La historia de la cubana Idelys De La Caridad Chao Sade y sus tres hijos, ha dejado de ser odisea para tornarse tragedia desde que en 2021 se vio obligada a viajar desde la isla a Moscú, Rusia.
Hoy en Atenas, Grecia, la vida no acaba de sonreír a esta mujer que fuera activista de la Unión Patriótica de Cuba, en el municipio Boyeros.
“Hemos comido de la basura de los barcos, los extranjeros votan comida, ropa y zapato y la hemos recogido ”, dijo esta inmigrante a Radio Televisión Martí desde la capital griega.
Luego de nueve meses en Moscú, la familia decidió probar suerte en otras fronteras. Gracias a la Agencia de Naciones Unidas para Refugiados (ACNUR), obtuvieron una visa de tránsito a Turquía para seguir camino a Serbia, país de libre visado para los cubanos.
“Ahí empezó la caminata, de Serbia a Macedonia, hasta llegar a Grecia. 78 kilómetros a campo traviesa y unos 32 por ciudad”, comentó la mujer.
Grecia es miembro de la Unión Europea, no así Serbia y Macedonia. Esa fue la razón por la que decidió avanzar hacia la nación helénica.
“En Serbia teníamos miedo a que nos deportaran porque como cubanos solo nos dan un permiso de estancia de 90 días”, dijo la madre de Yansuani, de 5 años; Josuan, de 14; y Yaniurka, de 24.
Al ingresar a Grecia, fue detenida y enviada junto a su esposo al Centro de Detención Temporal para extranjeros sin papeles de Amigdaleza, al norte de Atenas.
“Cuando estábamos presos intentaron secuestrar a mis hijos. Este país no es seguro, tenemos miedo. Hay personas pinchándose drogas en las esquinas, hay racismo y discriminación. Temo por mi familia y no siento que este país nos pueda dar protección internacional, no tiene seguridad para nosotros, menos manteniendo relaciones de negocios con la dictadura”, dijo.
Con la ayuda de la organización sin fines de lucro Solidarity Now, la que fuera también activista de Cuba Independiente y Democrática, obtuvo el pasado 7 de noviembre un permiso de residencia, que no se hace efectivo hasta dentro de seis meses por lo que aún no tiene autorización para trabajar.
“Mis hijos no pueden ir a la escuela por su condición de inmigrantes irregulares, tampoco tenemos derecho a la atención médica”, precisó.
A todo esto, aseguró que tiene que priorizar el techo y para ello garantizar 550 euros mensuales. Ha sido hasta el verano que ha podido trabajar en el puerto, a ocultas, como migrante sin documentos.
“He trabajado descargando contenedores por 24 euros al día y limpiando barcos, pero solo en el verano, ahora mismo estamos sin ingreso y ya debemos el arriendo al casero. La ayuda del gobierno es solo para los residentes permanentes”, lamentó, no sin antes reconocer que ha sobrevivido también gracias a dineros enviados por miembros del exilio cubano.
Entre otras gestiones, la familia ha ido en cinco ocasiones a la embajada de Estados Unidos en Atenas y la respuesta ha sido la misma.
“Tengo una hija joven y dos hijos menores de edad en peligro y todas las puertas que toco, todas las organizaciones y personas que escribo o voy personalmente me dicen que no nos pueden ayudar, no ven el peligro que corremos”, afirmó.
La señora desea llamar la atención de entidades internacionales para que ayuden a que sus hijos puedan estudiar, ir al médico, crecer en libertad. Solo por ellos ha visto truncadas sus esperanzas de rehacer la vida fuera de Cuba.
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