El líder opositor José Daniel Ferrer retó este jueves a las autoridades cubanas a hacer públicas las grabaciones del juicio en su contra con la convicción de que prueban su inocencia, dijo a Radio Televisión Martí su esposa Nelva Ismarays Ortega, quien pudo visitarlo este jueves en la prisión de Aguadores, en Santiago de Cuba.
Ortega indicó que al encuentro de aproximadamente una hora de duración asistieron también sus hijos Fátima Victoria y José Daniel Ferrer Cantillo.
La visita transcurrió, como en ocasiones anteriores, en la oficina del jefe de la unidad de la prisión donde se encuentra recluido el opositor, "sin nada de privacidad, con tres oficiales carcelarios" custodiándolos.
Ferrer dijo a su esposa que a pesar de que el juicio del miércoles "fue un gran show", el abogado que lo representó había hecho "una magnífica defensa".
El coordinador nacional de la Unión Patriótica de Cuba señaló que sabe que la decisión de su caso y el de otros tres miembros de la organización enjuiciados en el mismo proceso "esta en manos de lo más alto (...) que es lo que ocurre en una dictadura, y más cuando lo quieren tener fuera de las calles".
Ferrer agradeció el apoyo que ha recibido de su familia, y de los activistas, instituciones, personalidades y organismos internacionales que se han pronunciado sobre su caso, pero sobre todo a esos tres hombres "que todo el tiempo dijeron la verdad" sin temor a las represalias: José Pupo Chaveco, Roilán Zárraga Ferrer y Fernando González Vaillant.
Ortega, quien estuvo presente en la vista oral, hizo un recuento de las irregularidades del juicio, y de las presiones de la Seguridad del Estado contra tres de sus vecinos, "testigos neutrales" que declararon a favor de los acusados.
Su esposo, subrayó, insistió en el juicio en que como jefe de la UNPACU y cabeza de familia consideró su deber intervenir en el altercado entre la supuesta víctima, Sergio García, y el activista Pupo Chaveco, en el interior de su vivienda. Según Ortega, García amenazó a este último con "cortarle la cabeza" si volvía a roncar.
No era la primera vez que García se presentaba en su hogar ebrio y profiriendo gritos, razón por la que Ferrer, haciendo uso de su autoridad, decidió expulsarlo de la organización, agregó Ortega.
Ferrer continúa negándose a usar el uniforme de preso aunque ello signifique la pérdida de beneficios dentro de prisión como el de recibir atención médica. "Nos dijeron que no podíamos pasar sus medicamentos", señaló.
El opositor mantiene el ayuno los días 24 de cada mes en protesta por su encarcelamiento y para exigir la libertad de todos los presos políticos en la isla.
"Se mantiene más fuerte que nunca", subrayó Ortega, y compartió un mensaje de su esposo: "Sueño con, y lucho por, un mundo de gobernantes y gobernados que rindan sincero culto a la Declaración Universal de los Derechos Humanos".
Ferrer dijo a su esposa que él está consciente de que si Cuba fuera un país de derechos la situación sería otra, pero que sabe que las autoridades buscarán la manera de retenerlos en prisión.
El opositor reta al régimen cubano a hacer público el video de las más de 12 horas de juicio, porque considera que en ese proceso quedó demostrada su inocencia y la de los otros tres acusados.
En el juicio, explicó Ortega, un equipo de la prensa oficial estuvo "todo el tiempo grabando", aunque con énfasis "en lo que dijo Sergio [García], en la declaración de la doctora y en lo que dijo el instructor del caso", identificado como el mayor Roberto. Pero cuando hablaban los acusados "era como si no les importara tomar imágenes", por lo que teme que cuando el gobierno divulgue lo sucedido en el juicio usará un material editado a conveniencia.
"Aquí en Cuba hay mucha ignorancia política, y muchas personas creen nada más lo que dice el periódico Granma [diario del partido comunista] y el noticiero [nacional de televisión]", señaló Ortega.
Tras el juicio, Ferrer fue regresado a la celda de castigo en la que ha permanecido desde su ingreso a prisión, sin acceso a sus pertenencias, sin un libro para leer. "Es una situación inhumana, degradante, cruel, en condiciones que ningún ser humano merece", denunció Ortega.