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Cuba desestima reclamos esenciales de campesinos y habla de "centralizar" el mango y la guayaba


Una familia de campesinos cubanos vende mangos en la carretera. Foto Archivo REUTERS/Desmond Boylan
Una familia de campesinos cubanos vende mangos en la carretera. Foto Archivo REUTERS/Desmond Boylan

El vicepresidente cubano Marino Murillo Jorge desestimó los principales reclamos del campesinado cubano en sus nuevos planes para la agricultura en la isla, en los que descartó entregar la tierra a quienes la cultivan y habló de "centralizar" productos como el mango, la guayaba y la frutabomba.

El jefe de la Comisión de Implementación y Desarrollo de los Lineamientos ofreció detalles de la aplicación de la llamada "Tarea Ordenamiento" en el sector agropecuario y mencionó que en la isla comunista, el 80 % de las tierras cultivables son propiedad estatal, aunque en su mayoría (70 %) están gestionadas por formas no estatales.

Recientemente campesinos independientes cubanos divulgaron una carta abierta, a raíz de conocer las nuevas disposiciones del "ordenamiento", en la que exigieron libertad para registrar la propiedad legal de tierras y negocios, libertad para producir, fijar precios, comercializar, exportar, importar y atraer inversiones, sin intermediarios estatales y sin fijar límites.

Pero el funcionario acaba de descartar tal posibilidad al afirmar que en Cuba el Estado seguirá siendo el dueño de la tierra: "Si el Estado perdiera la propiedad de las tierras y en vez de entregarlas en usufructo las vendiera, los productores de mayores ingresos terminarían comprando las pertenecientes a los productores de menores ingresos y se iría produciendo gradualmente un proceso de concentración, no de la producción, sino de la propiedad, e iríamos al latifundio, de ahí que en Cuba cuando se dan las tierras en usufructo, el Estado sigue siendo el dueño".

La misiva divulgada en diciembre de 2020, respaldada también por la Federación de Mujeres Rurales en Cuba (FLAMUR), pide con urgencia la liberalización de las fuerzas productivas y libertad económica como "única vía racional para salir de esta crisis, contener la hambruna, evitar la expansión de la pobreza y fomentar de manera rápida empleo en gran escala".

En una declaración que acaba de un plumazo con la petición de libertad para fijar los precios en el mercado, el funcionario dijo que cualquier cosa que se vaya a hablar de la agricultura en la Tarea Ordenamiento pasa primero por los precios de acopio. Luego mencionó que el ajuste de los precios se haría entre las empresas de la agricultura en coordinación con las autoridades territoriales.

En su intervención en la Mesa Redonda el vicepresidente dijo que 30 productos agrícolas permanecen bajo el estricto control del Estado con precios determinados por el Ministerio de Finanzas o el Comité Ejecutivo del Consejo de Ministros: Ocho relacionados con el tabaco y otros 22 productos, entre los que se encuentran frutas tropicales como el mango, la guayaba y la frutabomba.

"Deben tener precios que estimulen al productor y a la industria a producir compotas con la producción nacional y reducir las importaciones. Sin embargo, la yuca ya ha quedado descentralizada", declaró el alto funcionario.

Otra petición de los campesinos cubanos ha sido la de "eliminar por diez años todos los impuestos a productores y procesadores de alimentos". Sin embargo, la "tarea ordenamiento" contempla apenas algunos cambios tributarios como reconocer un mínimo exento anual a la hora de pagar impuestos de 39 120 pesos; reconocer como deducible el 100 % de los gastos, a justificar el 80 % de estos; aplicación del 5 % en el impuesto sobre ingresos personales y en los impuestos sobre ventas pagar el 5 %, por la comercialización de las minindustrias.

Las mayores libertades para los campesinos cubanos ha sido una exigencia también de economistas, defensores de derechos humanos y hasta escritores.

El año pasado la Unión de Escritores y Artistas de Cuba (UNEAC) expulsó al escritor e investigador camagüeyano Pedro Armando Junco López luego que publicara una exhortación al gobernante cubano Miguel Díaz-Canel donde le pedía sencillamente: "Deje de perseguir a los productores: permita que el pescador, pesque; que el agricultor siembre, que el ganadero críe… Pero deje al pescador que venda libremente su producto del mar, que el cosechero se las ingenie y comercialice sus siembras sin que medie el Estado, que el campesino mate su res y la venda al precio que le venga en ganas y se la compre el que pueda; porque por muy injusto que parezca, mayor injusticia es venderle al proletariado en una moneda que no circula en Cuba y a la que solo quienes tienen apoyo desde el exterior, pueden adquirirla".

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