Un grupo de 13 cubanos que intentaban una salida ilegal de la isla, el domingo, 26 de diciembre, por Playa Baracoa, provincia Artemisa, fueron interceptados y obligados a regresar en medio de acciones que pusieron en peligro sus vidas. Uno de ellos, Yunier Gutiérrez Cervantes, fue herido con una bala de goma disparada desde una lancha guardafronteras, cuando estaban, según dijo a Radio Martí, a solo 2 millas de la costa.
“Fue a un metro de distancia y a quemarropa. En ningún momento él nos dijo levanta los brazos, o alto, nada. Les decíamos que nos dejara seguir adelante y ellos nos decían que no, que por su parte no iban a dejar que nosotros saliéramos”, dijo el joven.
La lancha de los guardacostas cubanos comenzó a golpear la embarcación rústica explica Gutiérrez Cervantes.
“Intentaron hundirnos el barco con golpes, golpes fuertes, hasta que ya no pudimos más. De los 13 hubo otro perjudicado, porque tiraron una soga larga al agua una boya que pesaba, y cuando la soga pasó lo cogió por el cuello, y tiene las marcas”, detalló.
La soga también le dio al tubo de escape del motor de la embarcación, añadió el balsero.
Gutiérrez Cervantes nos cuenta, además, que fueron finalmente detenidos, esposados y subidos a la lancha guarda fronteras que los trasladó a una marina en el municipio Playa, en La Habana, próximo a la localidad de Baracoa. De allí fueron llevados a la unidad policial de Siboney, todo ese trayecto con el proyectil en su frente. Al cabo de unas dos horas las autoridades lo llevan al hospital militar, ubicado en el municipio Marianao.
“Entonces, al rato, es que deciden sacarme a mí para el Hospital Militar. El muchacho de la quemadura (…), no hubo atención médica para él”, afirmó el joven.
El médico que lo atendió, precisa Gutiérrez, nunca preguntó acerca de la lesión.
“Simplemente, me atendieron, me dieron dos puntos, uno adentro y otro afuera. Pero fue una herida bien profunda, que el dedo mío cabe allá adentro. Ahora mismo tengo dolores de cabeza que no se me quitan. En el hospital me lo sacaron todo. Eran juntas de goma y como una pólvora, algo así”, señaló.
Los 13 cubanos detenidos por intentar la salida ilegal pasaron toda la noche en un calabozo, con la ropa mojada y, además, fueron multados. “Ni parados cabíamos allá adentro. La noche entera mojados hasta el otro día”, dijo el balsero.
El lunes en la mañana fueron liberados.
“Nos ponen los 3 mil pesos de multa, a cada uno, por salida ilegal, y después nos sueltan (…). Nosotros probamos esa suerte a ver… A lo mejor nos viraban, a lo mejor nos dejaban. Queremos la libertad, porque aquí la cosa está muy dura”, concluyó.
Otro de los ocupantes de la embarcación fue Amir Arévalo Araluce, primo de Gutiérrez Cervantes y quien también reside en playa Baracoa.
“Mi primo y yo nos ganamos la vida como albañiles. Tenemos hijos pequeños, pero aquí en Cuba las cosas se han puesto difíciles, por eso nos arriesgamos”, comentó Arévalo Araluce a Radio Martí.
El Gobierno estadounidense no apoya ni alienta la inmigración ilegal y sólo favorece la que se produzca de manera legal, ordenada y segura.