Fuera del territorio occidental, que sigue reportando “la mayor complejidad” con la propagación del COVID-19 en Cuba, es la provincia de Ciego de Ávila donde más ha venido aumentando la incidencia de la enfermedad últimamente y a la cual pertenece Cayo Coco, que el viernes recibió en su aeropuerto Jardines del Rey al primer grupo de turistas canadienses en tiempos de la pandemia.
“En la provincia de Ciego de Ávila, que ha ido adquiriendo una complejidad en cuanto a la transmisión [de la enfermedad], estamos hablando de 30 casos en los últimos 15 días”, dijo la mañana del sábado en su habitual conferencia de prensa el Dr. Francisco Durán, director de Epidemiología del Ministerio de Salud Pública (MINSAP).
“Ciego de Ávila continúa sumando casos de la COVID-19” era el titular que abría el sábado el periódico provincial Invasor, según el cual la provincia registraba hasta el miércoles 20 casos activos de COVID-19, un menor y 19 adultos, que totalizaban 116 desde el 24 de marzo, con tres fallecidos y 93 pacientes dados de alta.
De hecho, el territorio tiene dos zonas en cuarentena, informaba el periódico el viernes en referencia al barrio La Piñera y al edificio multifamiliar Pediátrico.
El Dr. Durán reportó que el viernes hubo 32 nuevos diagnósticos del nuevo coronavirus en todo el país, lo que eleva a 4,298 la cifra de casos confirmados, 626 de ellos activos.
Hay 1,456 pacientes ingresados en hospitales y centros de aislamiento, 785 en la categoría de “sospechosos” y 45 bajo vigilancia, informó el director de Epidemiología del MINSAP.
Fueron examinadas en los laboratorios del país 6,007 muestras, la inmensa mayoría de La Habana: 4,588. Entre los 32 casos confirmados el viernes hay 20 de la capital, cuatro de Ciego de Ávila; Artemisa y Matanzas con tres cada una, y dos contagiados en Mayabeque.
“Uno de los de Mayabeque es el [único] caso importado, del municipio Santa Cruz del Norte”, dijo el Dr. Durán. “La dispersión se mantiene en La Habana; estamos hablando de 10 municipios que han tenido casos en el día de ayer”.
Así, la capital sigue siendo la provincia de mayor incidencia de la enfermedad en el país, con una tasa de 23.18 contagios por cada cien mil habitantes (“mayor que la del día de ayer”, dijo), seguida de Artemisa con 14.37 por cada cien mil (“discretamente inferior”), y Matanzas 5.83, también superior.
La tasa de incidencia en el país también subió, y ahora es de 5.9 casos confirmados por cada cien mil habitantes.
Actualmente hay en todo el país 17 eventos, “que es cuando el número de casos sobrepasa o llega hasta 10 y como es natural se adoptan un grupo de medidas de restricción todavía más fuertes”, explicó el Dr. Durán, la mayoría en La Habana: uno en La Habana del Este, dos en Plaza, cuatro en Arroyo Naranjo (“una complejidad importante”), uno en Boyeros, uno en La Lisa, dos en Diez de Octubre y uno en Regla.
"Esto ha disparado las alarmas"
Los residentes de Ciego de Ávila están muy preocupados con las informaciones más recientes sobre COVID-19 en la provincia, le dijo el sábado desde allí a la reportera de Radio televisión Martí Idolidia Darias el activista Roberto Valdivia.
“De 10 municipios que tiene la provincia, en siete hay casos positivos de la COVID-19”, manifestó Valdivia. “Esto, por supuesto, ha disparado las alarmas de la población. Hay mucha preocupación por que esto coincida con el inicio del curso escolar; mucha preocupación entre los padres y la población porque, evidentemente, esto tiene la tendencia al aumento, va a subir”.
“Sin que cunda el pánico ni la histeria colectiva, los avileños tienen que estar conscientes de que este rebrote parece más complejo”, advertía otro artículo de Invasor el jueves. Y la llegada de los turistas canadienses el viernes a Cayo Coco aumenta la preocupación, dijo el activista.
“Eso también dispara las alarmas porque, a pesar de que se está diciendo que están todos los controles habilitados allí, no se puede confirmar que no venga ningún turista enfermo o que no pueda haber cualquier tipo de contaminación; es muy difícil”, declaró en el diálogo con Darias.
Pese a que las autoridades sanitarias han declarado la cuarentena en varias zonas incluso fuera de la ciudad de Ciego de Ávila, como por ejemplo en el municipio de Majagua, en el poblado Orlando González, lo preocupante es que no hay percepción de riesgo, dijo.
“Mientras sucede esto, las calles de Ciego de Ávila están abarrotadas de personas hasta las 7:00 de la noche, porque de 7:00 pm a 5:00 am hay un toque de queda que si te cogen en la calle, te multan”, relata. “Pero a esa hora es cuando no hay nadie en la calle, porque los mercados trabajan de 9:00 de la mañana a 4:00 o 5:00 de la tarde”.
Según Valdivia, el bulevar de Ciego de Ávila se llena a diario, y la gente probablemente lo vea como algo normal porque la provincia estuvo 93 días sin ningún nuevo caso confirmado.
Andan “sin nasobuco en la calle, o con el nasobuco en el cuello; las colas son interminables”, cuenta Valdivia. “Incluso en las tiendas [donde] están vendiendo en dólares si sacan pasta [dental] o cualquier cosa, las colas son tremendas; hay una aglomeración de personas en momentos en que ya hay 30 casos”.
“Entre ellos hay personas del Ministerio de Salud Pública, cuatro médicos de terapia intensiva de Ciego de Ávila, dos o tres enfermeros, que ya algunos los pasaron a Camagüey, porque el Hospital de Morón no está respondiendo a la situación que tiene la provincia en este momento”, declara.
El tren Morón-Camagüey fue suspendido, y el gobierno incluso ha sacado carros altoparlantes en el centro y en la periferia de la ciudad repitiendo medidas que no son de esta etapa; que eran de la primera etapa, dice.
“El problema fundamental en estos momentos es que muchas personas están exigiendo que se cierren las escuelas”, asegura. “Hay padres que se han llevado a los niños incluso de la escuela bajo su responsabilidad, firman un documento allí de que me lo llevo y después lo traigo cuando pase esta situación, y el estado no se está pronunciando en esto”, relató Valdivia.
De acuerdo con una nota publicada la tarde del sábado en el portal oficialista Cubadebate, las clases fueron suspendidas temporalmente en la ciudad de Ciego de Ávila, incluso en la Universidad local Máximo Gómez.