El académico estadounidense William LeoGrande recoge en un artículo publicado por America’s Quarterly la herencia económica que recibirá el sucesor de Raúl Castro en 2018, siete años después de que el 6to Congreso del Partido Comunista de Cuba liderado por Castro se propusiera una nueva política económica para Cuba desglosada en los llamados Lineamientos de la Política Económica y Social.
El profesor de Gobierno de American University apunta que hoy en día la reforma de la economía sigue siendo la necesidad más urgente de Cuba, pero también un asunto cada vez más controversial.
Recuerda que cuando se trazaron los Lineamientos en 2011 el problema clave de la economía de la isla era su baja productividad, y Castro no escatimó críticas al hipercentralizado sistema importado de la Unión Soviética.
Los 313 objetivos económicos, dice LeoGrande, representaban un plano para restringir el papel del Estado a los sectores estratégicos; descentralizar las decisiones otorgando a los gerentes mayor autoridad; cerrar las empresas estatales que no fueran rentables; recompensar con incentivos salariales la productividad, y equilibrar con mecanismos de mercado la oferta y la demanda. Los programas sociales emblemáticos, incluidas la atención médica y la educación gratuitas, continuarían, y nadie quedaría olvidado.
¿Le cogieron miedo?
Sin embargo, en el Séptimo Congreso celebrado en 2016 Castro reportó que solo un 21 por ciento de ese programa se había implementado a plenitud. El profesor de American University advierte señales recientes de que las reformas se han estancado y de que algunos dirigentes cubanos parecen tener sus dudas al respecto.
El proceso de racionalizar las empresas estatales, responsables del 75% del PIB ha sido especialmente lento. En abril del 2010 Castro calculó que eran improductivos un millón de los trabajadores estatales. Desde entonces, la fuerza laboral empleada por el Estado se ha reducido en unas 718.000 personas, pero solo un 15 por ciento de las empresas estatales han cerrado, a pesar de que la baja productividad persiste y una cantidad significativa de esas entidades opera con pérdidas.
El péndulo regresa
Aunque se esperaba que el impulso al sector privado proveyera empleos alternativos a los trabajadores estatales racionalizados, y en 2017 hay en la isla más de 540,000 trabajadores por cuenta propia, el péndulo ha oscilado en sentido contrario, observa el coautor de “Back Channel to Cuba”.
En julio de 2017 Castro criticó a los privados por no pagar sus impuestos y concurrir al mercado negro, y el pasado 1 de agosto se suspendió la emisión de nuevas licencias en categorías tan populares como las llamadas paladares (restaurantes) y el arrendamiento de casas y habitaciones particulares. Negocios exitosos fueron clausurados y en una reunión partidista el sucesor aparente de Castro, Miguel Díaz-Canel, tildó de contrarrevolucionarios a algunos emprendedores.
La Inversión Extranjera Directa (IDE), observa el autor, se ha empantanado en laberintos burocráticos y suspicacias ideológicas, de modo que a pesar de una nueva ley de 2014 encaminada a atraer unos $2.000 millones anuales con exenciones tributarias y otros incentivos, el monto de toda la IDE desde entonces hasta diciembre de 2016 fue de apenas $1.300 millones
La moneda, nudo gordiano
La unificación de la doble moneda, prometida desde 2013, se sigue aplazando, y producirá en la economía efectos impredecibles, anticipa LeoGrande. Admite que es una tarea compleja, que no deja margen de error al gobierno. Este no cuenta con reservas de divisas, ni puede solicitar préstamos a instituciones financieras multilaterales para amortiguar las dislocaciones que se producirían, mientras que el marco económico actual presenta nuevos retos como la reducción de los envíos de petróleo barato desde Venezuela, el impacto del huracán Irma y las imprevisibles relaciones con EE.UU. apunta el académico y simpatizante del acercamiento bilateral.
Por último, si bien el proceso de reformas ha tenido un éxito limitado en la estimulación del crecimiento económico, ha producido un visible aumento de la desigualdad social, aumentos salariales asimétricos con los incrementos de precios, y manifestaciones de descontento.
Recuerda el catedrático que el Estado intervino imponiendo controles de precios a los alimentos en 2015-2016, e hizo lo mismo con los taxistas particulares, algunos de los cuales se resistieron a seguir trabajando.
“El mensaje que Castro dejó claro fue que el mercado tiene un papel que desempeñar en la nueva política económica, pero uno estrictamente regulado y subordinado a las exigencias políticas”.
Todo lo anterior, enfrentará al nuevo presidente de Cuba con formidables desafíos, en los que está en juego el futuro del socialismo cubano, concluye diciendo William LeoGrande.