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Eliécer Ávila denuncia "perenne estancamiento" del campo cubano


Campesinos cubanos preparan el terreno para la siembra de arroz.
Campesinos cubanos preparan el terreno para la siembra de arroz.

Todo parece una foto de hace 20 años, pero no solo por lo estático, sino por lo deterioradas que se ven tanto las viviendas como las personas”, escribió el líder de Somos + en su página de Facebook.

A 54 años años de la Reforma Agraria y 9 de la entrega de tierras en usufructo, la vida en los campos cubanos permanece estancada y sus pobladores sin esperanzas de progreso, comentó este jueves el líder de la organización opositora Somos+, Eliécer Ávila.

“Siento profundamente el perenne estancamiento y atraso que viven estos campos de Cuba. Todo parece una foto de hace 20 años, pero no solo por lo estático, sino por lo deterioradas que se ven tanto las viviendas como las personas”, escribió en su página de Facebook.

El joven activista, quien recién regresó de una visita a sus familiares en la comunidad El Yarey de Vázquez, conoce de cerca sus humildes condiciones de vida por haberlas experimentado desde su niñez en este poblado de Puerto Padre, en Las Tunas.

“Nada me alegra más que abrazar a mis padres y a mis abuelos que me criaron, visitar a los vecinos de siempre, recorrer los caminos donde transcurrió mi infancia entre cañaverales, con tirapiedras”, aseguró Ávila antes de comentar las adversidades de sus vecinos.

El activista explica que el duro trabajo en el campo no ofrece a los campesinos garantías de mejor alimentación o vivienda.

“Hombres y mujeres de trabajo, honestos, sencillos, que en el ocaso de su vida no pueden disponer ni siquiera de un buen plato de comida como resultado de sus mejores años de esfuerzo”, apuntó.

Los campesinos cubanos a menudo se quejan del freno que ponen las regulaciones gubernamentales en su desarrollo económico: los impagos, la fijación de precios, las malas condiciones de trabajo, la carencia de un banco agrícola y un mercado mayorista, y la imposibilidad de convertirse en propietarios de la tierra, entre otras.

El Estado cubano es propietario del 80 por ciento de las tierras y arrienda la mayor parte a usufructuarios y cooperativas. El resto es propiedad de familias de pequeños agricultores privados y de sus cooperativas.

El Estado no permite a los campesinos disponer de sus producciones

Una crítica frecuente al sistema actual radica en la obligación del campesino de vender sus productos exclusivamente al Estado a los precios que este dicte, sin tener en cuenta el margen de ganancia que merece el trabajador agrícola.

Esta limitación desestimula la producción de alimentos y empuja al campesino a vender a escondidas el queso que hizo con la leche de sus propias vacas, por solo citar un ejemplo.

No solo la comercialización de muchos de sus productos termina en el mercado negro, sino que utilizan esta vía para hacerse con los insumos para sus cosechas, como herramientas agrícolas, semillas, pesticidas y combustible.

Reportes de estos problemas se recogen a lo largo y ancho de toda Cuba, como admitió el propio Ávila: “Este país tiene problemas en todos lados”. No obstante, se apura a advertir que “los campos del oriente han quedado realmente olvidados”.

El impacto de estas depauperadas condiciones de vida no se queda en las humildes casas de los trabajadores agrícolas. Los problemas del campo cubano frenaron el crecimiento económico de la isla, que menguó al 0,9% en el 2016, según informó la agencia Reuters.

Hay esperanza

Cerca del final de su publicación, el líder opositor destaca el sentimiento de indefensión de los cubanos, campesinos o no, que les impide rebelarse con palabras o acciones ante un sistema que los mantiene estancados.

“Hay potencial; puede recuperarse la vitalidad y el dinamismo de antaño, pero no saldrán de los jerarcas del PCC ni de los que ya no sueñan por culpa del PCC, las iniciativas, inversiones, cultura productiva y espíritu de avance que se necesita”, dijo.

Para Ávila, la solución definitiva radica en un cambio de poder político en la isla.

“Desde afuera muchos podemos salvar a nuestros viejos... o por lo menos mejorarles la existencia, pero nosotros estamos empeñados en salvarlos a todos, o a la inmensa mayoría, y eso solo puede hacerse desde el poder político”, concluyó.

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