Aunque un tsunami no se puede predecir, tener un plan de acción para casos de desastres puede ayudar a reducir el miedo, la ansiedad y las pérdidas.
“Cuba, como sociedad, sobre todo tiene que buscar la manera de que la gente tenga la percepción del riesgo. No es solamente saber qué es un tsunami, sino qué puede ocurrir”.
Así lo consideró Juan Ramón Castellanos González, máster en Manejo Integrado de Zonas Costeras, en declaraciones para Martí Noticias, a raíz de la controversia desatada por las observaciones del jefe del Servicio Sismológico Nacional de Cuba, Enrique Diego Arango Arias
El funcionario había advertido el domingo en su cuenta de Facebook que la actividad sísmica en el Caribe podría provocar un tsunami, que afectaría la zona oriental de la Isla.
Pero más adelante refutó los comentarios recientes sobre la posibilidad de un gran terremoto en el Caribe, que pudiera afectar a Cuba y aclaró que, si bien existen zonas con fallas geológicas que acumulan gran energía y pueden generar sismos significativos, predecir un evento de este tipo a corto plazo sin datos concretos no es posible.
Martí Noticias intentó comunicarse sin éxito con Arango Arias.
“Los tsunamis para que se generen, sobre todo en estas áreas geográficas, tienen que ser eventos mayores de 7.5 en la escala de Richter y que el movimiento de la placa sea de carácter vertical, es decir que una placa se mueva verticalmente con respecto a la otra, es lo que puede generar una onda de marea que puede llegar a ser un tsunami de gran envergadura”, explicó Castellanos González, quien abandonó la Isla hace pocos meses y reside en Michigan, Estados Unidos.
“El movimiento que se ha obtenido a través de los años en estas dos placas, que son las que convergen en la parte de Cuba, es de carácter horizontal”, subrayó.
El también miembro de la Red Latinoamericana de Erosión Costera (RELAEC) apuntó que estos movimientos telúricos se están estudiando porque, “aunque en su mayor extensión, son movimientos horizontales; pueden ocurrir movimientos verticales, pero hasta ahora, la posibilidad es muy baja”, esclareció.
“Los científicos que estudian todos estos movimientos dan un porciento de 1 a 2 probabilidades. Nunca va a ser nula porque la ubicación geográfica y las características del área en la que está Cuba, sobre todo el oriente, con todos estos eventos sísmicos, está propensa”.
“Pero no se debe sobre alertar a las personas, sino que sepan y que tenga la percepción del riesgo siempre porque un tsunami o un sismo no lo evita nadie”, puntualizó.
“Más bien lo que tenemos que saber es cómo podemos actuar como sociedad o como persona ante un evento de esa naturaleza. ¿Qué puedo hacer para mitigar los efectos que puedan ocasionar tanto a la vida humana como a la sociedad como tal?”, aconsejó el especialista.
Para proteger a la población de un tsunami, se pueden tomar medidas de prevención como evitar construir cerca de la playa, así como identificar zonas altas y rutas de evacuación y tener un plan de evacuación.
El Centro Nacional de Investigaciones Sismológicas mantiene en su sitio web un Plan de emergencia familiar, en el que se establecen medidas para paliar los daños provocados por este tipo de desastre.
“Hay un protocolo que se llama PVR (Peligro, Vulnerabilidad y Riesgo) que tiene en cuenta todos los fenómenos, tanto ambientales como de carácter humano. En él se tratan estrategias y posibles riesgos”, destacó Castellanos González.
Numerosas investigaciones relacionadas con los movimientos tectónicos se han realizado en el país patrocinadas por el Ministerio de Ciencia, Tecnología y Medioambiente.
“Inclusive, se ha buscado correr modelos numéricos, que es lo que se usa actualmente en países de avanzada tecnología. Por supuesto, falta mucho, pero las estrategias sí están. Ahora, que sean eficaces o no, ya eso va a depender de cómo las han implementado, pero por lo menos el protocolo de control de sismo, qué se debe hacer, sí está bien especificado”, recalcó el investigador.
El 10 de noviembre de 2024, cuando la región oriental fue sacudida por dos terremotos de más de seis grados en la escala de Richter, una decena de residentes en la provincia Granma sufrieron heridas y hubo daños en más de 8.600 viviendas, de las que 156 se derrumbaron totalmente y casi 6 mil resultaron agrietadas o con otras afectaciones.
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