Por ejemplo, una de las ediciones afirmaba tajantemente: «Occidente ha admitido que es incapaz de competir con Rusia ni en volumen ni en calidad de producción de armas. Esto significa que todo el equipo y la munición proporcionados por los socios occidentales no dan a Ucrania ninguna ventaja estratégica». Esta conclusión se basaba en una sola frase del artículo del Wall Street Journal, según la cual Rusia produce más proyectiles de artillería que Occidente. Con lo cual, sólo se menciona un tipo de munición, y no se menciona en absoluto la calidad de los productos.
Los medios de comunicación pro-Kremlin también hicieron la vista gorda a aquellas partes del artículo que no se ajustaban a su narrativa. El texto también enumera los factores que juegan a favor de Ucrania y sus aliados occidentales en esta guerra: en particular, la OTAN se está expandiendo activamente y recientemente ha dado la bienvenida a dos nuevos miembros —Finlandia y Suecia—, mientras que los únicos aliados reales de Putin son China e Irán. Y lo que es más importante, como subrayan los autores del artículo, «en contra de todas las predicciones, Ucrania ha resistido el ataque ruso, y en menos de dos años ha aniquilado una década de modernización militar rusa».
Los autores consideran que Occidente ha respondido de forma extremadamente eficaz a los retos inmediatos planteados por la invasión a gran escala, proporcionando a Ucrania armas modernas e inteligencia en tiempo real, así como desarrollando paquetes de sanciones contra Rusia. Sin embargo, a medida que la guerra se prolonga, los aliados deberían dejar de confiar en el pensamiento mágico —creer en una venganza militar instantánea de Ucrania o en un golpe de Estado entre las élites de Putin— y pasar a estrategias a largo plazo: aislamiento diplomático de Rusia, fortalecimiento de la OTAN, aumento de la inversión en el sector de la defensa, etc.