La campaña "Por las mujeres rurales cubanas" lanzada el viernes busca denunciar la desigualdad, exclusión y penuria de que son víctimas las campesinas, a la vez que conseguir el compromiso de los poderes del Estado para una efectiva implementación de políticas públicas que tengan en cuenta su rol en la sociedad.
“He vivido casi toda mi vida en el campo. Mi madre, mis abuelas son campesinas y sé cuáles son sus retos y su cotidianidad. Sé que la pobreza, la desigualdad, la dependencia económica y la falta de acceso a derechos, al conocimiento, a las comunicaciones, a la tecnología, a las ventajas del actual desarrollo, son más severos en este grupo poblacional”, dijo a Radio Televisión Martí, Aimara Peña, su principal impulsora.
Las mujeres rurales son discriminadas por ser mujeres, por ser pobres y por ser rurales, resaltó la activista.
“Creo que es un problema muy poco visibilizado. Son vulnerables y no pueden empoderarse porque no tienen espacios para ello”.
El escaso alcance a la educación, a un trabajo que les proporcione independencia económica, las expone, en mayor medida que a las urbanas, a maltratos y condiciones propias de un machismo más acentuado que el de las ciudades y pueblos.
“Se han quedado muy por detrás de todas las posibilidades y un tanto esa discriminación las hace sufrir, las hace caer en una dejación muy triste. No tienen un sueño o algo por qué luchar, solo el quehacer diario por la supervivencia”, apuntó.
Soportan elevadas cargas de trabajo cotidiano y tienen menores probabilidades para obtener recursos que las citadinas.
“Es importante que muchas personas se sumen a hablar de las mujeres rurales porque trabajan duramente, cultivan la tierra a la par de los hombres y cuando llegan a sus hogares tienen que abordar las tareas del hogar que no son remuneradas”.
“Desde esta campaña también queremos pedir la articulación de estructuras para ellas porque las campesinas una vez que tienen hijos, ya no tienen oportunidades ni de estudiar ni de superarse, ni siquiera de trabajar. En territorios rurales no existen los círculos infantiles, no hay nada institucionalmente creado para hacerlas mujeres activas y que puedan generar ingresos para ella y para su familia”, dijo.
La iniciativa promoverá la recogida de firmas desde una plataforma digital para apoyar la petición de la creación de círculos infantiles en zonas rurales.
El Gobierno cubano presume, en foros internacionales y en la prensa oficial, de forjar mecanismos para que la mujer se inserte en la sociedad de manera igualitaria.
“Eso no está ocurriendo con las cerca de un 1.200. 179 féminas que viven hoy en Cuba en el campo. Esa significativa cifra carece de instituciones infantiles creadas por el Estado para que sus hijos estén a buen recaudo, si ellas se incorporan a la vida laboral o al estudio”, explicó Peña.
En el entorno actual, marcado por la pandemia, que ha llevado a la reclusión en los hogares y al aumento significativo de la violencia intrafamiliar, se unen las nuevas medidas económicas de la llamada Tarea Ordenamiento como la unificación monetaria, el retiro de los subsidios, entre otras, que inciden negativamente en las mujeres rurales.
“En las regiones rurales hay mayor desabastecimiento que en las urbanas, donde están las cadenas de tiendas, aunque sea en MLC (Moneda Libremente Convertible) y hay un mercado informal mucho más sólido”, destacó.
“Para recibir atención médica”, dijo, “tienen que atravesar kilómetros, no concurren infraestructuras, no hay medicamentos, ni medios y es sobre ellas sobre las que recae el cuidado de ancianos, de niños pequeños, embarazadas”.
La campaña publica en el canal de YouTube “Aimara la cubana” una serie de videos que enfatizan, en la voz de sus protagonistas, las dificultades que enfrentan las campesinas cubanas.