“El arte ha contagiado del deseo de libertad a la sociedad cubana”, aseguró a Radio Martí el opositor Manuel Cuesta Morúa, y eso le “provoca pánico” a las autoridades comunistas que buscan reverencia, sin espacios para la disidencia.
Así se expresó Cuesta Morúa cuando se le preguntó acerca del ambiente cultural en Cuba tras la detención del artista Luis Manuel Otero Alcántara, y la influencia del arte en la vida y los anhelos del cubano de a pie.
“Eso es de las mejores cosas que pueden estar ocurriendo en Cuba: la libertad desde el arte y a través del arte para llegar a lo cívico y a lo político”, dijo Cuesta Morúa al reflexionar sobre el acoso constante del régimen contra artistas como Otero Alcántara, Amaury Pacheco, Iris Ruiz, el rapero Osorbo, el rapero Denis Solís quien se encuentra tras las rejas, y Tania Bruguera, entre otros.
El economista Enix Berrio (tío de Otero Alcántara) opinó de forma similar, al recalcar que el arte genera cierta irreverencia, y en el marco de esa irreverencia el pueblo exige lo que el gobierno no quiere dar: libertad, democracia y derechos humanos.
El régimen sintió la necesidad el pasado 16 de abril de confiscar las obras de Otero Alcántara en la sede del Movimiento San Isidro y de destruirlas. “Y el arte se ve en las calles de barrios como Alamar y San Isidro”, dijo Cuesta Morúa.
“Las paredes en las calles de San Isidro son el símbolo y la muestra de las paredes de La Habana y quizá de las paredes de la Cuba urbana marginada”, explicó el opositor. “Hay escritos desde hace muchos años, con mucha poesía, todas las miserias del barrio que fueron reflejadas por el movimiento de los raperos, por ejemplo, que surgió en Alamar y por un proyecto magnífico que se llamó Omni Zona Franca que, desde abajo, fueron construyendo esa poesía irreverente y urbana, que trata de abrir espacios y encaminar las esperanzas de muchos jóvenes y de gentes que no son tan jóvenes que se han identificado con este movimiento”.
Más atrás, el rap cubano, surgido en la década de 1990 después de la caída de la Unión Soviética, inyectó en su música la realidad social cubana. O sea, los artistas se acercan a la realidad que vive por dentro el cubano de a pie.
“San Isidro establece conexiones con sus antecedentes y sus precedentes. Y eso lo fortalece. En San Isidro está el resumen del Festival Rotilla, de Omni Zona Franca que se vinculan a San Isidro, al igual que otros artistas independientes que ahora le dan un nuevo oído en un nuevo momento, un nuevo contexto, porque de alguna manera ya la sociedad cubana es totalmente distinta a la que el Estado cree que debe ser la sociedad cubana”, manifestó Cuesta Morúa.
El Movimiento San Isidro, con Luis Manuel Otero Alcántara como su coordinador, empezó a gestarse a partir de diciembre de 2018 como respuesta a la entrada en vigor del Decreto 349 que regula las actividades artísticas y culturales en el país. O sea, su deseo de libertad lo impulsa a exigir al régimen libertad.
En conversación con Radio Martí, Berrio resaltó la irreverencia de ese colectivo hacia los preceptos dictados por el aparato gubernamental.
“Luis Manuel tiene conciencia de su condición de ciudadano. La ha exigido de muchas maneras y ahí está su irreverencia, es el primer defensor de sus derechos y con ellos los del resto de la ciudadanía. Por eso es irreverente, pero también por su condición de artista”, subrayó.
“En Cuba hace muchos años hay un nivel de ruptura entre el régimen, entre el Estado, entre las estructuras estatales, partidistas y la ciudadanía y en ese sentido, los artistas conectan más rápido con la ciudadanía, con sus problemas, que un político de vieja data. Y ahí es donde entra Luis Manuel que planta la cara a lo que considera que viola su derecho, con una obra, un discurso, una palabra”, dijo Berrio. “Pero lo hace hasta el final, porque él es consecuente, no se detiene y llega hasta donde cree que debe ser su límite y su límite es, lo ha dicho, la libertad de Cuba”.
“Un joven, un artista, convoca y moviliza; es irreverencia ciudadana, no irreverencia al caos, no al desorden, es la irreverencia a que los cubanos y cubanas luchemos por defender nuestros derechos desde la postura que cada cual pueda hacerlo”, anotó Berrio.
El régimen le tiene un miedo cerval a esa irreverencia que están mostrando los jóvenes”, destacó Cuesta Morúa, quien recuerda cómo Vaclav Havel se inspiró en la irreverencia de los músicos alternativos de la época para lanzarse con valentía a impulsar la democracia en Checoeslovaquia. Se inspiró, particularmente, en la irreverencia y coraje de la banda rockera de 1968, “Personas de Plástico del Universo”, nombre que rinde homenaje al irreverente rockero estadounidense Frank Zappa.
“El uso de la burocracia represiva como reducto para esconderse detrás de ella”, aseveró Cuesta Morúa, “es una muestra de ese pánico y de esa pérdida de lo que llamaríamos el consenso social porque ya los clamores de libertad en cualquiera de sus expresiones están en el día a día de la población, se clama por libertades económicas, por libertades cívicas y por supuesto por la libertad de expresión”.
“Es algo que está en la sociedad misma”, dijo el opositor, quien fue detenido el pasado sábado por varias horas, porque el gobierno “tiene miedo” a dejarlo caminar por la ciudad libremente. “Y eso lo ve el gobierno: el 27N fue eso, una cantidad de libertades dormidas en los rostros de jóvenes artistas, intelectuales, periodistas que se personaron en el Ministerio de Cultura, el 27 de noviembre de 2020, de una manera espontánea, como es la libertad, justamente. Y no fue un fenómeno organizado por la oposición y la Sociedad Civil tradicional”, indicó Cuesta Morúa.
De igual modo sucedió el pasado viernes en la calle Obispo de la Habana Vieja: doce muchachos, al grito de Patria y Vida, exigieron públicamente a las autoridades cubanas que levantaran el cerco policial y les permitieran llegar a la casa del artista Luis Manuel Otero Alcántara, en huelga de hambre y sed desde el domingo anterior.
“Muchos jóvenes que estaban como espectadores, pero en todo caso, como espectadores activos de las nuevas demandas, también se manifestaron y esto ya es un fenómeno social, no es un fenómeno de grupo”, concluyó Cuesta Morúa.