Recientemente las autoridades de Pekín han realizado declaraciones acerca de la supuesta liberación de la mayoría de los uigures, miembros de la minoría étnica musulmana internada en campos de concentración al noroeste de China.
Nicolás Bequelin, director regional de Amnistía Internacional (A.I.) para Asia Oriental y el sudeste asiático, ha reaccionado duramente ante la imposibilidad de comprobar la veracidad de dichas liberaciones:
“China está haciendo declaraciones engañosas imposibles de verificar en un vano intento de disipar la preocupación mundial por las detenciones masivas de miembros de la etnia uigur y de otras minorías étnicas en Sinkiang”.
Las primeras alarmas acerca de la situación de los uigures musulmanes en la provincia china de Sinkiang, empezaron a sonar en 2017, a partir de la creación de los Campamentos de Transformación por Medio de la Educación, o de “entrenamiento vocacional”, como eufemísticamente llaman a los emplazamientos creados con el fin de aislar del resto de la sociedad a todos aquellos que representen una potencial amenaza para el inamovible sistema político chino, que ha llegado, incluso, a internar niños en edad prescolar con el fin de, a través de “lavado de cerebro”, eliminar creencias religiosas y costumbres culturales desde la más tierna edad.
A los adultos internados en estas cárceles de rehabilitación se les obliga diariamente a cantar himnos de alabanza al Partido Comunista Chino y a redactar cartas de arrepentimiento, abjuración de sus creencias y auto inculpatorias.
“No hemos recibido –afirma Bequelin respecto a las supuestas liberaciones- información sobre excarcelaciones en gran escala; de hecho, familias y personas allegadas de detenidos y detenidas nos han dicho que siguen sin poder contactar con ellos.
Dada la hermeticidad del sistema informativo del gigante asiático, no es posible saber con certeza la cantidad de uigures musulmanes que se encuentran encerrados en los “campamentos de educación”, pero analistas y expertos calculan que más de un millón de uigures padecen las calamidades de estos encierros, cifra que resulta alarmante, teniendo en cuenta que la etnia uigur es sólo el 45% de la población en la provincia de Sinkiang, cuya extensión es de 1 600 000 km2.
“Dado el historial de China de censura férrea, falsedades descaradas y oscurantismo sistemático –acentúa el representante de A.I.- sobre la situación de Sinkiang, sigue siendo imprescindible que se conceda urgentemente el acceso sin restricciones a la región a equipos de investigación de derechos humanos de la ONU, observadores y observadoras independientes y medios de comunicación”.