La navegación por internet en Venezuela es un viaje al pasado. Según el Speedtest Global Index, está en el puesto 175 del mundo en ancho de banda fija con un promedio de 2,83 megabites por segundo, solo por delante de Turkmenistán. Es donde más lento se navega de Latinoamérica, por detrás de Cuba (172), Haití (142) o El Salvador (141).
A Suheli Sama y su hija Sofía, de 9 años, a veces les dan las 4:00 de la mañana haciendo las tareas del colegio que los maestros mandan por Whatsapp desde que se suspendieron las clases presenciales por el COVID-19 en Venezuela.
La conexión a internet es tan deficiente y la electricidad tan inestable, que deben elegir las horas de menos saturación. Ni la niña es una mala alumna ni su madre una progenitora descuidada, pero están rodeadas de condicionantes que las obligan a adaptarse a las circunstancias del país y a unas condiciones personales que no les permiten el acceso a algo mejor.
Suheli vive en Catia, una zona popular al oeste de Caracas y no tiene teléfono fijo: "Solicité la línea hace 5 años pero la CANTV (compañía nacional de telefonía) dice que ya no hay números para darme y solicitar el internet. Lo que hago es pillar el wifi de la vecina y ahí es que más o menos me ayudo para hacer las tareas".
Tampoco cuenta con un terminal móvil, por lo que debe esperar a la noche para tomar prestado el de su prima, a la vez que su vecina le permite conectarse a su red de internet, si es que hay línea, algo no garantizado. Esto sucede en el mejor de los casos, porque si hay corte de luz, la tarea queda sin enviar a los docentes.
El dinero apenas alcanza para comprar comida, así que menos para un teléfono nuevo para sustituir su viejo aparato del año 2013 y que, recientemente, se quemó. "Las tareas de la niña se las mandan por un grupo de Whatsapp. Por esa vía tengo que mandar diariamente los registros de que hace sus actividades. Se me hace cuesta arriba porque tengo que esperar que venga mi prima con un celular", cuenta Suheli a EFE.
Venezuela, con 298 contagiados y 10 fallecidos por COVID-19, empezó una "cuarentena social, colectiva y voluntaria" el 16 de marzo, cuando ya se contaban 33 casos. Pero no fue hasta la semana pasada cuando se anunció que el curso escolar terminaría de modo virtual.
Internet deficitario
Cuando el teléfono llega a las manos de Suheli, toca superar el segundo obstáculo y cruzar los dedos para que el aparato se conecte a la red. Tarda. Se corta, se cuelga. Abrir una página, 15 minutos. Buscar en otra, otros 15. Mandar el vídeo de un minuto a la maestra con la exposición sobre el Día de la Independencia. Una hora. Y con suerte.
Sofía -cuenta su madre- es una buena estudiante, aplicada y con "buenas notas en la boleta", pero su rendimiento y ánimos van a la deriva entre lo lento de la red y la urgencia de su madre por entregar a tiempo las tareas.
"Siento que no está aprendiendo como debe ser. Voy apurada para cumplir con las actividades diarias. Me dice que cuándo va a terminar ésto. No quiero que baje su rendimiento y que por toda esta premura no le guste estudiar", lamenta.
Desde la Asamblea Nacional, de mayoría opositora, aseguran que el modelo de clases en línea no sirve porque "es imposible la conectividad del 75% de los estudiantes", tampoco de los docentes.
Televisión del Siglo XXI, Luz del Siglo XIX
El presidente Nicolás Maduro anunció este martes que ViveTv, un canal estatal, se convertirá en una "televisora con programación educativa las 24 horas del día" para todas las edades, y pidió su rápida inauguración.
La decisión se basa, dijo, en una encuesta hecha por el Gobierno, donde el 45% de las familias contestaron que acceden al contenido de las clases por televisión y el 44% por internet.
"Hay que hacer una televisora del siglo XXI, no del siglo XIX. Hay que hacer las cosas bien, bonitas, atractivas, de la mejor calidad. Les dejo ese reto", dijo Maduro dirigiéndose a los ministros de Educación y de Comunicación, sin tener en cuenta, quizás, los problemas se suministro eléctrico que sufre el país.
Y el desafío quedará también en un gesto tan sencillo como encender la televisión. Aunque no hay reportes oficiales, los apagones son constantes, en algunos estados programados, y con una duración que oscila entre media hora y dos días.
Radio en emergencia
Quienes en estos días vierten su experticia en sistemas de educación a distancia son Fe y Alegría, una organización con 45 años a sus espaldas haciendo radio educación para adultos. Hoy trasladan este sistema, no sin problemas, a los alumnos de sus 170 escuelas repartidas en sectores populares, campesinos e indígenas del país.
"Ha sido un reto construir contenido. Desde el día 1 hay un equipo pensando en cómo retomar la radio como herramienta para acompañar la emergencia", cuenta a EFE Héctor Escandel, subdirector nacional de comunicaciones del Instituto Radiofónico de Fe y Alegría (IRFA).
Emiten a diario un programa para alumnos desde preescolar hasta sexto grado con "temática de valores, lengua y comunicación, pensamiento lógico y matemático y una parte para canalizar la ansiedad", explica la conductora del programa y docente Leticia Torres.
Una hora de radio que llega a unos 80.000 alumnos y se hace con un obstáculo tras otro a superar.
"El programa se graba, no puede ser en vivo. La conexión por teléfono es muy mala. El ancla está en Apure (suroeste), los docentes repartidos en sus casas y el que monta el programa en Anzoátegui (noreste). Se envía el contenido en bloques por whatsapp con una semana de antelación. Es el modo más fácil", explica Escandel.
Los maestros aplican técnicas de radio con lo que tienen a mano; buscan la esquina más silenciosa de la casa, ponen una almohada para amortiguar el vacío y graban en notas de voz el contenido educativo que les toque ese día.
Entonces, toca cruzar los dedos para que no se vaya ni el internet ni la luz. En lugares como en Zulia (frontera con Colombia), se emite en función de los apagones, por ser algo muy frecuente: "¿Dónde hay luz a las 3 de la mañana? Pues en ese horario ponemos el programa (educativo). Se personaliza la parrilla (programación). A veces puede haber luz en la radio, pero no en la antena", cuenta Escandel.
Hace recuento de todo lo que enfrentan: "Es la gasolina, que los operadores puedan usar el transporte, que haya electricidad, internet, ánimo. Los transmisores están viejos, tienen más de 40 años. Es todo un reto."
Un reto diario en Venezuela, al que hoy se suma el confinamiento, es acceder a la educación en un país donde la mayor certeza es que nada está asegurado.