Carlos Díaz comenzó su “aventura americana” a finales de los 80, cuando llevó a escena su trilogía de teatro contemporáneo norteamericano, con Té y simpatía, Zoológico de Cristal y Un tranvía llamado deseo. Fue en el Teatro Nacional de Cuba en una época en la que, por la calle, se hablaba de glasnost y de Perestroika.
Desde ese momento, y hasta día de hoy, como él mismo dice, no ha parado. La historia de Teatro El Público lleva seguidores fieles, cientos de funciones por temporadas, decenas de títulos estrenados, actores en las dos orillas –Miami, o el mundo, y Cuba-, pero lo más importante, en nuestro juicio, es que a través de su repertorio se puede realizar un viaje por la literatura universal. Eso sí, con una mirada postmoderna.
Díaz llama a ese fenómeno de la intertextualidad en el teatro “reescribir un texto”. A partir de la reescritura –Calígula, de Albert Camus; Escuadra hacia la muerte, de Sastre; y ahora El mago de Oz, por dar un salto en el tiempo- sucede lo que se podría llamar una explosión visual, un tipo de teatro que va mucho más allá del texto llevado a escena, porque la puesta concebida por Díaz redobla el propio texto, lo modifica, lo subvierte o incluso lo puede obviar, según se mire el espectáculo.
Uno puede quedarse con lo visual, con lo gestual y estaría amortizando igualmente el billete. Más si, como sucede ahora con Yellow Dream Road, la obra que estrena esta noche en el Miami Dade County Auditorium, lleva actrices icónicas de la televisión, el cine y el teatro cubanos. Estamos hablando de Lili Rentería y Mabel Roch; la primera, ampliamente conocida por su trabajo con Teatro Irrumpe, en los años 80, y la segunda también por el teatro pero más por su papel en el filme de Humberto Solás Un hombre de éxito (1986).
El director vuelve a utilizar la fórmula del “encuentro entre las dos orillas” (el entrecomillado es de este cronista), que ya le funcionó muy bien con Ana en el trópico, la obra de Nilo Cruz que hace un par de años cruzó “el charco” y vieron los cubanos “allá” y “aquí”. Pero ¿qué tiene que ver El mago de Oz con todo esto?
“Dorothy hace un largo viaje al país de Esmeralda, y hay muchos cubanos regados por el mundo”, comenta el director. “Es una historia que trata de ese andar, de ese segmento de salir de Cuba, llegar a otro lugar, en el caso de Dorothy con nostalgia y ganas de regresar. Ella después del tornado regresa a su casa. Hay mucha gente que se ha ido de Cuba y mucha que está regresando”.
“Estamos partiendo de una historia muy norteamericana. El mago de Oz es el cuento por excelencia de Estados Unidos. El espectáculo está jugando con cómo una familia cubana cuenta la historia de Dorotea Castillo, una niña que soñaba con aparecer en la portada de una revista…Sale con una bata de guinga igual que Jody Garland en la película; ahora se encuentra viviendo en Miami…”.
“Está todo el rejuego de generaciones: el espantapájaros, el león, el hombre de hojalata ya son viejos al lado de Dorothy. Ella quiere cambiar, vivir de otra manera. El espectáculo va en un segmento muy amarillo, desde el santuario del Cobre en Santiago de Cuba, hasta la ermita de Miami, en Coconout Grove. Ese es el largo camino amarillo”.
¿Tiene un final feliz?, preguntamos.
“Creo que no es un final feliz, sino un final de un camino abierto a que la gente tenga fe y sueño de llegar adonde quiera llegar”, dice Carlos Díaz, sentado en una butaca ubicada estratégicamente en la “sala de máquinas” del Miami Dade County Auditorium.
En ese laberinto de trabajo nos cruzamos en una puerta con Mariana Pineda vestida de león. Perdón, quisimos decir con Lili Rentería. Iba corriendo a un ensayo general. Pero antes vimos a un sujeto vestido de plástico, de un color amarillo fuerte. Llevaba un collar de santería. Era el actor Osvaldo Doimeadiós, el único cubano del elenco que vive en la isla. El otro que vive allá y pudo llegar a tiempo para el estreno es el dramaturgo Rogelio Orizondo. Dicen que su avión se retrasó pero llegó.
Antes estuvo “becado” en la Universidad de Miami (UM) para reescribir El maravilloso mago de Oz en ese camino amarillo. Dice Carlos Díaz que era imprescindible que se escribiera en Miami, que ese fue el acuerdo.
Yellow Dream Road, que se presenta a partir de esta noche y durará hasta el domingo en la sala On Stage Black.Box del Miami Dade County Auditorium, lleva la producción de Fundarte, empresa para las artes escénicas sin ánimo de lucro, radicada en esta ciudad de la Florida, y el patrocinio de la UM. Luego se presentará en el ámbito del Festival de Cine de La Habana, del 4 al 13 de diciembre en el teatro Trianón.
Díaz es un maestro en eso de customizar obras relevantes de la literatura. Lo hizo en los años 90 con Calígula, de Albert Camus, que llevaba una fuerte analogía al dictador cubano. Y pasó el tamiz de la censura. Le preguntamos por qué otros directores no han tenido la misma suerte y responde:
“No he tenido problemas con las obras que he montado en Cuba y me siento feliz de hacer teatro en Cuba. Respeto el trabajo de los demás”.
Volviendo al estreno de hoy, no parece ser un espectáculo tan provocativo como los de antes, le comentamos.
“Provoca que tú realices tus sueños, que revises tu camino, porque todo el mundo tiene como una carta de viaje, de la manera que ha vivido hasta ahora, y el espectáculo es un poco eso”.
Elenco de Yellow Dream Road:
Lili Renteria, Mabel Roch, Javier Fano, Mabel Valiente, Osvaldo Doimeadiós y Alegnis Castillo, entre otros, según la nota de prensa de Fundarte.
Diseño de vestuario: Vladimir Cuenca
Diseño de luces: Carlos Repilado
Asesor de danza: Abel Berenguer