Pocos percusionistas del mundo han logrado fusionar jazz, rock, y música cubana con tanto talento y éxito como Horacio “El Negro” Hernández... y menos lo han logrado hacer junto a leyendas como Carlos Santana y Dizzy Gillespie.
Horacio creció en La Habana, junto a una familia sumergida en la música tradicional cubana e influida por el jazz estadounidense: “Siendo un niño me incliné primeramente por las influencias de mi hermano, que era un niño como yo, y empecé a tocar rock. Fui estudiando música y comprendiendo la vinculación del rock con el jazz, y tratando de convertirme en un músico de jazz. Y de ahí, comprendiendo la vinculación del jazz con la música afro-cubana también, y del rock con música afro-cubana”.
Y quizás fueron esas inclinaciones las que ayudaron a "El Negro" a convertirse no solo uno de los percusionistas con mayor demanda alrededor del mundo, sino también en renombrado arreglista, compositor, productor, e importante impulsor de la música latina más popular e influyente a nivel global.
Ha compartido escenario junto a leyendas del jazz como Dizzy Gillespie, Michael Camilo, y McCoy Tyner y ha prestado su talento a álbumes como Supernatural de Carlos Santana y No es lo mismo, de Alejandro Sanz, ambas grabaciones galardonadas con varios premios Grammy.
Hijo de uno de los más notables amantes del jazz, “El Negro” comenzó sus estudios formales en la Escuela Nacional de Arte de La Habana.
A los 14 años fue arrestado por la Seguridad del Estado por tocar música “contra-revolucionaria” en un concierto. Estuvo tres semanas tras las rejas junto a otros jóvenes cuyo único delito fue escuchar música de rock-n-roll, prohibida por el régimen de Fidel Castro.
Tras graduarse, ocupó el puesto de baterista oficial (house drummer) del sello, EGREM, en cuyos estudios pasaba más de 20 horas seguidas descargando junto a otros músicos. Para él, las largas jornadas de estos años fueron una especie de postgrado que sirvió de base para el resto de su carrera musical.
Ya para los años 80, Hernández se había consolidado como uno de los percusionistas más cotizados en Cuba, colaboraba con leyendas de la música cubana como Paquito D’Rivera, Arturo Sandoval, y German Velazco. Pero no fue hasta que formara parte del Grupo Proyecto que Hernández logró captar la atención de una audiencia global, junto a Gonzalo Rubalcaba.
“El músico que más ha influido en mi carrera es quizás el pianista cubano, Gonzalo Rubalcaba, que no es menos cierto, es un músico excepcional y yo tuve la dicha de trabajar con él desde muy joven, desde que tenía poco menos de 20 años y ahí aprendí mucho”, reconoce.
Pueda que sea que ese aprendizaje y sus deseos de conocer el mundo más allá de las fronteras de la Mayor de las Antillas, lo que lo inspiró a pedir asilo en Estados Unidos a principios de los años 90, mientras se encontraba de gira.
También vivió en Turín, Italia, donde junto a otros tres músicos cubanos: el trompetista Amik Guerra, el bajista Daniel Martínez Izquierdo, y al pianista Ivan Bridon Nápoles grabó el álbum Italcuba con un repertorio de ritmos clásicos afrocubanos: rumba, guaguancó, danzón, mambo, y timba.
Hoy, “El Negro” emplea ese mismo espíritu que lo ha guiado durante su larga y exitosa trayectoria musical. Y como en aquellas sesiones trasnochadas en su Habana natal, continúa comprometido a su oficio, sin dormir.
“En estos momentos, trabajo con 21 grupos a la vez, saltando de uno al otro…eso te hace aprender música de distintos tipos y siempre tener todo eso vivo, y la chispa viva en tu cabeza”, aclara al tiempo que reconoce al gran número de artistas cubanos que incorporan el sonido criollo en sus grabaciones, fuera de la Isla.
“Músicos cubanos, en estos momentos, hay en todos los proyectos musicales importantes del mundo. Quizás, siendo modesto, en el 90%”, asegura.
“Los músicos cubanos de mi generación hacia acá, muchos de ellos han emigrado y muchos están en todas las grandes ciudades del mundo, trabajando con grandes artistas de esos lugares”.
Hernández, con una extensa discografía y múltiples premios, confiesa que debe sus triunfos a la vida, a sus padres que le permitieron seguir sus sueños, y a las estrellas que continúan guiándolo.
“A mí nunca me ha faltado, y creo que nunca me va a faltar, la pasión por la música, por mis instrumentos, y por estudiar, ¿no?. Es como una luz. Uno trata de alcanzar esa luz y cuando tú la vas a alcanzar, esa luz camina más lejos. Y tú sigues tratando de alcanzarla. Es un estudio eterno que nunca vas a llegar, pero la satisfacción de andar detrás de esa luz, es muy, no sé, infantil. Nos divertimos mucho con lo que hacemos”.
Y no cabe dudas que el mundo entero también seguirá divirtiéndose escuchando a Horacio “El Negro” Hernández hacer lo que bien sabe: excelente música.