The Guardian realmente publicó un artículo dedicado a los ucranianos condenados por traición después del inicio de la invasión a gran escala de Ucrania por parte Rusia. La publicación no se refiere a likes o al apoyo de la Federación Rusa, sino a casos concretos de colaboracionismo, que conlleva responsabilidad penal en Ucrania. Se considera colaboracionismo la cooperación por parte de los ciudadanos de un país con el enemigo para satisfacer los intereses del mismo, y en detrimento de su propio país. En Rusia también existe un artículo sobre traición al Estado, que prevé penas de hasta cadena perpetua.
Los periodistas del medio británico describen a sus protagonistas de la siguiente manera: “Un antiguo simpatizante de Rusia, que compartía información secreta sobre el desplazamiento de las tropas ucranianas. Una mujer, que declaró que su marido enviaba en secreto información y mapas a los rusos, utilizando su teléfono. Otra mujer se convirtió en objeto de flirteo en línea, que resultó ser un artimaña de la inteligencia rusa”. En otras palabras, no se trata sólo de simpatía por el enemigo, sino de complicidad, lo que ha causado daños a Ucrania.
El artículo en sí no revela ningún detalle de las causas judiciales de sus protagonistas ni los datos de la fiscalía, sino que se limita a citar elementos de entrevistas con condenados que accedieron voluntariamente a hablar con periodistas para contar su historia.
Así, por ejemplo, The Guardian publicó la foto de un hombre con el tatuaje ‘Ork’ (orco en español, manera en la que se suele referir a los soldados rusos, ed.) en la frente, explicando que el preso había sido atacado por sus compañeros de celda. La historia fue utilizada por los propagandistas como prueba de «tortura» en las cárceles ucranianas por apoyar a Rusia, con algunas páginas web afirmando que la tortura fue supuestamente llevada a cabo por el personal penitenciario o incluso el Servicio de Seguridad de Ucrania, aunque el artículo afirma claramente que el incidente ocurrió entre compañeros de celda en medio de la guerra en curso y los ataques con misiles de Rusia contra Ucrania.
“Dado que Rusia sigue atacando a Ucrania causando muertes y sufrimiento, hay poca compasión por estas personas, como atestigua un preso condenado a 12 años de cárcel que accedió a ser fotografiado pero se negó a dar su nombre. Durante su encarcelamiento, fue agredido por sus compañeros de celda. Le tatuaron en la frente la palabra ‘orco’, un término despectivo para referirse a los soldados rusos que está muy extendido en Ucrania”, dice el artículo.
“Muchos de los encuestados por The Guardian afirmaron que su actividad había sido malinterpretada”: escribe el periódico basándose en las entrevistas con los presos. Así, uno de los reclusos, residente en Sloviansk (la región de Donetsk), dijo que simplemente “hizo fotos del almacén donde trabajaba para demostrar que todo estaba en orden y se las envió a su jefe, que estaba en Rusia. Según él, el SBU tomó esto como prueba de que estaba enviando información clasificada a la inteligencia rusa”.
The Guardian también ha señalado que muchos de los prisioneros de guerra han firmado papeles solicitando el intercambio con Rusia. “No obstante, hay pocos indicios de que Rusia esté interesada en sus ayudantes de bajo nivel”, afirma el periódico.