los cubanos a unirse a la protesta.
El levantamiento, como ya se sabe, ocurrió masivamente en numerosas ciudades y poblados en la isla, fue reprimido con brutalidad y ha dejado a más de 600 personas en la cárcel, entre ellas Otero Alcántara, quien está recluido en la cárcel de Guanajay, reconocido como Amnistía Internacional como preso de conciencia.
El Movimiento San Isidro, ampliamente reconocido en el mundo entero, no es, ni con mucho, el único grupo, ni el de más valor. Es, como ellos mismos reconocen, el resultado de la acumulación de años de resistencia, de cárceles repletas de prisioneros políticos, de los ecos de los pelotones de fusilamiento y de todos los que hicieron el camino por donde ahora ellos transitan.